miércoles, 13 de agosto de 2008

SENGHOR: un poeta africano, un político sabio

El que fuera presidente del Senegal, Leopold Sedar Senghor, poeta, humanista, político, nos dejó un legado humano y poético que invita a reflexionar sobre las funciones del quehacer socio-político y la responsabilidad del poeta frente a su pueblo y su tiempo. Es la cultura una herramienta insustituible para posibilitar mejoras en las bases sociales que posibiliten cambios que de otra manera no podrían ni soñarse. Así lo entendió Senghor, promoviendo la negritud y la cultura africana. Más que el pescado, la caña, más que la prohibición, la educación, más que la occidentalización neoliberal, la recuperación de valores ancestrales de ética y cooperación.




Oración a las máscaras

¡Máscaras! ¡Oh máscaras!
Máscara negra, máscara roja,
máscaras blanquinegras.

Máscaras de todo horizonte
de donde sopla el Espíritu,
os saludo en silencio.
Y no a ti el último Antepasado
de cabeza de León.


Guardáis este lugar prohibido
a toda sonrisa de mujer,
a toda sonrisa que se marchita.


Destiláis ese aire de eternidad
en el que respiro el aliento de mis Padres.


Máscaras de rostros sin máscara,
despojados de todo hoyuelo y de toda arruga,
que habéis compuesto este retrato,
este rostro mío inclinado sobre el altar de blanco papel.


A vuestra imagen, ¡escuchadme!
Ya se muere el África de los imperios,
es la agonía de una princesa deplorable.
Y también Europa
a la que nos une el cordón umbilical.


Fijad vuestros ojos inmutables
en vuestros hijos dominados
que dan su vida como el pobre su última ropa.
Que respondamos con nuestra presencia
al renacer del mundo,
como es necesaria la levadura
a la harina blanca.


¿Pues quién enseñaría el ritmo de las máquinas
y de los cañones al mundo desaparecido?


¿Quién daría el grito de alegría para despertar
a muertos y a huérfanos al amanecer?


Decid, ¿quién devolvería el recuerdo de la vida
al hombre de esperanzas rotas?


Nos llaman los hombres del algodón,
del café, del aceite,
nos llaman los hombres de la muerte.


Somos los hombres de la danza,
cuyos pies recobran fuerza
al golpear el duro suelo.




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Mujer negra



¡Mujer desnuda, mujer negra
Vestida de tu color que es vida,
de tu forma que es belleza!
He crecido a tu sombra;
la suavidad de tus manos vendaba mis ojos.


Y en pleno verano y en pleno mediodía,
te descubro.



Tierra prometida
desde la alta cima de un puerto calcinado,
tu belleza me fulmina en pleno corazón,
como el relámpago del águila.
Mujer desnuda, mujer oscura,
fruto maduro de carne tersa,
sombrío éxtasis del vino negro,
boca que haces lírica mi boca,
sábana de horizontes puros,
sábana estremecida
bajo caricias ardientes del viento del Este.
Tamtan esculpido, tamtan terso
que ruges bajo los dedos del vencedor.


Tu voz grave de contralto
es el canto espiritual de la Amada.

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