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Nuestra época queda así abonada para el ascenso de nuevos fundamentalismos y dogmatismos, no siempre asumidos ni públicamente reconocidos. El carácter instrumental, tecnocrático, que ha adoptado la implantación de los nuevos planes de estudio y las reformas educativas en curso deja escaso espacio para el pensamiento libre y la discusión abierta, dos viejos ideales de las esperanzas democráticas. Pero como ideales, como ideas que aún no disponen de los cauces prácticos que nos permitan compartirlas y hacerlas crecer, dichos valores solo sobrevivirán mediante la confianza en miradas que no se conformen con la descripción de lo que hay. Por ejemplo, si lo que hay es una consolidación (de la idea y de la práctica) de la comunicación como conjunto de instituciones principalmente con fines de negocio, entonces parece más necesaria que nunca una concepción que , atenta a esa poderosa realidad, sea capaz sin embargo de señalar sus límites, sus contradicciones, de manera que la comunicación pueda, en fin, ser no sólo institucional sino socialmente pensada y practicada.
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(EXTRACTO del libro "Perspectivas sobre comunicación y sociedad" Editado por la Universidad de Valencia 2004. Pertenece este fragmento a la introducción del autor)