jueves, 2 de abril de 2009

MATIAS ESCALERA: Entrevista y poema inédito

Para Viktor: cuestionario, poema inédito y primer capítulo de Un mar invisible

 

1.- ¿Desde dónde (qué autores, obras) se puede un lector aproximar a tu poesía comprometida, social, neo/vanguardista, de tradición no canónica?

 

Soy profesor de literatura y eso inevitablemente se nota. He mamado la tradición, me he criado y trabajo con el canon occidental, pero también he buceado en las aguas negras que rodean a esa isla artificial y paradisiaca; y procuro, en parte, reescribirla y reventarla desde dentro. Y en esas aguas negras me he encontrado por ejemplo al Arcipreste de Hita (el primero entre todos, para mi formación), a los poetas satíricos del siglo quince castellano, a la poesía popular no canónica y a cierto romancero tradicional oculto; a François Villon y a Garcilaso, o a Aldana, pero también a Fernando de Rojas, y al mismo Cervantes (primus tamen inter pares), antes de ser triturados, claro, por la crítica universitaria (salvo honradas excepciones, siempre servil, manipuladora y ramplona); o a los románticos ingleses, y a los alemanes, especialmente al Schelling de La relación del arte con la naturaleza y al Heine de Noches florentinas (más allá también de los mitos y de toda la escoria "sentimental" y de segunda mano que se les ha adosado); al Lautremont de Los cantos de Maldoror, al Céline del Viaje al final de la noche; a Maiakovski y a Brecht, por supuesto; a Kafka y a Karel Capek; o a raros como el Maurice Pons de Las estaciones, o el Henry Roth de Llámalo sueño o el Thomas Benrhard de Tala (narradores, novelistas que se adentran en los territorios de la poesía: pues para mí –y en mi obra se nota–, las fronteras entre los géneros son muy permeables, como podrás comprobar a lo largo de estos dos próximos años, en los que, si todo va bien, saldrán a la luz las novelas y los relatos; algunos de los cuales se pueden leer en la revista digital Youkali [www.youkali.net]); y que acompañarán al nuevo poemario en proceso actualmente. Sin olvidarme de los extraordinarios casos de Antonio Machado y Valle Inclán (excepcionales por la lucidez intelectual y artística demostrada en sus respectivas capacidades para evolucionar y dar respuestas a su tiempo); tampoco, de Andrianne Rich, o de los no menos extraordinarios casos de César Vallejo y Roque Dalton; o de Gil de Biedma, de José Hierro y de López Pacheco; o de Juan Perucho y del mejor Panero. Y, de hoy mismo, las obras de algunos compañeros, si no de generación estrictamente, sí de sensibilidad, como la de Antonio Orihuela, o la de Quique Falcón, o la fundamentalísima de Jorge Riechmann; o la de algunos recientes e impactantes descubrimientos, para mí, como son las de Patricio Rascón y Antonio Martínez i Ferrer… En fin, me dejo –lo sé– a muchos autores y muchas lecturas que han ido conformando, de una u otra manera, mi forma de entender la escritura poética, pero con estas pinceladas, sin meditarlas mucho, creo que te puedes ir haciendo una idea.

 

2.- ¿cumple la poesía una labor de resistencia o de  acompañamiento de los que luchan por las libertades y derechos humanos?

 

Para contestar a esto me remito a la entrevista que Alberto García Teresa me ha hecho para Diagonal, y que saldrá, creo, muy pronto. En ella, digo lo siguiente: "La poesía (como la novela, el cine o el teatro) por sí misma no basta, no es un arma, como pretendió y soñó Celaya, en tiempos de sueños y de pretensiones irresistibles y acuciantes… No es un arma, pero sí puede ser el inicio del camino para la toma de un arma, cualquiera que esta sea, que cambie de modo efectivo la realidad; o la canción que acompañe su uso… La poesía no cambia la Historia, pero sí la acompaña. Y eso es lo que trato de hacer con la mía, acompañar –literalmente– a mis "compañeros de trabajo" (aquellos que han renunciado a infligir sufrimiento a los demás) y arrastrar con ellos "sus silencios y su propio sufrimiento", como quería el protagonista de la monumental y bellísima novela, La estética de la resistencia, de Peter Weiss."

 

   

3.- ¿Por qué tu poesía se aleja del canon? ¿Qué posibilidad tiene de incidir en los lectores desde su excentricidad o descentramiento?

 

Cuando antes he citado a Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, en realidad, su Libro de buen amor, no lo he hecho por mera pose erudita (pues, cuando escribo y digo algo, por regla general, procuro que las palabras no sobren y digan lo que deben decir: algo que aprendí de muy jovencito del Azorín de Castilla). El Libro de buen amor es, sin duda, uno de los primeros intentos literarios críticos de la literatura europea occidental, precisamente porque utiliza los discursos canónicos heredados –manipuladores y mentirosos–, como los clericales o los amorosos cortesanos, para reventarlos a partir de la extrapolación (ideo)lógica, irónica y paródica de sus contradicciones. Y eso es lo que, en una parte fundamental, hay detrás de mi forma de concebir el acto de escribir: restaurar por pasiva el significado activo de las palabras y discursos con las que precisamente nos someten: si lees mis poemas de amor, verás claramente lo que te digo; o cuando hago hincapié en la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en nuestro propio estado de sumisión. No concibo otra forma de escribir; vivimos una sola vez y de una vez para siempre, y no puedes dejar de responder a la vida que vives por tener una carrera literaria, por ejemplo. Eso, si miro hacia atrás, nunca lo he pretendido, ni siquiera cuando podía desearlo; si no, no hubiese roto toda mi obra escrita antes de los treinta y un años, y no hubiese escrito lo que escribo, ni del modo como lo escribo. Hay muchas formas de combatir las fuerzas que nos arrastran al desastre, o de dar, al menos, la voz de alarma, y esta es una más, no la única; hay que dar la batalla en todos los frentes a los que llegues, sin dejar vacía ninguna trinchera sin pelearla al menos (tal vez sea por mi carácter, no lo sé; o porque me crié entre los barrios de Usera y Carabanchel, y pateé mucho sus calles; o quizás fueron los viejos camaradas del Partido Comunista, cuando los conocí de verdad en los barrios de Alcalá de Henares; pero el caso es que me resisto a dejar una brecha sin cubrir); y la poesía, la novela, el teatro, el pensamiento, la acción política e ideológica tienen muchas trincheras abiertas. Lo que escribo como poeta, como novelista y, ahora también, como autor dramático; o cuando ejerzo de profesor y de crítico en los congresos y simposios a los que asisto, o cuando colaboro con las revistas de mi especialidad; o lo que hago como editor, en Tierradenadie Ediciones y en la revista Youkali; o como miembro del Centro de Documentación Crítica; quizás sea poco o nada e irrelevante todo, en relación con la gravedad de los procesos históricos en que estamos inmersos, pero es lo que sé hacer, y lo que hago. Además de procurar ser fiel y útil a mis "compañeros de trabajo".

   

4.- ¿Cómo entiendes el maridaje de poesía y política en el presente? 

