miércoles, 2 de mayo de 2007

MANUEL CABRAL: ODA A LA PIEDRA (II)




ODA ESCRITA EN LA PIEDRA (II)


Es la América inédita,


la que estaba en el tacto,


la que estaba en la carne, como aquello que a veces se nos queda


en el vientre materno que se revienta en vida.



La América que un día se quedó entre los hombres


y creció entre sus manos como el río en el mar.
América también:


la que pinta de verde el aguacero,


la que suena en el fuerte como un tiro de paz,


la que muerde en la miga dura de tiempo el negro,


la que un poco se duerme tirada en una esquina


mientras la sangre antigua moja aun las espadas,


mientras todos los siglos caben en la garganta,


mientras el indio andino no conoce a Bolívar,


mientras por los caminos de los Andes las llamas


bajan a paso manso sin que lo sepa el mundo


una pequeña caja de pino en donde viene


tal vez no un niño muerto, sino el sueño profundo


de toda la montaña.



Ya la mañana viene sobre carretas pobres,


carretas que traen de lejos su catedral de fatiga.
Parece gente el aire que da contra la frente.


Viene la sangre niña como el agua primera.


Raíz de madrugada, canta el indio remoto.


La sonrisa se ha puesto de pie como una hazaña.


La mañana de ahora trae durezas de estatua.


Hoy la tierra que sube municipal es cósmica.


Nadie fundó la urbe... Fueron antiguas rocas


que crecieron a fuerza de pensar en las alas.


Hoy no lanza el hondero la piedra suelta al tiempo


sino que se levanta con ella misma el hombre.


Mientras pasa la muerte resucitando espadas.

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