Una interrogación es el punto de partida de esta obra singular: el siglo XX, de creaciones e invenciones excepcionales, de realizaciones prodigiosas, de inteligencia y grandeza, ¿qué produjo?. Seguramente hay un Objeto, un producto genuino de este siglo XX, que no reconoce precedentes en toda la historia anterior de la humanidad y que lo define. Ese objeto, hipótesis basal de este libro, tiene que ser un objeto de arte y el autor lo llama, literalmente, "obra-de-arte".
Pues "siendo las obras de arte objetos pensantes, son las mejor situadas para pensar lo que es un objeto, todo objeto, el objeto a secas".
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Gérard Wajcman entra en materia convocando dos obras que en su momento "inauguraron el siglo a todo tambor": Rueda de bicicleta de Duchamp (1913) y Cuadro negro sobre fondo blanco de Malevitch (1915).
Un análisis que podría calificarse de milimétrico permite al autor desplegar - con estilo donde la llaneza entra en perfecta combinación con la belleza expresiva - una doctrina estética y ética que, salpicada por oportunas referencias a nociones de la perspectiva clásica así como por citas de importantes autores contemporáneos, establece una despojada y precisa concepción sobre lo que define a la obra de arte moderna. El vaciamiento es su operación sustancial , y la propia conformación de esa obra da existencia a un autor que es su sujeto supuesto. Sujeto portador del deseo de "hacer ver". Pues obra-del-arte, dice Wajcman, no es la que "da a ver" lo invisible, sino la que "hace ver" aquello que no hay.
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