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Luciérnagas
Aparté las luciernagas que girarían en tu boca,
rendí la noche como se eleva un rezo,
vi tus párpados tras las hojas amarillas
desprenderse, despacio, de la rama quebrada.
Y apenas escuchando el sonido del hielo
al formar estalactitas en tus comisuras heridas,
imaginé la ruta de las orugas por tus dedos.
Creí y no creí tu cardo desplumándose,
al paso de una estrella, fugaz como una avispa.
O que irías por el aire, más allá de los trigales,
teniéndome por hijo en este brote aún más allá:
por tierra espolvoréandose en la llama de un silencio.
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Esta voz
Más hijo que mí esta voz:
tu rosa de viento presa en mi pluma.
Más hijo que Dios de su propia saliva,
el corazón de tierra en un puñado basta:
la sangre es un rojo exceso de hermosura.
Su nombre sobra para el perdón de los suicidas:
más rostros y quejas que un golpe de tinta.
Más hijos y partos que volverse al útero,
el viento esperando allí nuestro regreso.
Más áridos que lo árido de ti: de tus espinas
siempre dispuestas a absorberme el agua.
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Pedro Montealegre
(El hijo de todos)
Ed. 4 de agosto
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Hola.
ResponderEliminar¡Que poemas más geniales!. "La sangre es un rojo exceso de hermosura". Son impresionantes.
Un saludo.
Es un libro en si "peculiar". Consigue en su desarrollo, a mi modo de leer, pasar por su escritura, tocarnos con una belleza expresiva e inquietante, mordernos y a la vez susurranos, cantar y hundir en la arena o en la piel un dedo tembloroso, dedo corazón.
ResponderEliminarSomos hijos, somos a la vez huérfanos, bajo el duro signo de los tiempos aciagos, de la bruma del presente, de los desamparos físicos, afectivos, económicos e intelectuales.
El poemario de Pedro Montealegre es inesperable, en su devenir, en su firme y originaria voz, que se hace inevitablemente próxima.
Ojalá puedas conseguir un ejemplar. Está en la editorial 4 de agosto, de Logroño.
Un beset
Víktor
vOY A INTENTAR CONSEGUIRLO. Tengo tantas cosas qeu leer y tan poco tiempo.
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