 

Creo que va respondida esta pregunta en la anterior; pero escribir es tomar y escoger posición en los frentes abiertos, tanto sociales como políticos; y quien no lo entienda así, quien crea que el arte está no se sabe dónde, más allá que acá, es que trabaja, sin saberlo (o sabiéndolo), para el enemigo. Y por lo menos hay que ser consciente de ello y marear la perdiz con idas y venidas y virguerías cansinas. Y quien tenga dudas que repase la historia de la literatura, y que lea; que lea y verá… Y para botón una muestra, cuando en España estaban los intelectuales antifascistas en Valencia tratando de enfrentarse a la cruda realidad histórica (material y concreta, al menos); Paul Valery estaba en un congreso de Estética hablando del arte puro y esencial (y conste que a mí me gusta Paul Valery); pero él no se engañaba y trataba de engañar a los demás con chorradas; él sabía dónde estaba y con quién estaba, y punto; y da grima, sin embargo, ver a "intelectuales de izquierda" rizar el rizo para justificar las chuminadas y los pactos vergonzantes que hacen sólo para proteger sus carreras de "rojos oficiales", en periódicos globales, aulas universitarias decrépitas, o aburridos y previsibles programas "culturales" de los magazines y tertulias radiofónicas de postín.

   

5.- ¿tu labor docente y tu labor creativa son compatibles? ¿Cómo armonizar claridad docente y la dificultad del lenguaje poético crítico?

 

Jamás miento a mis alumnos (decir la verdad es lo más sencillo: que los poetas petrarquistas hacían lo que hacían, porque eran señores o estaban al servicio de los señores, y se tocaban los cojones todo el día; eso lo entiende hasta el más torpe, una vez que leemos unos cuantos sonetos y los comparamos con las canciones que oyen ellos habitualmente y vemos cómo el concepto del amor que ensalzan y cantan es simplemente una soplapollez, bellísimamente construida, eso sí; pero una soplapollez sumamente artificiosa que no resiste la experiencia real: y eso que suelo leer con ellos al propio Dante y a Garcilaso, dos de mis poetas preferidos). A un nivel o a otro, mis alumnos (la inspección, el Director de mi centro y mis compañeros, también) siempre saben de qué pie cojeo, pues es lo primero que les digo a los chicos acerca de mí; pero jamás trato de imponer, ni directa ni indirectamente, mi visión de las cosas, pues no sólo es inútil, sino pernicioso y contraproducente; eso sí, siempre les aviso del peligro de los neutrales (que son los peores: les digo; de la más rancia derechona). Sé que puede parecer contradictorio y paradójico que me cachondee con ellos de poetas a los que estimo, pero es que no hay otro modo de acceder verdaderamente a la tradición (y a la vida en general) que el humor, la paradoja y la ironía. Los partidos comunistas y el socialismo real, por ejemplo (y sabes que los he vivido ambos) han desaparecido, y cualquier proyecto de transformación social y política, también literaria y artística, está condenado al fracaso y a desaparecer, si no acepta en su seno la contradicción y la paradoja, e incluso el caos; los guardianes de la ortodoxia, regularmente unos miedosos apocados e imbéciles, que no ven más allá de sus narices, y que pueden convertirse en auténticos verdugos, llegado el caso, son los peores enemigos del cambio y del riesgo consustancial a cualquier avance o reto social e histórico. La verdad es que alucino cuando veo que la mayoría pensaba y piensa que el Socialismo o cualquier sociedad alternativa al Capitalismo se iba a construir en un plis-plas, por nuestra mera voluntad, porque tenemos la razón, o por una especie de mística "necesidad histórica"; cuando a la burguesía le ha costado más de nueve siglos construir su mundo y la cosmovisión que lo sostiene. A veces, pienso que entre nosotros se lee poco y se reflexiona aún menos.

   

6.- ¿recomendarías media docena de poetas muertos ya? ¿Y otros tantos vivos?

 

A los nombrados al principio, en la respuesta a la primera pregunta, y a lo largo de las otras respuestas, podría añadir también los nombres de Baudelaire, mucho más que Rimbaud; André Gide y el Juan Ramón Jiménez de Diario de un poeta recién casado, o de algunos poemas de Animal de fondo; el Lorca de Poeta en Nueva York y el Luis Cernuda más rabioso o el Vicente Aleixandre de Historia del corazón o En un vasto dominio y el Alberti de Sobre los ángeles. Y no quisiera ponerme aún más estupendo con obras tan "personales" como la de Nerval, Georg Trakl, el Eliot de The Love Song of J. Alfred Prufrock (que utilizo, por cierto, en una de mis novelas), el Paul Celan menos árido, y algunas cosas de Bukowski, o de Ángel Valente; además de obras como las Blas de Otero, o la de una grandísima desconocida, Ángela Figuera Aymerich (que recomiendo vivamente releer), o las de Ángel González y Gamoneda, que no estaría de más repasar. Y de entre lo que he leído de los compañeros de Moguer, me parecen vías interesantes las emprendidas –desde perspectivas muy diferentes– por Manuel Blanco, Ausiàs Navarro Millet, Antonio Crespo Massieu, Bernardo Santos y Francis Vas, por ejemplo, junto a la profundidad de la obra de un Uberto Stabile; y no puedo dejar de mencionar un reciente –también– redescubrimiento, debido sin duda a una lectura más reposada de su obra, de Violeta C. Rangel y La posesión del humo. Y la sincera rabia de poetas como Lucas Rodríguez o David González… Creo que es suficiente, aunque sé que me dejo nombres y obras en el tintero, pues no he querido consultar libros, notas y bibliografía, y he citado de memoria, para que esto no se convirtiera en una mera lección o recetario.

POEMA (inédito incluido en el poemario actualmente en proceso, titulado interinamente Pero no islas)

 

CONFORMIDAD DE UNA VÍCTIMA PROBABLE

 

Alguien nos mira con mirada agotada y rencorosa (o quizás sea una mirada

triste después de todo: y me he confundido y el rencor

y la tristeza son la misma desdicha)

 

La mirada mira de fuera a dentro nuestra obscena alegría

De vivir (y de morir: inútilmente) Y nuestro derroche (de risas

y de muecas cortantes)

 

La mirada ahora es aún más turbia: casi amarilla (con el amarillo sucio del hambre

y de la malaria: o como el amarillo pálido del marfil

de contrabando) Y nos observa escondida detrás de los alambres…

 

Carcajadas de hienas satisfechas (digo que observa de fuera

a dentro) La encienden

Y la inyectan: es la espera insufrible del control (y de los estrechos

que cruzar: o los mares que morir)

 

Encendida: inyectada al fin: roja de furia (furia que arrastra: no le demos

más vueltas a un asunto tan claro

tan sencillo) Mi asesinato (no busquéis culpables: en esa mirada

al menos) Está justificado

 

No le demos –pues– más vueltas: sentados

En nuestras terrazas… (en el negro rectángulo tampoco

hay respuestas)

 

Sigamos bebiendo… (a mí el muerto vodka bien frío por favor)

Como si nada sucediese: como si esa mirada

No nos mirase de fuera a dentro (y no existiese: tal vez no exista)

 

No os escandalicéis –pues– de mi sangre derramada (ni de mis vísceras

    estrelladas contra el cristal: lleguemos a la conclusión

que lleguemos ahora) Soy culpable

 

O quizás otros lo sean por mí (poco o nada importa: esa mirada que mira

de fuera a dentro no repara en matices) Y el odio inocente

 

 

 

PRIMER CAPÍTULO de la novela UN MAR INVISIBLE, que será publicada en IslaVaria, a mediados del próximo año.

