N O C H E S
COLAPSADAS
No durmió aquella noche,
los gajos amargos de una fruta
más prohibida que la terrenal,
fueron ocupando la estancia
junto a ella como sombras fértiles
en la memoria, un desfile incesante
vagó en lentitud de ánimas sin escrúpulos.
No durmió aquella noche,
ni dormiría tantas otras.
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