domingo, 5 de febrero de 2012

PUNCTUM, de MARTÍN GAMBAROTTA, con postfacio de MARÍA SALGADO para Ediciones Liliputienses

.
.


.
.
.
Punctum (I Concurso Hispanoamericano Diario de Poesía, 1995), del poeta argentino Martín Gambarotta (1968), que leí el jueves 2 de febrero, a medianoche y releí el viernes 3 de febrero de madrugada, en la edición que ha editado José Mª Cumbreño para Ediciones liliputienses, tiene además un postfacio, "Lo que parecía ser, lo que sin duda era, lo que empezó siendo", de la poeta María Salgado, muy pertinente y develador del impoder de la poesía necesaria y su capacidad de crear comunidad inconfesable y subvertir lentamente, como un ácido, los aceros y muros del presente. Lo político es poético, por tanto, su verdad es una violencia, ya que supera, desborda, agota la mentira que llaman verdad los amos del mundo, sus chequeras y sus fusiles. Punctum es un disparo solitario, pero tiene eco, cuerpo a cuerpo, atraviesa unx a unx a cada nuevx lector y vence, contra lo esperado que sería el olvido o el desprecio, su no-lugar de reunión y de resistencia activa en nuevas generaciones de ciudadanos americanos o europeos. ¿Cuál es la fuerza de una voz ante el ruido atronador del marketing, las consolas, los vehículos frenéticos, las maquinas tragaperras y la publicidad incesante? ¿cómo quién huyó de la lengua domesticada resonó hasta el tiempo-ahora, haciendo comprensible toda la opresión y mezquindad de las dictaduras y el sistema capitalista? El cómo es cosa vuestra. Ese es uno de los logros de Gambarotta, no sustituye al lector. No seduce. Expone. Se expone... ¿queremos ver? Ahí un reto, nuevamente. Por donde pasa la poesía es, en muchas ocasiones, por donde no nos hemos atrevido ni a mirar. 

El vídeo que acompaño es el recitado del poeta César Bandin (Buenos Aires, 1948) al poema I del mítico libro hispanoamericano.  


Sobre la 1ª edición española de Punctum, akí
.
.
María Salgado, blog 
.
.
.
.



.
.
.
.



1

Una pieza

donde el espacio del techo es igual

al del piso que a su vez es igual

al de cada una de las cuatro paredes

que delimitan un lugar sobre la calle.

La bruma se traslada a su mente

vacía, no sabe quién es y el primer

pensamiento "un perro que se da cuenta que es perro

deja de serlo'' vuelve a formar parte

del sueño pero aparece, difusa,

la maceta: una pava abollada con plantas

en el centro de la mesa: dos caballetes

sosteniendo una tabla de madera

--entonces está despierto.

Las manchas de óxido en el cielo--

el color de la luz sobre las cosas, el cielo

que se retrae y es óxido borroneado

entre sus ojos y cae dormido de nuevo, pero aparece

un orden en la materia despierta.

La ubicación lúcida

del lugar en el día, el ruido,

el cuerpo latiendo,

la ruina de una idea que corre

por una red de nervios,

palabras de acero

contenidas en un soplo:

un orificio cabeza de alfiler

en una cavidad del corazón. 


Martín Gambarotta
.
.
.
.