 

 

[1]

 

 

                        ... "Haya astros en la bóveda del cielo para separar el día de la noche, que sirvan de señal y determinen los tiempos, los días y los años..." Génesis I, 14

 

    El Trópico Zumbón era un lugar que encandilaba y ofuscaba (cautivaba, prefieren otros) a quienes por allí pasaban; una mañana, muy temprano, apareció un rigurosísimo y muy formal inspector de Hacienda (La puerta estaba abierta...

-     Mi hija estaba regando la parra...

-     A lo primero, no se atrevía, tocó dos veces la cancela...

-     Con la carterita de material, parecía el del Ocaso...) Antes de irse (como gesto inequívoco de la fraternal reconciliación entre aquellos honrados contribuyentes -que no contribuían- y el honesto cuerpo de inspectores fiscales) recomendó -apelando a la sacrosanta vía de la fuerza de la sangre- a un sobrino segundo de la tía Luna para primer asistente de la Plana Mayor en la Comandancia de Madrid (¡Maldita tómbola esa del excedente de cupo, señor fiscal!...) Su cuñado, teniente coronel con plaza -excelente estratega y mejor persona- se encargaría de todo...

    No hace mucho, poco antes de su destrucción, un arrogante (también) y espigado cabo (¡Suboficial, si no le importa, señora!...) de la policía municipal -con un edicto intimatorio de los juzgados de primera instancia en la mano- terminó cantando con ellos -a la tercera calada- el Himno de Riego (Al final, se olvidó de entregar los papeles que traía...)

 

    Ahora, sin embargo, Julián lee; en realidad, bebe: bebe y lee (bebelé) Lee y bebe (le'bebe) y reniega... Bebelé y jura -e injuria también-, reninjuria y le'bebe... los gobiernos implicados en el escándalo... Bebelé y reninjuria, en realidad... han ocultado durante meses la noticia... (¡Hijoputas!...) la extensión de la epidemia por las cuatro comarcas fronterizas, y... Bebelé... más de dos mil quinientos misteriosos fallecimientos acaecidos... y reninjuria... en los últimos seis años... (?) disimulados entre... Le'bebe... Las viviendas de las primeras promociones se entregarán en los próximos meses... (¡Estafajoputas!...) se explican ahora... (?) la sangre era posteriormente vendida a empresas sin... ...y se encargaban de comerciar con ella... ...las escombreras, los poblados marginales y las viejas casas baratas, construidas hace... (¡Qué cabrones!...) hasta el momento, nadie ha dimitido, ni nadie ha explicado lo sucedido... ...desaparecerán pronto... ...el hermetismo es absoluto; todo señala hacia la utilización criminal de plasma sanguíneo y material desechable contaminado... ...cinco nuevos barrios, varios polígonos comerciales y tres urbanizaciones de lujo... ...la connivencia de las autoridades políticas y sanitarias... ...miles de millones de... (¡Estafadores!...) el aislamiento, el paro endémico y la pobreza... ...una nueva y flamante ciudad... (¡Cabrones!...) la ocultación y manipulación de los datos... ...la magnitud de la tragedia... ...orgullo de... ...denuncias de las organizaciones no gubernamentales... (Estafajoputas!...) el responsable de urbanismo, Venancio Perales... ...desde hace algunos años... ...cuyos intereses... ...las irregularidades detectadas en la compraventa de sangre y órganos... ...dos nuevas promociones... ...en la región del Alto N... ...una nueva ciudad surgirá...

-     ¿Ummm...?

    (Bebelé -le'bebe- y reninjuria...) Santiago de... mañana... ...homenaje... Salvador Allende... ...nadie mencionará a Henry Kissinger, ni a la CIA... (¡Hijoputas!...) Ni a la ITT, ni a Donald Kendall, el presidente de Pepsi Cola, ni a Richard Nixon -su viejo amigo y antiguo cliente-, ni al Chase Manhattan Bank, ni al general Augusto Pinochet (ni a su puta madre)

-     ¿Ummm...?

    ... tampoco se hará mención de las víctimas, ni de los verdugos... (ni de los millones de dólares que costearon el golpe...) se hablará de los valores de la democracia; de la libertad y del orden... (¡Cabrones!...) del gesto moral y del alto valor ético... ...de la reconciliación entre los viejos ene... (del perdón y del olvido: bla, bla, bla, total, gilipolleces, tantos años después, mejor el silencio...) Diez de septiembre... (el silencio: piensa)

-     ¡No sé por qué nos cuesta tanto reconocerlo! -masculla las sílabas...

-     ¿Ummm...?

    Cierra el periódico, lo dobla con un gesto airado y se lo tira a Ezequiel, al fondo de la barra (¿Ummm...? ¡Eh!...) ¡Que no sé por qué nos cuesta tanto a los esclavosnabos aceptar una verdad tan simple! -escupe con desprecio lo de esclavosnabos. Es una provocación...

-     ¿Que somos putabasura...?

-     ¡Clavosnabos anda!...

-     ¡Ja, ja, ja!...

-     ¡No jodasss, tío!...

-     ¡Como te lo digo, tío!... ¡Monigotes y sombras!...

-     Banqueros, puteros... Corporaciones, cojones...

-     Pero, pero...

-     ¡Peropero, peropero!... (¡Ji, ji, ji!...) ¡Porompompero!... Y con la voz y la entonación de un poeta académico, recita: Banqueros, puteros... Corporaciones, cascajones... Gobierno, infierno... (¡Ji, ji, ji!...)

-     Una pandillassson... de macarrassson... macarracarronessson... cabrorrabonessson... iracundosss... sss... rabonesss... sss... ssson... Y de asesinosss... sss...ssson...

-     Gobipierno, coñinfierno...

-     Hormigas... ¡Somos hormihigas que comen las migahigas!... (¡Ji, ji, ji!...)

-     Todo lo an(o)uncia el libre combebercio...

-     ¡Ja, ja, ja!...

-     La gran puta dice: pon el culo y esputa...

-     El gobiernono del puebloblo me la trae flojajaja...

-     Blo, blo, blo, bló... blo, blo, bló... blo, blo, bló... ¡flop!...

-     ¡Vaya lapo!...

-     ¡Escuputa lapoputa!...

-     ¡Alto o te lapo!... (¡Ji, ji, ji!...)

-     El impeperio de la lapoley... (¡Ja, ja, ja!...)

-     ¡Dejadlo ya, bocanegras! -suplica, la tía Luna...

-     ¡Pe...per... pero!... (¡Peperompompero!... ¡Ja, ja, ja!...)

-     ¡Pero cómo sois los payos!... No puede una estarse aquí, cuando sus ponéis así de paganos... ¡Condenaos payos, sin ley! -relata entre dientes, refunfuñando, mientras su marido asiente con ademán de patriarca...

