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¿QUÉ ME HA LLEVADO (o traído) como de la mano, naturalmente, a un inestilo? Mi rechazo a toda literatura en la que se siente, sobre todo, el deseo del autor por lucir sus atavíos; mi rechazo a la brillantez, a la locuacidad demasiado "inteligente", a la facilidad de expresión casi siempre vecina del facilismo perezoso, automático, habitual, del surco verbal acostumbrado; mi rechazo a la ingeniosidad, más reñida con el espíritu que la misma ineptitud expresiva, mi rechazo a todo lo que no ha sido trabajado. Prefiero, prefiero no, se me impone la vía humilde, casi torpe, trabajosa, que por encima de todo va en busca de la expresión necesaria.
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Rafael Cadenas
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Rafael Cadenas nace un día de abril de 1930 en Barquisimeto, ciudad antiguamente llamada Nueva Segovia. Cerca de ella terminan o comienzan Los Andes, según se mire. Sus libros de poesía -Una isla, Los cuadernos del destierro, Falsas maniobras, Memorial,Intemperie, Gestiones y Amante-, así como los de prosa -Realidad y Literatura, En torno al lenguaje, Anotaciones, Dichos, Apuntes sobre San Juan de la Cruz- están recogidos en Obra entera, publicación del Fondo de Cultura Económica (México) y luego en la Editorial Pre-textos (España). Algunos años antes, Visor (España) le había publicado una antología. Hay traducciones de sus poemas en francés, italiano e inglés y, gracias a invitaciones, ha hecho lecturas en Estados Unidos, España, Portugal, Italia, Francia, Inglaterra, Austria, Alemania, México, Santo Domingo, Costa Rica, Colombia y Argentina. Reunió las traducciones hechas por él en El taller de al lado (bid&co, Caracas). Es profesor jubilado de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde dio clases principalmente de poesía española y norteamericana.
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Ha recibido el Premio Nacional de Ensayo (1984), el Premio Nacional de Literatura (1985), el Premio San Juan de la Cruz y el Premio Internacional de Poesía J. A. Pérez Bonalde (1992), así como una beca de la Fundación Guggenheim (1986). Recientemente le fue otorgado en México el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, antes llamado Juan Rulfo.
En poesía y en su vida le importa la veracidad. Significa correspondencia de las palabras con lo que se siente, y eso requiere vigilancia. Eso está expresado en su poema “Ars poética”, de su libro Memorial (1977). Le asombra el misterio inexpugnable de la realidad. Tiene mucho interés en la filosofía, en el estudio de la psique y, durante muchos años, en concepciones como el Zen, el taoísmo, el hinduismo y algunos místicos occidentales. En política, le preocupan los nacionalismos, las dictaduras de cualquier signo y las ideologías; en fin, está en contra de la destructividad humana, detrás de la cual están las desmesuras del ego. Aunque se sobrentienda con lo dicho anteriormente, defiende la democracia, la pluralidad y la convivencia, factores civilizatorios imprescindibles..
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1 comentario:
Me gusta Rafael Cadenas, pero tengo su último libro y no es que esté precisamente trabajado. No me disgusta ni me parece mal libo, pero no es que esté precisamente lo que se dice trabajado. Habría que empezar por ahí: predicando con el ejemplo.
Los poetas deberían callarse a tiempo. Y, en este sentido, él, pese a buen poeta, ya chochea un poco.
También critico esa costumbre tan común de muchos poetas de rechazar aquello de lo que no son capaces de hacer, o aquello que no se atreven a hacer, como dando a entender que sólo lo de ellos es lo difícil y meritorio. Tras esas pullas muchas veces disimuladas casi siempre se encuentra la trampa de la vanidad.
El ingenio no está reñido con el espíritu, lo diga Rafael Cadenas o mi admirado Juan Ramón Jiménez, pues el espíritu también es ingenioso. Ser aburrido no significa ser hondo. Y pasárselo bien de vez en cuando no es sinónimo de superficialidad. El espíritu, cuando queda con sensación de riña, es cuando no acepta de sí su todo, entre lo que se cuenta el propio ingenio.
Y, a fin de cuentas, la escritura es una actividad creativa. Y todas esas consideraciones no logran sino poner muros cada vez más altos a quien las expone, teniendo que saltar cada vez más alto, o estancándose sin sobrepasar ese muro, como es el caso, a estas alturas, de don Rafael.
Un saludo cordial.
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