domingo, 26 de octubre de 2008

ROQUE DALTON a través de la lectura de Enrique Falcón para el "TURNO DEL OFENDIDO"

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El pasado sábado 25 de octubre, poetas valencianos acudieron nuevamente en apoyo y acompañamiento a los actos del decimo aniversario del nacimiento de "Salvem el Cabanyal", (grupo vecinal de la zona marítima de Valencia que se defiende contra la especulación inmobiliaria sobre su barrio, memoria y dignidad) a unas lecturas poéticas populares, que abrieron un enriquecedor diálogo sobre la función de la poesía y el posicionamiento del artista en su sociedad, en su tiempo. Al hilo de lo que se conversó, aportaba Quique Falcón, el ejemplo y la palabra de Roque Dalton y brevemente adjunto un fragmento del prólogo que el propio poeta valenciano está preparando para el próximo libro de la Biblioteca Roque Dalton que nos facilita la editorial canaria Baile del Sol.

Una pregunta y la voz del poeta, hoy vivísima y necesariamente con nosotros:

Víktor Gómez
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(Fragmento del prólogo al TURNO DEL OFENDIDO. Roque Dalton)

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Los poetas que, contra todo consenso –y ya para otros tiempos y latitudes distintos a los de Dalton–, queremos profundizar en la vocación subversiva de la palabra poética, no podríamos ni por un momento obviar la pregunta que Roque plantea en el último de los versos de su poema "Arte poética": "¿Para quién deberá ser la voz del poeta?". Hay una respuesta, honesta y profundamente creíble, en el poema que cierra El turno del ofendido. Hermosamente la misma que contuvo ese momento en el que Dalton pidió perdón a la poesía por haberla hecho comprender que no está hecha sólo de palabras. También la hubo en un memorable poema anterior ("¿Por qué escribimos?"[1]) publicado en La ventana en el rostro. Y también en estas palabras que Dalton, el poeta revolucionario del Pulgarcito de América, quiso dictarnos:





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"La imaginación hace que la realidad se vea enriquecida y en esas circunstancias su expresión debe ser en alguna medida más valiosa para los hombres, a que no solamente les otorga un conocimiento primario de lo real –que podría bastar para su lucha por la libertad– sino que los pone en contacto con los aspectos verdaderamente trascendentes de esa realidad. Aquí cabría apuntar además la función de "hacer mejor al hombre y la naturaleza" que tienen el arte y la literatura" [2].

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[1] Así concluye este poema:
"(...) Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso
va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.

Preguntarán qué fuimos, quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca"
(Roque Dalton: La ventana en el rostro; ediciones Baile del Sol, Tenerife, 2003).

[2] Roque Dalton: "Poesía y militancia en América Latina", en Casa de las Américas, 3.20 (La Habana, Cuba, 1963).

Enrique Falcón
Barrio del Cristo, Valencia
octubre 2008






















YO QUERÍA





Yo quería hablar de la vida de todos sus rincones
melodiosos yo quería juntar en un río de palabras
los sueños y los nombres lo que no se dice
en los periódicos los dolores del solitario
sorprendido en los recovecos de la lluvia
rescatar las parábolas deshojadas de los amantes y dároslas
al pie de los juegos de un niño
elaborando su dulce destrucción cotidiana
yo quería pronunciar las sílabas del pueblo
los sonidos de su congoja
señalaros por dónde le cojea el corazón
dar a entender al que sólo merece un tiro
por la espalda contaros de mis propios países
imponeros de los éxodos de las grandes
emigraciones que abrieron todos los caminos del mundo
del amor aun del arrastrado por ahí
por las acequias hablaros de los trenes
de mi amigo que se mató con un puñal ajeno
de la historia de todos los hombres desgarrada
por la ceguera por los arrecifes del mito
del siglo que acabarán mis tres hijos varones
de la lengua del pájaro y la espuma furiosa
en la estampida del gran cuadrúpedo
y quería hablaros de la Revolución
y de Cuba y de la Unión Soviética
y de la muchacha a quien amo por sus ojos
de mínima tormenta
y de vuestras vidas llenas de amaneceres
y de personas que preguntan. quién lo vio quién dijo eso
cómo podría hacerse yo llegué
antes que tú
y de todas las cosas de la naturaleza
y del corazón y sus testimonios
de la última huella digital antes del aniquilamiento
de los animalillos y la ternura
quería sí deciros todo eso y contaros
muchas historias que sé y que a mi vez me contaron
o que aprendí viviendo en la gran habitación del dolor
y cosas que dijeron otros poetas a que yo
y que era bueno que supierais
Y no he podido daros más —puerta cerrada de la poesía—
que mi propio cadáver decapitado en la arena


(México-La Habana, 1961-1962) Roque Dalton







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