------------He amado las palabras con mi hambre más honda,
sentí su piel de musgo muy cerca de mis labios,
su ceniza y su luz coronando mis dientes,
diluirse en mi lengua, caer hacia el profundo
abismo de mi carne. Muy lenta, y torpemente,
como a aves fugaces, perseguí las palabras.
-------(Miguel Florián, Habitación 328 y otros poemas. Edit. Visor, Madrid, 2001)

Dos poemas del toledano
Miguel Florian (Ocaña, 1953), publicados en
Revista de Occidente, nº 328, sept-2008, en la sección de Creación literaria adjunto abajo. Acebuche y otro sin título.
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En una entrevista en las veladas poéticas de la UIMP dijo algo que comparto totalmente, sobre poesía "creo que quizá la buena poesía no está entre lo que se vende"
Y tambien se refirió a que “la poesía de carga simbólica sirve de refugio contra la agresión del mundo urbano”, así como “de apósito y de refugio”.
Quizá yo ahí matizaría como lector que lo preciso es una insurrecta apuesta, una resistencia a la pasividad, al desatender lo urgente. Pero esto último es de mi cosecha. Lo suyo es leer la poesía que nos llega por la mano de Miguel Florian y que tiene en los 5 poemas que aparecen en Revista de Occidente una excelente factura, una invitación a la palabra del desvelamiento.
V. G.
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ACEBUCHE
El gato asciende silencioso
por el tronco gris del acebuche.
Como la noche es negro.
Como tus ojos, negro.
Como la muerte.
Revolotean plumas.
El dolor del instante, la belleza

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Muy poco puede hacer la violeta
por alcanzar la luz. Su tallo es frágil.
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El moscardon se posa en su corola.
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La flor se inclina hasta rozar la tierra,
se une con el color metálico del sueño,
como si el filo acerado de la muerte
la cubriera de fuego, de luminosa escarcha.
Miguel Florián