.
¿cómo deponer las armas,
aún con el fuego cruzado,
humo y refriegas, gritos
y caos en el mediodía?
diezmados, exhaustos,
sombríos vamos agrupándonos
en un roto círculo de horror.
no puedo dejar que nos salven.
desnudo, empuño el último lirio
blanco, y con sólo cuatro leales
embisto a la horda de infames.
doce a uno, caen tres hermanos,
yo voy recogiendo sus capullos,
rosa, magnolia, lis... y despierto:
mi cama está cubierta de lodo.
mi cuerpo bañado en lunes laborable.
Víktor Gómez
No hay comentarios:
Publicar un comentario