Para pintar la cebra
Picasso va a la playa a ver las olas.
Este ambiguo cuadrúpedo que a oscuras
sin su disfraz de presidiario manso
se cae de un verso que me guarda llaves,
como el meteoro
que se le cae del ojo a los astrónomos.
Esta bestia con algo
de VanGogh en el cuerpo y en lo puro.
Pese al seco oleaje
Pese al seco oleaje
del retazo de mar que hay en su piel.
Y pese
al sonoro amarillo
del canario en su lomo.
Y pese a que también
como todo animal tampoco ríe
-salvo el que piensa-...
Este curioso reo sin delitos,
que huye de raíces ancestrales
cuando alas le ponen las mariposas en el rabo ciego,
no soporta mediocres familiares,
ni siquiera al burro
que perdió desde Adán por mal de ojo
su escritura de cebra en pleno cuero.
Este relincho mudo
Este relincho mudo
que una tarde sin crónicas de mafias,
dejará sus biológicos barrotes
como quien se desnuda de relámpagos.
Limpio animal que la mañana ignora
Limpio animal que la mañana ignora
cuando la noche desgarrada en rayas
en pleno mediodía
tiembla en su piel como una bestia herida.
Para pintar la cebra
Para pintar la cebra
saca Picasso de su pecho sangre.
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