domingo, 10 de agosto de 2008

Mahmoud Darwish, en homenaje al poeta en resistencia






2 comentarios:

  1. Es una gran pérdida, descanse en paz...

    Nueva York / Noviembre / Quinta Avenida /
    El sol es un platillo volante metálico /
    A la sombra, he preguntado a mi alma extranjera:
    ¿Es esto Babel o Sodoma?

    Allí, en el umbral de un abismo eléctrico
    alto como el cielo, me encontré con Edward
    hace treinta años,
    en un tiempo menos terco que éste.
    Nos dijimos:
    Si tu pasado te sirve de experiencia,
    ¡dale al mañana sentido y visión!
    Venga,
    vayamos hacia el mañana con fe
    en la sinceridad de la imaginación, y en el milagro de la hierba /

    No recuerdo si fuimos al cine
    aquella tarde. Sí que oí a unos indios
    antiguos que me gritaban:
    No os fiéis del caballo, ni de la modernidad.

    No, no hay víctima que pregunte al verdugo:
    ¿Yo soy tú? Si mi espada fuera
    más grande que mi rosa, ¿me preguntarías
    si haría lo que tú?

    Una pregunta así llama la atención del novelista
    en un despacho de cristal que da a
    los lirios de un jardín... donde la mano
    de la hipótesis es blanca como la conciencia
    del novelista cuando ajusta cuentas
    con la naturaleza humana: No hay mañana
    en el ayer, ¡avancemos pues! /

    Puede que el avance sea el puente de vuelta
    a la barbarie... /

    Nueva York. Edward se despierta con la pereza
    del alba. Toca una melodía de Mozart. Va a correr
    al campo de tenis de la Universidad. Reflexiona sobre
    la emigración de las aves al margen de fronteras y barreras.
    Hojea The New York Times. Redacta un artículo
    tenso. Maldice a un orientalista que guía al general
    hacia el punto débil del corazón de una oriental.
    Se da una ducha. Elige un traje con la elegancia de un gallo.
    Se toma su café con leche. Y grita
    con la aurora: Vamos, no te entretengas /

    Sobre el viento camina. Y en el viento
    sabe quién es. No existe techo para el viento.
    El viento no tiene casa. El viento es brújula
    para el Norte del extranjero.

    Dice: Soy de allí. Soy de aquí.
    Y no estoy allí, ni estoy aquí.
    Tengo dos nombres que se encuentran y se separan.
    Y tengo dos lenguas, pero he olvidado con cuál
    sueño,
    tengo la inglesa para escribir,
    dócil el léxico,
    y tengo otra con la que el cielo dialoga con
    Jerusalén, de plata el acento, pero que
    ¡no se somete a mi imaginación!

    ¿Y la identidad?, dije.
    Dijo: Autodefensa...
    La identidad es hija del nacimiento, pero
    al fin es creación de uno mismo, no
    herencia de un pasado. Yo soy lo plural. En
    mi interior está mi exterior renovado... Pero
    pertenezco a la pregunta de la víctima. Si no
    fuera de allí, habituaría a mi corazón
    a criar allí a la gacela de la metonimia.
    Lleva tu país donde vayas...
    y sé narcisista si cuadra /

    ―Exilio es el mundo exterior
    y exilio es el mundo interior.
    ¿Quién eres tú entre ambos?
    ―No me defino del todo
    para no echarme a perder. Yo soy lo que soy
    y soy el otro que es yo en una dualidad
    que se mece entre el verbo y el signo.

    Mahmud Darwix

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  2. Ratten:

    Esta semana iré comentando sobre Chantal (genial su exposición sobre opética y creación artística). Y sobre alguna cosilla más.
    El poema de Darwish lo conocía. Y lo incluyo, porque es sintomático del quehacer político y poético de este gran poeta.

    Un abrazote,

    Viktor

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