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Violaron a una niña inglesa, anoche, en Bangalore. A él, lo mataron. Dicen que fue casualidad, que no estaban juntos, que sus almas se habían separado mucho antes. Pero no lo creo. Yo los ví, a ambos, cruzando la tarde, ayer, ella sosteniendo una pereza azul en su vientre, él unos anteojos dorados. Tan sólo los separaba la tela de algodón transparente que cubría sin ocultarla la estela de su cuerpo.
No fue casualidad, fue aquella blancura del tejido. Hay veces que la vida no soporta tanta blancura.
Chantal Maillard
Diarios indios
Pre-Textos, 2001
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