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Hospital
1
Punto. Fin. La vena
azul de la sien. La vena hinchada y llena de vocablos. Acumular cuadernos,
repetir y repetir, hojas blancas sin número ni día. Arder con el termómetro en
el sobaco. Cantar arriba parias de la tierra. Porque no me llamo Pedro. No
tengo 36. No me llamo. Tengo bastantes años menos, un libro de poemas sin
publicar. Hago guardia en el instituto. Hace frío. Vino un policía. Me pateó en
la nuca. Entre varias culpas, me agradan las palabras pompa y boato. Ya lo he
dicho. Acumular cuadernos, hojas blancas. Los necesitaré un día para cuando nos
lo quiten todo y me los guarde enrollados secretamente en el culo. Soy dado a
la enfermedad. Quizás muera. En la escasez y en la penuria, ¿podré encontrar un
lápiz? Estoy cada vez más solo. Lo único que me afirma es el amor. Porque no me
llamo Pedro. No tengo 36. La vena de la sien a veces me late como una mariposa.
2
La vanidad y su pequeño
hilo de aceite. Creo que invento cosas, hincho el pecho y me sale un gorrión
aleteando de los testículos, una flema transparente parecida a una medusa. No
es extravagancia. Es simplemente mirar. Cuando deserto y me harto de paracetamol
o antibióticos me imagino que son gajos de una mandarina, creo que invento
cosas nuevas, viene un libro reptando, se ríe de mí, me quedo con el epigastrio
y el esternón a dos manos. El problema es el mal. Creo que invento. El error se
tuerce en las uñas mientras escribo. No me traiciono al decir mesa a mesa,
silla a silla, hombre enfermo a hombre. Ojalá hubiera nieve. Pero seca. Hielo
de aislapol como si alguien moliera los dientes de un caballo. Tengo la
imaginación por los suelos. Escribo como todo el mundo. No hay trabajo. No es
el escapismo de Houdini. Creo que invento cosas pero la muerte husmea. Afuera
de mi cueva hay aire puro. No me gusta la atadura en la pronunciación de ese
negro. Es mentira, afuera la cola de desahuciados camina hacia el final.
Escribo como todos. No hay trabajo. Un índice en mi pecho traza una cruz con
pomada de mentol.
Pedro Montealegre
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Pedro Montealegre (Santiago de Chile, 1975) es periodista. Cursa el doctorado en Lengua y Literatura Hispánicas y forma parte de la Unión de Escritores del País Valenciano. Reside en Valencia desde el año 2001. Ha publicado los libros Santos Subrogantes (Ediciones de la Universidad Austral de Chile, 1998); La Palabra Rabia (Editorial Denes, Valencia, 2005), El Hijo de Todos (Ediciones del 4 de Agosto, 2006) y Animal escaso (Ediciones idea, 2010). Aparece en diversas antologías americas y españolas, siendo en País imaginario (Ed. Amargord, 2012) su proxima colaboración. Es una de las principales voces de la poesía actual por su rigor creativo, intensidad y autonomía estilística y una irrenunciable capacidad crítica y desprogramada de intereses grupales, generacionales o de pertenencia tribal-literaria. Su apuesta por una escritura en solitario ha posibilitado una imparable y solvente consecución de escritos, no contaminados ni sumidos al dictado de la lógica o racionalidad domesticada, desafiando las modas, los géneros literarios, los límites normativos y exponiendo una briosa capacidad de exploración de lo irracional, lo musical, escapando de los aprioris, los cánones dominantes, la cultura masiva y de producción mercantil. Su modo de indisciplinarse lingüisticamente, de ejercer una libre reelaboración de las gramáticas creativas y los poemas irresumibles llevan un sello muy personal, del que queda constancia en este texto, Hospital, de reciente elaboración y que sacude las venas del capitalismo salvaje, al poner en evidencia las falsedades de su moralina y prejuicios frente a la enfermedad, la muerte, el trabajo o la dignidad del ser humano.
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Publica en el blog:http://montealegrepedro.blogspot.com/
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