
Creí en casi todos los prodigios
y en uno sobre todos.
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Perdí.
Solamente me quedaba el fulgor momentáneo
de unas pocas palabras aún no dichas.
La última y desolada incertidumbre.
DESIGNIO del poemario OTESNITA (1979)
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No son fechas ni historias las horas que abrazamos,
ni siquiera un puñado de palabras
o bandada de imágenes en el aire elocuente.
Desde mi frente salta el caudal de tu nombre,
y en aquella agua inmóvil que te mira
desde le pasado, vives siempre igual a ti misma,
sin que los años puedan calcinarte.
Esbozo tu perfil de nieve, signos
que el invierno me dicta con su verdad severa.
Risa blanca, abedules, lenta fascinación,
tiempo sin tiempo, días en la noche,
sol que regresa a su hontanar de aromas
junto al fuego domado del refugio.
El mundo se diluye en tu mirada,
la página que quiere conservarte
desde una eternidad que duele y queda.
Sólo muere la mano que te escribe.
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SOLO MUERE LA MANO QUE TE ESCRIBE del poemario del mismo título (1989).