-     Los payos sois mu raros -dice, por fin, el viejo...

-     ¡Vaya una puta mieeerda!... (¡Eeeeeeeeh!...) ¡Da mieeerdo!... Valverde (incomprensiblemente) no atiende a la súplica de la tía Luna (Vaya una puta mieeerda, da mieeerdo -ha dicho, de repente...) Y para contrarrestar la sorpresa y el estupor (¡Los payos sois mu raros!...) que provocan sus palabras (Era el único que había permanecido callado, ni pío había dicho...

-     Justo hasta el momento en que dijo lo que dijo, no había abierto el pico...

-     Se puso colorado como un tomate...) acobardado, cierra los ojos, encoge los hombros y agarra con fuerza su vieja botella vacía dentro del bolsillo...

-     ¡Vaya una puta mieeerda!... ¡Da mieeerdo! -remacha, Julián, sin embargo, de un modo que suena a mecánico y a provocativo, desde el otro extremo de la barra. Tiene también una botella en la mano y la mitad de su contenido ha barrido y cauterizado ya su garganta (Se había tomado media botella de ginebra y se daba perfectamente cuenta de ello...) ¡Vaya una puta... puta... mierda!... ¡Da... mieeerdo! -repite, tapándose los oídos con las manos abovedadas... ¡Vaaayaaa uuunaaa puuutaaa puuutaaa miiieeerdaaa!... ¡Daaa miiieeerdooo!... ¡Vaaayaaa uuunaaa puuutaaa puuutaaa miiieeerdaaa!... ¡Daaa miiieeerdooo!... Vibran y rebotan los sonidos en las paredes verticales de su cráneo... miiieeer... dooo... puuu... taaa... Devuelve el eco y restituyen las sílabas momentáneamente desaparecidas, las hondas cavidades, los cañones y los acantilados cerebrales... Atruenan las palabras con un acento blando y metálico... Cercanos y distantes... (Todo a un tiempo: tiernacerínea resonancia y contiguorremota tronavoz...) puuu... taaa... eeer... dooo... daaa...

    Los demás se miran (se han quedado mudos) mientras observan cautivados el nuevo entretenimiento de Julián, y deciden taparse, también ellos, los oídos con las manos abovedadas, y articular pausadamente extraños vocablos ininteligibles, con los que erigen series artificiosas... (Pandillassson... esclavosnabos... de macarrassson... macarracarronessson... putabasura... cabrorrabonessson... iracundosss... sss... rabonesss... sss... escuputa lapoputa... ssson... y de asesinosss... sss...ssson...) Que escandalizan a la tía Luna: jitanjaforean en voz baja, en voz alta, bordoneando las vibraciones, declamándolas, separándolas y juntándolas al azar... Se recrean en cada una de las secuencias que arrojan a las cajas de resonancia de sus cerebros enfebreternecidos, como hipnotizados por el eco de las sílabas (vibraciones) mismas, hasta que paulatinamente -secuencia a secuencia, sílaba a sílaba, sonido a sonido; primero, uno, después, otro- parecen olvidarse del juego, de los amebeos disparatados y furiosos, de la burla que han puesto en marcha contra el cansancio, contra la omisión y contra el auténtico olvido (distinto de este olvido que alcanza igualmente a los hechos y a las palabras que han motivado ese estallido de facundia caótica y airada...)

 

-    ¡Un poco de respeto, amigo Valverde!... ¡Un poco de respeto! -añade ahora con acento rumboso y userino, como si no hubiese transcurrido ni un segundo siquiera, desde que el bueno de Valverde hablase y se le encendieran sus cándidos mofletes avergonzados... No se lo tenga en cuenta, tía Luna, estos gentiles no saben lo que hacen...

 

    Está borracho y se ha pasado toda la noche en vela, espiando y acechando el encubierto, majestuoso e indiferente rodar de las esferas... Además, mientras bajaba de su centinela perdida, ha rozado, una vez más, la piel escamosa e inhóspita de la bestia, el reseco y sucio pellejo del infortunio, y, una vez más, ha sentido repugnancia de esa extrema sordidez, de ese dolor y de esa desventura (y, una vez más, se ha avergonzado de ello, y ha sentido una rabia incontenible por sentirse avergonzado de haber sentido repugnancia y hastío de aquella piltrafa humana) Está rendido y siente su cuerpo cóncavo y abotagado... Algo se descompone dentro de él, mientras sigue, sin perderlas de vista, las espirales blancas y azules que él mismo provoca con sus profundas bocanadas, y -olvidado de todo- las mira, primero, remontar el vuelo, enrollarse y desenrollarse como volutas de pergamino por encima de sus cabezas, elevarse a lo alto, desaparecer en seguida en las tinieblas y aparecer de nuevo, arremolinarse alrededor de las bombillas encendidas y disolverse por último entre los haces de la luz amarillenta; mientras sostiene aún la botella por la cintura, llena el vaso también una vez más, lo contempla durante unos segundos, como si el universo entero estuviese contenido en él, y se lanza el líquido ardiente a la garganta con ansia renovada, como si quisiera quemar las últimas palabras -recordadas súbitamente- que le quedan dentro del gaznate...

    Un trago más... ('joputasss...) y otro... (cabr'nesss...) y otro... (asss'inosss...) para que pase el tiempo, mientras contempla las volutas de humo y algo se descompone en su cuerpo hinchado, cóncavo, abotagado (está definitivamente borracho)

 

-     ¡Nosss rrroban lasssalmasssmasss! -las palabras salen solas, casi por sorpresa... Y morrrirr'mosss enlamasss compl'ta sssol'dad...

    ...

-     Aband'nadosss...

    ...

-     Entr'losss pl'netasss y la ffferoz 'ndifer'ncia... de lassstrellasss lejanasss 'nfinitasss...

    ...

-     Yo lasss conozco fffien -declara con ebrio orgullo de centinela de la noche... Otro buche más y para adentro... Con saña... Con furia... Con el oscuro y amargo resentimiento de la bilis que le quema la garganta... Y otro más... Hasta que el cartílago tiroides se estremece dentro del gañote... Pr'ferimoh bab'ar lah p'labrasss -apenas se le entiende... Bab'ar lah p'labrasss -repite sin fuerzas... Y el dessstin'invsbl... Amasa las palabras, las rumia, las saliva -las últimas palabras- y se desploma sobre el mármol gastado...

-     Está curda el payo... -dice, el marido de la tía Luna, mientras tamborilea con sus dedos de sarmiento el respaldo sobado y descolorido de la silla sobre la que se inclina y apoya su peso... !Ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... ¡yaiii! -arranca entonces, el viejo patriarca desplazado, por lo bajini... !Ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... !Ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!...

-     !Ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... !Ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... !ti ri tan tran!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... ¡yaiii!... ¡yaiii! -le siguen, a la par, pisándose los sones, su mujer, la tía Luna, y el zorro de Ezequiel, casi en un susurro... Los demás hace tiempo que se han callado y han dejado de prestar atención, sólo Valverde da la réplica con su acento reilado y fingidamente malhechor...

 

¡Reconocerte fue enloquecer,

caricatura de la mujer que adoré,

percanta, milonga,

cruel muñeca del amor!...

