viernes, 6 de julio de 2012

Novedad: EPITELIOS, de ROMÁN PORRAS (Ediciones Ultramarina Cartonera, 2012)

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Román Porras, biólogo, poeta y residente en Valencia, viene escribiendo poesía ya un tiempo, bajo una prudencia y distanciamiento con el papel y los medios que obedece especialmente a su modo de observar y estar en el mundo. Aún así, en el blog de Laura Giordani, 2 poemas de 2009 de Roman Porras, acá. Y también en este blog tuvimos la suerte de poder publicarle, aquí. Y muy interesante diálogo entre Mar Benegas y Román, acullá. Y así mismo, éste, poema que apareció en otro blog, por el 2008, cuya sustancia historicista y política expone su devenir y eticidad antipoder. Destaca en su escritura el pulso de una autenticidad e hipersensibilidad que transfigura lo atendido, lo visto. Los textos incluidos en Epitelios recorren 3 años de escritura silenciosa, de nomadeo por las vísceras del sentido, por las tripas y los pulmones del impulso votivo y amoroso. La intensidad y la singularidad de las imágenes, su modo de ser poema, palabra, voz, rozadura, tienen una honda coherencia con la vida, con la libertad y con la inutilidad de esas pocas cosas importantes a las que debiéramos hacer más caso. Y una resistencia a las políticas del hambre y desamparo que tan violentamente nos infringe el capitalismo de Siglo XXI. No hay derrota final mientras la sangre reverdezca en la piedra milenaria dejando una huella anónima, una presencia e insistencia de la buena voluntad que mueve cada verso y cada sílaba de un poeta deshecho en ternura, inteligencia y sana curiosidad.
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V. G.

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Desde aquí puedo ver el vuelo de las aves y más abajo, la silueta de la ciudad en la que vivo. La distancia me oculta sus rasgos pero aun soy capaz de distinguir el movimiento de los pequeños objetos en las calles.

Los conozco a casi todos. A diario coincido con ellos en la escalera, la parada del autobús, o en mi propia casa, aunque no creo que ninguno me recuerde. Tal vez unos pocos, pero a esos prefiero olvidarlos.

Me gusta observar, incluso lo que no dicen. Cuando observo, sus cuerpos crecen lentamente. Adheridas al fondo de las copas crecen las uñas y los senos, y las silabas amontonadas en la forma de sus labios. Los observo a todos y también el vuelo de las aves.

Desde aquí, lentamente.

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Portada: Susana Do Santos

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Ahora, como nunca o como siempre
las moscas amamantan a sus hijos
con vacas manantiales o nostalgia
de las aves del guano y los depósitos.

Si aún puedo nacer mañana y nazco
fuera de mí, de mi piel y mi carne
para ser el ojo que flota o llueve
en las noches de peces sumideros;

si soy nube como antes o mucosa;
si llego del océano y la náusea
de boca continente o cordillera

vomitaré ciudades y otros sólidos
para ser vegetal, arteria láctea
o fauna intersticial entre la arena.
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A veces casa o vientre, a veces rastro.
Del hambre umbilical y de la escarcha
asumí las ingestas y los dígitos.
Por orden. Uno a uno, rigurosos,
oleoductos y ciegos, intestinos;
los siete capitales, cada gesto
oleaginoso y firme, a veces dúctil.

Saciado con el hambre de los campos
he lamido sustancias y papilas,
lánguidos sucedáneos, divertículos
y rectos. Y la boca cuyos labios…
De nube o nimbo o germen que sucede
a veces lluvia o barro, a veces cieno.

Del corpúsculo y dentro, por debajo.
He salido del junco y de la náusea;
del agua y de las heces. A veces frio,
frágil o turbio. Aquí, donde las uñas,
a veces peristáltico, otras lento,
oscuro, glandular o de costumbre
dejo el nombre, la sangre y los sudarios.

De la tierra y del borde que resbala
guardo el sabor erguido de la espuma.
De los dientes del sable y la salmuera

el ojo del insecto y la partícula.
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ROMAN PORRAS, 
EPITELIOS (2012,