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Recojo tres textos de Antonio Méndez, uno ensayístico sobre que es y como escribir (en referencia a la poética de Aníbal Núñez) y dos poemas.
Supone siempre un temblor acercarse al habla de Méndez Rubio. Exponerse al margen, llegar al punto de saltar. Osar al extramuros. Asumir la posibilidad de lo otro. Resistir. ¿A qué? preguntaría Susana Díaz (autora de (Per)versiones y convergencias entre otros libros). ¿Quizá al falaz constructo racionalista del Orden Establecido que sostiene 'un mundo de rumbo equivocado'(*) , a la cultura masiva y al simulacro impuesto por los Mass Media y Agentes Culturales dominantes? diría yo.
De cualquier manera, os invito a leer, al riesgo de la aventura de ser, de ser críticos y sensibles. De escuchar en la voz del poeta ese mundo otro.
Los poemas son autónomos. Tienen sed de relectura. Y no han depositado en la coloquial razón ni en la evidencia su semilla. Ni creo que sean refugio, ni punto de llegada. Eso si, son la voz excelente y madura de nuestra mejor poesía en castellano.
(*) es frase extraida también de un ensayo de S. Díaz
Víktor Gómez
"Un cambio en la forma es un cambio en la realidad"
Jerome Rothenberg
En una palabra, lo que se espera de un signo es que nos lleve a algún sitio. Al menos, es lo que se busca demasiado a menudo. Así que, sabiéndolo o sin saberlo, acaba por haber en la significación una necesidad de desplazamiento, de viaje, de un nomadismo no siempre asumido ni por nosotros ni por el signo. El significado, la razón de lo que se dice, puede de hecho decir lo contrario, pero en la raíz del decir permanece esa potencialidad del traslado, o del desvío, que es también la semilla de lo esquivo. Quizá por eso la repetición le es inherente al signo: de ella se obtiene la confirmación del lugar adonde se ha de ir, a donde ya se ha ido -que no es poco-. Sin repetición entonces, un signo irrepetible, por la misma lógica, sería como si uno hubiera ido hasta un sitio sin saber a qué sitio ni tampoco que se hubiera ido. Sería sin duda un signo peligroso, cuya proximidad con el extravío sería excesiva, extemporanea, demasiado libre. Ayudaría a afrontar lo que es quizá irreconocible, ciego, por tener que ver con la lucha por apurar la razón del lugar donde se está.
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(Fragmento inicial de "Un peligroso signo" que escribiera Antonio Méndez en las jornadas que en abril del 2007 se celebraran en Valladolid en torno al poeta Aníbal Núñez y que se recoje en un valioso libro "MECANICA DE VUELO" que bajo la edición de Miguel Casado, publica el Consorcio del Círculo de Bellas Artes - Ediciones Pensamiento ISBN: 978-84-87619-25-0)
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Y todo
es gracias a tu caída,
sin que nadie haya tenido que hacer nada,
en un umbral de verdad, por
debajo de un musgo que se aparta
aún. Se ve el ir
de las nubes. Me
cambia la voz
solamente de ver un árbol.
Te puedo dar mi palabra.
es gracias a tu caída,
sin que nadie haya tenido que hacer nada,
en un umbral de verdad, por
debajo de un musgo que se aparta
aún. Se ve el ir
de las nubes. Me
cambia la voz
solamente de ver un árbol.
Te puedo dar mi palabra.
DE UN CUADERNO
Huele a lluvia de noche,
a alguna nube más blanca.
En cuanto a los demás
hablan por la falta de tiempo
pero no a nadie
y no contra el silencio. Es como si
fuera una cura de palabra
que ni
dentro de su cuerpo está a salvo
-¿de qué? ¿de quién?...
Sé que va a volver el frío
a encaramarse en los tilos,
aquí.
La recuperación,
como le pasa al pasado, a la paz,
no es un lugar seguro.
Huele a lluvia de noche,
a alguna nube más blanca.
En cuanto a los demás
hablan por la falta de tiempo
pero no a nadie
y no contra el silencio. Es como si
fuera una cura de palabra
que ni
dentro de su cuerpo está a salvo
-¿de qué? ¿de quién?...
Sé que va a volver el frío
a encaramarse en los tilos,
aquí.
La recuperación,
como le pasa al pasado, a la paz,
no es un lugar seguro.
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