 

 

    Del cuaderno de notas de Julián

    [El origen de la separación. La lenta manifestación de lo histórico]

    No concibo las cosas sin considerar antes la innumerable sucesión de principios que han precedido a la final manifestación de las mismas; acaso no sea esta costumbre otra cosa que un indicio de la perversa inclinación del humanista a contemplar, antes que las consecuencias, la eterna repetición de los instantes puros y de las causas primeras; natural propensión que retarda y difiere el acto -el enfrentamiento y el inevitable contacto con la realidad, con esa fluida corriente de causas y efectos que desemboca en los actos irreversibles... en la acción llevada a efecto de una vez para siempre y sin remedio... Como cuando decimos: "Te amo"... o "Lo comprendo"... Y no es cierto... ni amamos, ni comprendemos. Y no es que sea una mentira, no, exactamente... pero no es verdad tampoco... y, además, ya no hay vuelta atrás... O cuando llega el momento de la separación, o el del nacimiento de un hijo, o el tiempo, pongamos por caso, de tomar partido, de decidir de qué lado estás... Dicho de otro modo, cuando todo desemboca en los hechos incontestables, o en determinados fenómenos inabarcables, pero ineludibles, de la diaria existencia...

    A veces, me digo que, tal vez, esta insana querencia que me lleva a contemplar, una y otra vez, el eterno principio de las cosas, no deja de ser un vano intento de expresar la metálica limpidez e infinita perfección de la esfera, la tersa brillantez de su volumen: eterna emanación centrífuga de la nada, de la no existencia, del inimaginable punto que señala el completo vacío... El vano intento quizás de permanecer en el limbo de la no existencia, o de una existencia virtual sin compromiso con la acción, con el acto fundador de la realidad... (En el fondo, nihilismo -le dice, Estepeña-; puro nihilismo pequeñoburgués...)

 

-     El Ser... (Y no me importa si me comprenden o no me comprenden...) Todo lo que existe y se da por sí mismo (¡No os distraigáis, hostias!...) no sería más que una descomunal y rocambolesca paradoja; la realidad entera, la que se ve, como la que no se ve, no sería, en definitiva, otra cosa que una extraña manifestación del No Ser...

-     Nihilismo -dice, Estepeña- puro nihilismo pequeñoburgués...

-     Y lo realmente dado, el universo entero, podría, así, concebirse como una cósmica vela blanca hinchada por el tempestuoso y blando aliento de Dios -de la Nada- que surca un océano silencioso e infinito, a través de una no menos infinita negrura...

-     ¡Eso es arte retórico, sí, señor!... ¡Olé, tus cojones!...

-     Pero qué mal hablao es este condenao payo, con perdón, aleluya -exclama, la tía Luna...

-     ¡El arte es cosa de los amos! -subraya, el zorro de Ezequiel...

-     ¡Espíritu privilegiado, ácrata divino!... El santo arcángel, san Miguel, el general de la luz en persona te nombrará, estoy seguro, tabernero mayor del Apocalipsis (Tabernero epifánico, diría, yo...) Sólo una objeción, ilustre camarada; con todo y con eso, fusta opresora, tralla escarnecedora en mano de los amos, el arte nos salva de la barbarie y de la desazón, Schopenhauer dixit... Y, ay, amigo, cuando Schopenhauer afirma algo así, no bromea...

    (Silencio. No importa, pero realmente sí me importa...)

    El corazón del monstruo está caliente y late con fuerza -quiere decir, Valverde, cuando apenas se han calmado los ecos de la intervención de Julián... ¡Es un corazón sanguinario!...

    (Todo lo que existe, por definición, nos pide sangre y dolor, puesto que el Ser nos impele al Acto, a la mudanza, al abandono de la venturosa quietud...)

    Pero incluso por el depravado corazón de la bestia corren aún gotas de esperanza. Como en tu corazón aún late la esperanza -hubiese querido decirle a Julián... Son el mismo corazón, y ambos se obstinan en el sufrimiento -hubiese querido decirle a Julián... (¡Pedazo de fenómeno!... ¡Era un artistazo!...) Sus miembros están fríos, y su piel escamosa y resplandeciente parece la de un difunto, es verdad, pero sus aceras y sus avenidas arrastran aún residuos de esperanza... (Como arrastraba el desvarío, sin saberlo, su propio corazón...) Si perdemos la esperanza, ¿qué nos queda...? -le hubiese gustado gritar a los cuatro vientos, pero no se atrevió... (Julián y la bestia tienen mucho en común -musita... (¿Qué?) Siente escrúpulos sólo de pensarlo... (¡Maldita puta esperanza!...)

 

-     Cómo explicar, si no -añade, Estepeña-, esa persistente sensación de destierro que nos embarga, de ser-para-algo-diferente, ¿eh?; o ese ansia de vacío que nos impulsa hacia nuestra propia destrucción, como especie y como individuos... O la esperanza que impulsa a los humanistas irreductibles (Como yo, dilo...) hacia su paulatina y segura aniquilación... (En realidad, sí, me importa. Me importa mucho; es lo que más me importa...)

-     ¿Y si no hubiese ni especie ni individuos...? -pregunta, Munelbeq, a traición... (¿Si no hubiese especie, ni individuos?, dice, el cabrón... Si no hubiese especie, ni individuos, dice... ¿Clases, tribus, corporaciones, acaso? ¿Se referirá a ello? Clases, tribus, corporaciones, sí; pero no, especie ni individuos...)

-     Ni especie, ni individuos... -repite, caviloso, Estepeña (ni especie ni'ndividuos...) como un sordo eco de las palabras del africano... Ni especie, ni individuos, dices... ¡Ya, ya, ya!... En el desierto, no hay especie ni individuos, claro... Sólo existe la partida, el clan, la caravana, la aldea... No hay prójimos fuera de sus límites, sólo extraños y huéspedes... (Pausa) Y la suma de los destinos prefijados en el Libro de las estrellas desde el principio de los tiempos, por supuesto...

-     Tal vez... Sí, tal vez, tengas razón... (Pero aunque del otro lado (?) no quede nadie... ¡Ya me has jodido!... Aunque del otro lado no quede nadie a quien llamar prójimo o semejante... Aunque el esfuerzo por recordar resulte inútil y no se llene el hondo hueco de nuestro abatimiento... No me lo pongas más difícil, amigo mío... ¡Ni especie ni individuos!... Ni siquiera esa vaga añoranza del inconcebible "primer vacío creador"... Inútil y todo, hay que intentarlo una y otra vez... Contra toda esperanza...)

-     ¡Estimado Julián! -le corta, Estepeña (¡Bellaco cabrón!...) Mientras indaga, él también, una respuesta satisfactoria al reparo lógico planteado por Munelbeq... Apreciado colega, veo con satisfacción que no has abandonado ese irreductible optimismo tan peculiar de los viejos humanistas, tan propio de los mártires más ilustres de la Santa Voluntad... ¡Bien!... ¡Muy bien!... Además, sin voluntariedad y un poco de mala leche, no hay poesía, amigos... ¡El voluntarismo!... ¡El voluntarismo y la mala leche!...

