El caraqueño Luis Enrique Belmonte, psiquiatra, poeta, residente en Barcelona en la actualidad y desde su "Inutil registro" (Premio Adonais 1998) explora la conciencia, desenmascara la cultura deshumanizante, histérica y anestesiada de los ciudadanos de las urbes metropolitanas de hoy. Poesía de conciencia, de choque y caída, de osada aventura en la inacabable exploración del ser en el tiempo y en la sociedad. Rechazo al olvido y a la mudez de los desaparecidos valores que nos posibilitan un vivir digno. La madurez expresiva y un lenguaje propio que abre espacios comunes nos interpela y deja suspendidos en la lectura. Es poesía de preguntas, de acertijos, de complicidades y distanciamientos, de diálogo con Olga Orozco, Cioran, Silva Estrada, Juarroz, Phillipe Jones, Eliseo Diego, Heberto Padilla, Camus, Lezama Lima o el propio Lewis Carrol...
Víktor Gómez
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POEMA DE LAS MARAVILLAS
Supongamos que el cristal se reblandezca, volviéndose suave,
suave como el humo, y podamos traspasarlo. ¡Oh, pero si es verdad que se
convierte en una especie de niebla! No será nada difícil pasar ahora al otro lado.
Lewis Carrol "Alicia en el País de las Maravillas"
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Traspasar el cristal
donde nos espera la llama
de una vela que ayer apagamos,
y entrar con los presagios que no se cumplieron.
Las flores desaparecidas encima del desván, las flores
que el tiempo transfiguró en cenizas e insectos,
quizá allí, tras el cristal, exhalen aromas olvidados
de su paso por la niebla
donde se queda lo que se fue para ser otra cosa.
Volverse humo, ser lo suaveen el traspaso
y más suave aún que lo suave en el desvanecimiento del espectro;
tránsito insólito por un efímero transcurrir, duplicación que se anula,
y es el nudo de los hilos invisibles
en el aire del traspaso por el cristal sin nombre
donde el tiempo es música sin sonidos,
es el compás en blanco
donde se anula la grafía del estar corpóreo.
Júbilo entronizado que deshace el sostén
para entregarlo a la nebulosa
------- de lo que se dijo y está por decirse,
en el etéreo encogimiento de lo que fue y será.
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Así, el insólito transcurrir por bosques
------ donde se pierde el nombre
y se suma en el reverso hasta extinguirlo en festiva
------ anulación,
detrás del cristal la sonrisa del gato sin el gato,
------ la sonrisa nada más
-también el olor de las gardenias, dos gardenias
------ recuperadas-.
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Qué sorpresa recobrar el rostro arrebatado, la pezuña
que nos robó la noche, o los pequeños objetos,
que sin darnos cuenta, traspasaron el cristal
para ser otros y parecerse a sí mismos
-un cielo, un monte, o una pieza de ajedrez-.
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Cuánto júbilo en la llama que creíamos extinguida,
cuánta espera hecha presencia inaudible, cuánta baraja
sin su número,
cuánta apertura sin su contraseña oclusiva,
------- cuánto de lo insólito en el transcurrir,
en fin, cuánta niebla en el traspaso del cristal
haciéndonos nada difícil pasar al otro lado
donde nos espera
la llama de una vela que ayer apagamos.
Caracas, Venezuela, 1971
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