18 de
octubre de 2012
La
libertad conlleva una cierta tristeza, sin la cual la vida no tiene un sentido
suficiente. Soy consciente, a menudo, que nuestro ahora carece de la tristeza
profunda que conmueve al corazón y eleva el coraje hasta la compasión
irrenunciable. Antes que la demencial ligereza y descaro de la alegría
consumista y desvinculada de los otros, antes defender la libertad que solo es
cierta pensada colectivamente y realizada personalmente. Si la poesía es vida,
lo es porque su sintaxis entra en el juego paradójico del desordenar y reelaborarse
continuamente. ¿No es poesía la sintaxis liberada de la Norma(lidad)? ¿O no
vamos a dejar que el poeta que principia su escritura sea él mismo quién habla,
quien propone, quién arriesga contra cualquier éxito o fortuna a una palabra
que vincule, hermane, retome la esperanza, respete a los muertos, horade su
propio jardín? Él solo se debe a la escucha atenta de la tierra y sus adentros,
donde la poesía dicta, a cada uno en su dialéctica indecibilidad, lo (in)suficiente. Sólo
desde una empatía real con los otros (y con lo otro), la experiencia y el
pensamiento pueden fructificar desde la tristeza y el coraje en una esperanza
que es un modo de estar en el mundo, de emanciparse y de lograrse, de fracasar
y no huir, de huir y no fracasar, casi libres, un casi resuelto en dignidad.
Algo vibra adentro, en lo oscuro, más bello y más sanador que los placebos y las
fruslerías del mercadeo sentimental y crematístico del Imperio de la postmodernidad.
Yo no sé, el yo no lo sabe… la poesía tiene la palabra justa… la música el saber…
Del inédito "NO A DIARIO"
Víktor Gómez