    ...

    Los demás callan, le miran y se miran unos a otros perplejos (Silencio. Claro que me importa, aunque disimule y aparente lo contrario, con esta especie de indolencia dolorida y teatral, que resulta ridícula, después de haber oído lo que he oído... ¡Claro que me importa!...)

-     Y la más genuina mala leche viene, sin duda, de los optimistas -sentencia con un incontrovertible gesto de burla en su mirada (¡Bellaco cabrón!...) La verdadera mala leche y los actos más despiadados proceden, a menudo, de las esperanzas abortadas...

-     ¡No tiene nada que ver!... (¿O, sí, tiene que ver...?)

-     Quizás no tenga nada que ver una cosa con la otra, pero, en este punto, tengo toda la razón... ¡Sin un poco de mala leche, no hay poesía!... Sin provocación, el arte -sea lo que sea eso- se convierte en puro devaneo, en una mariconada... ¡La provocación!... (¡Clases, tribus visibles e invisibles, corporaciones criminales!... Sí, eso era lo que había dicho...) La provocación da otro giro (?) a cualquier asunto... (Ni especie, ni individuos, había dicho...)

 

    Y, ahora, mientras sube el terraplén -entre los rimeros de escombros y de basura humeante-, se lo repite él a sí mismo, aunque sabe perfectamente que allí, arriba, sobre el viso yermo y desolado, en aquel resbaladizo y peligroso filo de la madrugada, nadie le aguarda para ser provocado... Con un poco de suerte, su propia imagen, hilvanando con los trozos visibles de la Luna y de la Vía Láctea, la blanca vela del ser, henchida -aseguraría entonces el otro, sin titubear- de razones y de sentido; él mismo -en realidad, el otro- convertido en un desamparado (sic) más -que era como se refería, Ezequiel, a los seres preocupados por las cosas inasibles-, encarnando otro yo (idéntico) de mentira, con otra alma repleta de palabras y un poco avergonzado por sentir cómo la desesperación se le escapa hacia afuera, unas veces, por entre la mirada, y otras, a través del gesto irreprimible de resignación y de tristeza que sigue a la constatación de un nuevo fracaso; o bien, por esa leve inclinación de los hombros que suele indicar el punto en que uno se da por vencido definitivamente, y renuncia a la última posibilidad de liarse a hostia partida (Sancta verba Ethequielis!) con el mundo entero; avergonzado de ver cómo se le escapa hacia afuera, sin que pueda uno hacer nada por retenerla en su interior, la vergüenza de la desesperación, aprisionarla y asfixiarla dentro de sí, hasta que se pudra dentro, bien adentro, y dejar que su infección nos engangrene el alma y nos embote los sentidos; hasta morir, aunque sigamos vivos, pero muertos, en realidad...

    Y se imagina a su otro yo tiritando, como él, calado hasta los huesos por la fría humedad del relente... (Cercados por el oscuro vacío, compadre; estamos completamente cercados...) Con un relumbre de ilusión y extraño desvarío en el rostro... (Cercados por los espejos que nos ocultan el mundo...) Con la delirante mirada de los necios que creen haber descubierto, sobre el horizonte encendido, algún pálido y fugaz vislumbre de la metálica perfección de la esfera inicial; y, en realidad, se trata sólo de la urbe monstruosa extendiéndose, desplegándose perezosamente; adelantando -arrastrando- sus pesadas extremidades de asfalto, de hierro y de luz, por encima de las inmundicias, de las bolsas de plástico y de la desazón. Y las ciegas esperanzas y el cemento armado... (¡Poetazo!...

-     ¡Piquito de oro!...) Y el sucio parpadeo de las interminables ringleras de bombillas contra el aciago firmamento nocturno... (Todo anunciaba su inminente llegada...

-     Los agentes inmobiliarios de Perales...

-     Las indemnizaciones y las amenazas...

-     Las indemnizaciones arbitrarias y las expropiaciones fraudulentas...

-     Lo visible en lucha contra lo invisible...

-     Las hileras de casitas valladas, aisladas y ensartadas como brochetas de carne, y sus regulares cercados de aligustre y las perfectas agrupaciones enfiladas, como cruces, como mojones, como enterramientos de un gigantesco cementerio jardín derramándose por el horizonte...)

 

-     Un poco de caña nunca está de más... (¡Que se jodan los espíritus sensibles!...) El arte y la resbalosa belleza (¡Oh, viejo zorro, qué insospechada aptitud adjetival, la tuya!...) ¿no son acaso cosas de amos...? Cierra los ojos y grita:

-     ¡Que se jodan los espíritus sensibles!...

 

    Enemigo invisible. Somos invisibles. Estéril y desolada violencia nihilista... (Dicen que dicen los amos...) Da uno, dos, tres pasos con los ojos cerrados... (Uno, otro y otro...) Invisibles amantes de la Oscura Nada y del Esférico Silencio... Contra el guirigay infinito, infesto, infausto, de las pantallas... De los gilipociferantes torsos de la imbecilipollez universal... Examina... (Uno, dos, tres...) la ceguera momentánea... Un paso más, el rellano sobre la montaña de escombros y una guillotina y el bajel de la luna avanzando por el cárdeno firmamento del alba, por fin... Abre los ojos. Cada amanecer, improvisada atalaya... Otro paso más aún y nadie allí, arriba, en efecto, nadie más contando estrellas... Nadie más que él oteando los extensos dominios cambiantes y periféricos del dragón camaleón. Y, sobre la negra costilla encendida del horizonte, la blanca y álgida redondez de la vela lunar... En retirada (Singladura perfecta, compadre...) cautelosa, justo antes de que llegue el crepúsculo y la cegadora luz del día...

    (¡Un poco de caña!...) Sí, pero ¿a quién? (¿Contra quién?) -se pregunta... Si ya no los vemos siquiera, si ya no les podemos cortar las cabezas... (Vencida y cautiva la Edad de Oro...) Monsieur Guillotin, ¿dónde se ha metido usted...? (La'dad'oro vencida...) Monsieur Guillotin, où est-ce que vous est allé...? Peut-être... (L'age d'or vaincue...) Avec le vaisseau lunaire...?

 

    [Asunto: "Martes rojos en El Trópico"]

    Notas sueltas:

Hoy, hemos visto La batalla de Argel, de Costa-Gavras... La discusión se ha centrado -a propósito del joven árabe que resulta atrapado entre los dos fuegos: el de los militares franceses y el de los terroristas del F. L. N.- en el coste asociado a las distintas formas de confrontación (¿Son, las víctimas inocentes de la lucha armada, un peaje inaceptable, que corrompe -ab initio- irreversiblemente la bondad de los fines perseguidos, o no son más que los inevitables "daños colaterales" de cualquier conflicto, en su fase más crítica y violenta...? La mayoría tenía en mente a los últimos trabajadores muertos, a manos de ETA; yo pensaba en Valverde) A lo general, hay que anteponer siempre lo particular, entre lo abstracto y lo concreto, siempre debemos preferir lo concreto, y la vida de un hombre es lo más concreto que conocemos ("Lo único concreto" -ha subrayado, Estepeña...)

