En la inteligencia poética que algunas personas han desarrollado podemos advertir la sutileza de sus hallazgos, la capacidad de ahondar en cada palabra y caminarla. David Eloy en un poema sencillo y nada simple juega con dos hermosas y poco atendidas palabras. Hospitalidad y risa. Que en la relectura de éste poema tengais la posibilidad de ser como niños, de ver con ojos nuevos, de abrir el corazón por los ojos y dejarle bombear por los abrazos. Que de la mezcla genuina e ingenua de esta palabra itinerante y vuestra curiosidad broten pájaros sobre el árbol comunitario que los caudales de la poesía y la acción vienen alimentando. Que la mezcla de verso y sueño, de la ternura y realidad, nos dejen pensar dinámicamente en un año por venir más acogedor, menos ciego. Y que sea la aventura del leer, sin solución de continuidad, parte de nuestra cotidiana aventura de ser, entre la gente y el silencio, humanamente libertarios, fraternos, pacíficos, ecuánimes. En una ciudad de tres millones de habitantes o en una aldea de once. Un escucha requiere. Una escucha siempre en movimiento. Una escucha atenta, ese dialogar lento: la poesía es Palabra Itinerante.
Víktor Gómez

"Se llama hospitalidad al acto de dar hospedaje y más concretamente a la virtud que se ejercita con peregrinos, menesterosos y desvalidos, recogiéndolos y prestándoles la debida asistencia en sus necesidades." (wikipedia, ver más aquí)
"La risa es la reacción biológica de los humanos a momentos o situaciones de humor: una expresión externa de diversión. La risa se puede clasificar en función de duración y de su tono: desde la risita nerviosa, caquino, carcajada, risotada, cascabeleo, risa malvada, hipido." (wikipedia, ver más aquí )
HOSPITALIDAD
La risa huele a raíz y a cielo despejado,
sabe todo lo que saben las luciernagas,
la risa hace volar las cometas graves
del sueño en voz alta, desmandadas.
La risa es una comarca sin gobierno,
un barco cuya tripulación es el olvido.
Hay lugares sin daño. Allí
somos grumetes de barcos de papel
que construimos en la infancia.
Allí se verifica que el mundo
tiene dimensiones de verano,
el mismo tacto que la música.
En una casa enorme con todas
las puertas abiertas hubo
una pausa, una paz, un acuerdo,
un manojo de alegrías juntas.
Fuímos todos entonces madera
del mismo árbol que nadie,
nunca, conseguira talar.
David Eloy
Asombros
Editor César Sastre
Col. Carne y sueño