Una mística sin torres ni púrpuras. Un canto sin desmemoria ni soberbia. El pulso de la hierba cuando recibe la bendición del rocío. Un temblor. Casi una promesa. Hambre para el amo y sus canes. Su inteligencia entre los muros de su casa, abierta como un abrazo, a los presos y a los no libres.
Víktor
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Pero
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El dios de la risa y los cantos hace ya tiempo
qué cerró tras de sí la eternidad.
Desde entonces sólo de vez en cuando
resuena en nosotros un recuerdo agonizante.
Pero desde entonces sólo el dolor
no alcanza nunca la dimensión humana,
es siempre mayor que el hombre,
y sin embargo tiene que caberle en el corazón.
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Vladimir Holan
(trad. Clara Janés)
Dolor