Ellos -las corporaciones, los estados, las religiones, el capital- computan, juegan y nos convencen con lo general y lo abstracto ("¡Malditas sean todos los dioses y todas las patrias!" -ha gritado, en un punto del debate, alguien que no he reconocido...) Nosotros, en los métodos de lucha -querámoslo o no-, prefiguramos el mundo que deseamos (es el dilema al que se enfrenta el grupo de guerrilleros tupamaros en Estado de sitio...) Algunos de los camaradas más jóvenes de La Fábrica2 han mostrado abiertamente su desacuerdo con este planteamiento, ellos prefieren aún la tersa y gélida pureza del ideal, a la viva y hosca realidad -rugosa, ardiente y contradictoria- de lo concreto (son -para lo bueno y para lo malo- jóvenes airados) Aunque quizás sea yo el que me estoy haciendo viejo y demasiado acomodaticio con lo posible -con la realidad dada (¿Por quién? ¿Quién establece las fronteras de lo efectivamente dado?) No estoy seguro -quizás sea eso, que me hago viejo-, pero sigo pensando que es el aprecio desinteresado de lo vivo -de lo particular y lo concreto- lo que nos lleva más directamente a la experiencia de lo verdadero (esto entra en aparente contradicción con otra parte -más materialista- de mi pensamiento; ambas caras son la misma cara de la misma moneda, como sucede con el ochavo mágico de Ezequiel...)

"Nada ni nadie nos reclama desde el mundo exterior, no somos tan importantes. Nadie lo es"... (escribe Joseph Conrad, en Lord Jim, cap. xxxiii) Algo lógico y comprensible en un cálculo -computo, juego- en el que el valor de lo humano es igual a cero...

...

 

    [Acerca de la solidaridad entre los invisibles]

    ¡Para los palestinos de la Cisjordania ocupada, los palestinos de la franja de Gaza son como los gitanos para vosotros! -me dice, Hazan, el joven abogado, con una encantadora (charmante et séduisant!...) sonrisa... ¡No te confundas, yo no soy de Gaza! -insiste, por si acaso no he comprendido...

    ¡Para los búlgaros, los rumanos y los turcos son como los gitanos para vosotros! -me dice Simeon Yirkov, después de la clase de español en la Cruz Roja, con una sonrisa... (¡No te confundas!...)

    ¡Para nosotros, aquí, los portugueses y los yugoslavos son como los gitanos en España! -me dijo, hace unos años, Eusebio González, un encantador (charmante et séduisant aussi...) emigrante español, a orillas del lago de Locarno... (¡No te confundas!...) ¡Qué buena gente son (eran) todos ellos, en el fondo!... Como (sans doute!...) lo era también Giacomo Bolzen, el orondo patrón italo helvético -amigo de Eusebio González-, en su pensión del lago de Locarno, para quien los españoles -incluido, supuse entonces, su amigo de más de veinte años, Eusebio González- nos parecíamos mucho a los zíngaros, procedentes de Hungría, y a los italianos de Catania, por lo morenos y porque no nos duchábamos muy a menudo...)

 

    Qué magnífico sería comprobar la existencia de una escondida y secreta (instintiva) solidaridad entre los que sufren, entre los vapuleados que vagan sin rumbo por las entrañas del monstruo; que esperan solos; que suben solos; que gritan solos; que se desesperan solos; que bajan solos; que miran cómo se refleja su solitud en el silencio de los túneles subterráneos, o en el espejo retrovisor de sus vehículos (en las autopistas o en el flujo abrasador de las avenidas) Una secreta adhesión entre los que van cruzando los días a tientas; entre los que persiguen sin aliento un sueño o huyen de un sueño -que viene a ser lo mismo-, en los muelles de carga y descarga, en los ascensores, en las colas de los grandes almacenes, en los andenes silbantes, en los trenes de cercanías, en las estaciones perdidas, cada mañana... Cualquier ligadura (forzada por la inteligencia, o por el instinto) de rabia y de venganza...

    ¡Magnífico y excitante, sin duda!...

    Pero no existe tal vínculo; ni un solo gesto de complicidad entre los parias, ningún furioso ademán de protesta entre los que han sido tan violentamente expulsados del tiempo...

    (Y, aun así, es preciso encontrar un hueco por el que pasar al otro lado de los deseos) Optimismo inveterado de los viejos humanistas. Santa voluntad, lo llama Estepeña... (No importa. Silencio) Silencio para escuchar el silencio de la tierra... (Aunque nadie nos reclame, aunque no exista lazo ninguno que nos ate, ni signo cómplice con el que señalarselo a los demás, deberíamos poder decir alguna vez: ¡Eh, por aquí!... ¡Este es el secreto!... ¡Esta es la puerta!... O algo por el estilo, por dotar de un poco de sentido a la áspera línea del horizonte...)

 

-     ¡Eso es lo que Rosario y yo queríamos, abrir esa puerta!... (Ambos miran al frente, escrutan las torres de alta tensión, los contrafuertes de ladrillo, las trincheras y los cráteres de escombros, y las gavillas y manojos de antenas que se alzan, acá y allá, contra el cielo perla de la madrugada lluviosa; y registran -con visible preocupación- la actividad de hormiguero que se adivina acercándose -que se barrunta ya, a lo lejos, alrededor de la Gran Cerda... Las piras de basura y los desechos humeantes que arden sin control en las hondonadas de los vertederos; y, a la derecha, las líneas y los ángulos de las nuevas construcciones, que buscan, a su modo, también una discontinuidad en el lienzo gris del horizonte, sin encontrarla...)

-     Cuando me di cuenta de que se trataba del tiempo, de que lo demás no importaba... (Silencio. Silencio para escuchar el silencio de la tierra y el canto de chicharra de los cables de alta tensión) Al principio, ella no entendía del todo todas mis razones, pero aun así me apoyaba, un poco a ciegas. Luego, sí... (El silencio de la tierra, el canto de chicharra de los cables...) Después, creo que sí llegó a entender, incluso mejor que yo, lo de esa condenada caverna de visionarios (como la llama la tía Luna)

 

    [Tú sí que eres un auténtico visionario, viejo zorro, un visionario fetén que an(o)uncias (Ja, ja, ja...) el porvenir, lo que a los demás nos cuesta ver o no nos atrevemos a ver, ni soñar siquiera. Soñar, soñar, soñar, antes de morir... ("¡Qué bella canción de cuna!" -Estepenna dixit...) ¡Singular y admirable profeta del más acá, muéstranos el camino a los extraviados y a los inadaptados!... Grítanos: ¡Eh, aquí!... Y te seguiremos con los ojos cerrados... Monsieur L'Esprit, où est-ce que vous êtes allé... Monsieur L'Espoir...]

 

    Del cuaderno de notas de Julián

    [El origen de la separación. La lenta manifestación de lo histórico]

    Durante el Renacimiento, cuando, a lo largo de los siglos XV y XVI, se cierra definitivamente la frontera que separa a los artistas de la mayoría profana, un verdadero conflicto de intereses sacude el campo de los especialistas: entre los denominados humanistas, poseedores del latín, y los que podríamos llamar, asimismo, profesionales bárbaros -aquellos cuyo trabajo se realizaba exclusivamente en lengua vulgar...

