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Mis lágrimas,
hasta mis lágrimas endurecieron.
Yo que creía en todo,
en todos.
Yo que sólo pedía un poco de ternura,
lo que no cuesta nada,
a no ser el corazón.
Ahora es tarde ya.
Ahora la ternura no basta.
He probado el sabor de la pólvora.