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PARA DAPHNE
Y VIRGINIA
El calor
huele a madera de boj
cuando una ráfaga de aire
nos despierta
y enciende
nuestros pensamientos
sin vida, y los trae de vuelta
a una vida donde
dos mujeres
agonizan:
¿qué es, si
no, vivir y respirar?
Dos mujeres jóvenes.
El olor a
boj
es olor de lo que
cada una de ellas
comparte con
la otra
y que yo también
por separado
comparto.
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Sé paciente
mientras me dirijo
a ti en un poema: no existe
medio mejor.
La mente
vive ahí. Es incierta
y puede engañarnos,
dejándonos
medio
muertos. Pero en recursos
¿qué cosa puede
igualarla? Nada. Sin
sus alas
estaríamos
perdidos, no podríamos
escapar.
La mente
causa nuestras angustias
pero por ella podemos empezar de nuevo.
Ah,
y algo más,
que se
escapa:
un mundo femenino, con barreras que
impiden
pensarlo. Un
mundo nuevo
no es más que una mente nueva.
Y mente y poema
avanzan
Juntos. Dos
mujeres jóvenes, para
hacerlas caer en la
trampa,
olor a boj,
para detenerlas y atarlas
mientras la mente hace su
labor.
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En lo que
respecta a los hombres
todas tienen el mismo destino
y siempre hay uno
que, como
yo,
las ama;
que ama a todas las
mujeres, aunque
se descubra,
frente a ellas,
como cualquier otro,
muchas veces
confuso.
Tengo dos
hijos,
casados con estas dos mujeres,
y que, como ellas, viven
aparte
en un mundo de amor.
¿Notarán también
ellos el olor
del boj
en el fuego,
enfrentados, como están, al mundo
femenino, al cual
no tienen
acceso
a causa del olor que los arrastra
y les cierra la
entrada?
En la
familia tartamudeamos hasta que,
medio enloquecidos,
acertamos finalmente a
hablar.
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Ya no soy
un hombre joven.
El amor me estorba.
Es
un amor
menos
fuerte que el
de un muchacho
pero,
como este
olor a boj,
más penetrante, infinitamente más
penetrante
y en ese
sentido irresistible.
Hay, en el
tenso
toma y daca
de la vida en
pareja,
algo que no
es la misma tensión,
algo más, que la hace
a un lado
y la supera,
algo que busca elevarse
y ser
libre. No
somos carboneros
sobre las ramas peladas
con un gusano en la boca.
El gusano
está en nuestro
cerebro, y nos concierne
más que la comida de nuestra
prole: busca
trastocarnos el
pensamiento
y arrojarlo
a los
diarios o a cualquier sitio.
Hay, en resumen,
una
contra-tensión,
nacida del impacto sexual,
que lo sobrevive,
en
consonancia con la luna,
y que insiste.
Y hay más,
desde luego.
Las mujeres
No están solas
en esto. Al
menos
mientras este olor curativo se
extienda
bien pueden
escribirse unos versos.
Alojados en
esta granja vieja
en el campo
desayunamos en la
terraza
donde hay un
olmo.
Detrás, los arbustos,
descuidados. Ahí,
en su jaula,
para que no se como el jardín
entero,
vive un ganso que
nos mira
ladeando
la cabeza.
Un viejo y
callado compañero
que no escribe poemas.
Cuando hace buen día nos
sentamos
aquí mientras los pájaros
vienen y van.
Una pareja de petirrojos
construye su
nido
por segunda vez
en la temporada. Contra
su propia
razón, los
hombres
hablan de amor a veces, sin
importar
que sean viejos.
¿Qué más pueden
hacer? Es
eso
o mirar un ganso gordo
balancearse y
chapotear,
ruidoso, en
el fango
de su
estanque.
WILLIAM CARLOS WILLIAMS
LA MÚSICA DEL DESIERTO (Lumen, 2010)
Traducción al castellano de Juan Antonio Montiel.
1 comentario:
Yo no se escriben poemas así, tan de largo recorrido. Los hai-ku y los hay-Kai nos han hecho abominar de los campos abiertos. Hay que reconocerle a este poeta el haber llevado a pulso este poema, hasta arrastrarnos por él, hasta engullirnos por su boca. Tú sí que haces una labor descomunar por la poesía, Viktor...
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