viernes, 27 de abril de 2007

AMO A UNA MUJER DE LARGA CABELLERA





Amo a una mujer de larga cabellera

Como en un lago me hundo en su rostro suave

En su vientre mi frente boga con lentitud

Palpo muerdo acaricio volúmenes sedosos

Registro cavidades me esponjo de su zumo

Mujer pantano mío araña tenebrosa

Laberinto infinito tambor palacio extraño

Eres mi hermana única de olvido y abandono

Tus pechos y tus nalgas de dobles montes gemelos

me brindan la blancura de paloma gigante

El amor que nos damos es de noche en la noche

En rotundas crudezas la cama nos reúne

Se levantan columnas de olor y de respiros
Trituro masco sorbo me despeño

El deseo florece entre tumbas abiertas

Tumbas de besos bocas o moluscos

Estoy volando enfermo de venenos

Reinando en tus membranas errante y enviciado

Nada termina nada empieza todo es triunfo

de la ternura custodiada de silencio

El pensamiento ha huido de nosotros

Se juntan nuestras manos como piedras felices

Está la mente quieta como inmóvil palmípedo

Las horas se derriten los minutos se agotan

No existe nada más que agonía y placer
Placer tu cara no habla sino que va a caballo

sobre un mundo de nubes en la cueva del ser

Somos mudos no estamos en la vida ridícula

Hemos llegado a ser terribles y divinos

Fabricantes secretos de miel en abundancia

Se oyen los gemidos de la carne incansable

En un instante oí la mitad de mi nombre

saliendo repentino e tus dientes unidos

En la luz puede ver la expresión de tu faz

que parecías otra mujer en aquel éxtasis

La oscuridad me pone furioso no te veo

No encuentro tu cabeza y no sé lo que toco

Cuatro manos se van con sus dueño dormidos

y lejos de ellas vagan también los cuatro pies

Ya no hay dueños no hay más que suspenso y vacío

El barco del placer encalla en alta mar

¿Dónde estás? ¿Dónde estoy? ¿Quién soy?

¿Quién eres?Para siempre abandono este interrogatorio

Ebrio hechizado loco a las puertas del morbo

grandiosa la pasión espero el turno fálico
De nuevo en una habitación estamos juntos

Desnudos estupendos cómplices de la Muerte.


CARLOS EDMUNDO DE ORY

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