    Detrás de tal conflicto, en realidad, subyace una clara intención de dominio, que la paulatina pero inexorable especialización de las actividades intelectuales y profesionales, resolverá, de modo provisorio, asignando los diversos ámbitos de influencia. Para los humanistas, esto es, para los poseedores de la lengua latina, quedarán las ciencias especulativas, la teología y la jurisdicción canónica -de las que fueron excluidos todos aquellos que no sabían latín... Y para los nuevos príncipes: para sus técnicos y para sus ingenieros -pero también para la vieja nobleza y para las mujeres, estamentos generalmente iletrados-, se destinarán principalmente las artes plásticas -y prácticas-, la música y la literatura en lengua vulgar -en función de espectadores, lectores y receptores pasivos de los eventos técnicos y artísticos que se conforman (dicen) para su distracción (deleite) y enseñanza...

    ...

    (Deleitar enseñando, dicen) Alza la vista del cuaderno (cuanto más se fragmentan y especializan los saberes, menos conocimiento se alcanza...) y mira a través de las roñosas e irregulares cristaleras de la garita, y delante (entre, detrás) de todas las figuras, trazas (líquidas apariencias) y perfiles descompuestos que la tiniebla le devuelve de sí mismo, y de las cosas que lo rodean, columbra la escabrosa e irregular inclinación (mancha de sombra) de los terraplenes de escombros que dentro de poco (del discurrir superfluo expiación ritual salutación -matutina- de la luz) subirá...

    Apaga la lámpara, se levanta y se queda -así, en posición de firmes- en un oscuro y concentrado silencio. Enfrente (delante, detrás) sólo la inmensa negrura y la metálica presencia de la esfera... (Seguramente se trataba del natural vértigo de lo finito enfrentado a lo infinito, de lo mortal, a lo inmortal, de lo creado, a lo increado, de lo temporal, a lo eterno...) Sus pensamientos iban detrás (delante, enfrente) del cercano (pálido lejano) rastro de la Luna sobre la negra costilla del horizonte (cuanto más sabemos de los fenómenos, más nos alejamos de la sabiduría, se han apropiado de todas las guillotinas y no quedan plazas públicas donde ajusticiarlos, las han vendido o las han horadado)

    Por eso, mientras contemplaba, desde lo alto de la loma pelada -como desde una nube cenicienta y brillante-, las dos naves del almacén, allí, abajo, desiertas y abandonadas a su suerte, como vencidas por el raro oleaje que formaban las sombras, los montones de chatarra retorcida y los restos herrumbrosos de la vieja maquinaria inservible (como el pensamiento), contaba -por enésima vez- y distinguía los camiones de las grúas y las hormigoneras oxidadas de las garruchas atascadas, de los cables y de los tablones de encofrar -alabeados y deformados por el uso-; y se sacudía (¡plis!, ¡plas!), y se abrazaba, y se zarandeaba a sí mismo con la rabia de las sucias gaviotas y de las cigüeñas sobrevolando los vertederos y las orillas del Manzanares (sórdidas y pulgosas gaviotas acechando la piel del monstruo, picoteándola, chillando y arrebatándose los desperdicios sobre el cielo glauco de Madrid, y torpe espasmódico violento aleteo de las cigüeñas) Se golpeaba, con las palmas -alas- abiertas de las manos, primero, sus flancos -a la altura aproximadamente de los omóplatos- y, después, las nalgas -cruzando los brazos extendidos o agitándolos con fuerza hacia atrás-, era la esperanza de desentumecer y tonificar así sus músculos abotagados por el insomnio y por el relente, y la impaciencia del que desea comprender y tiene miedo -miedo a esa inmensidad y miedo a descubrir su significado (¡Sooorpreeesaaa!...) Que no hay significado (ante aquella desolación que se extendía por la línea del horizonte)

 

-     Todos sabemos quiénes son los culpables, lo sabemos, sabemos perfectamente quién nos mata, quién nos engaña, quién nos mutila (y mutila el horizonte), lo que sucede es que no sabemos cómo evitarlo, cómo responder (sólo se da lo inevitable, el fenómeno y la consecuencia, el tiempo y su transcurso, el nacimiento y la muerte, el trabajo y el sufrimiento: como esas dos naves abandonadas de ahí abajo, y la confusión -o la lógica- y el desorden -o el implacable ordenamiento de las cosas- que me han traído hasta ellas)

    Sin un poco de leña, para qué coño sirven el arte y los artistas, le habían dicho (ellos sabían algo que él aún no sabía)

    ...

    Esta relativa autonomía ("Internacionalista" -Estepenna dixit...) de la inteligencia humanista se oponía a la tendencia de los comerciantes y de los monarcas absolutos a identificar la defensa de sus propios intereses con la Historia y el Destino de sus respectivas naciones, verdaderas unidades de explotación organizada...

    ...

-     Durante la travesía, me dio por pensar en las rayas trazadas sobre el desierto que había visto desde niño en los mapas, y que señalaban las fronteras y los límites de los protectorados que íbamos a defender... Yo nunca había estado cerca de ninguna frontera, ni siquiera de la línea de Portugal, no había visto ninguna raya aún; ahora, quizás iba a tener la oportunidad de ver alguna, aunque fuese de lejos, marcada sobre las dunas, o cruzando las pistas y los palmerales que recorreríamos en busca del enemigo, pero no había ninguna raya, ninguna marca, sólo sombras y arena, ni siquiera, creo, había palmerales -rememora, Ezequiel, mientras hojean el Pascual Madoz, y recordaban lo de Sidi Ifni...

    ...

 

    Las naciones, entidades políticas, religiosas y lingüísticas necesariamente aisladas, necesariamente uniformes -tal como soñaba Maquiavelo-, señalaron los confines dentro de los cuales se llevarían a cabo, desde ese momento, las viejas y acostumbradas actividades de rapiña -mezclados, todos, los nuevos y los viejos príncipes... La añeja e insaciable nobleza de la sangre emparentada ahora con la reciente nobleza del dinero. Sin competencia, ni peligro de indeseables injerencias -tampoco, papales- foráneas... Sólo quedaba exaltar el prestigio de las lenguas vulgares -ahora ya (en Castilla, desde Alfonso el Sabio), lenguas nacionales- frente al latín; y convertirlas en instrumentos del dominio político e imperial, tal como solicitaba Nebrija del rey católico...

    Muy pronto, las diferencias entre humanistas y profesionales bárbaros se difuminaron, hasta desaparecer; y la reflexión práctica, la invención y la especulación artística e intelectual quedaron definitivamente separadas de la vida, e incorporadas a la ciudad -estado- como un eslabón más dentro de la cadena de producción de mercancías: actividades profesionales sometidas, desde entonces, a las leyes del beneficio y del mercado... Adjudicadas, de paso, a un solo estamento monolingüe, el de los "especialistas" -técnicos, filósofos y artistas, modernos Virgilios vinculados por el capital a los nuevos señores, y encargados, como el paridor de la Eneida, de fabular e interpretar la Historia (la de ellos) a su medida...

    ...

-     Si esto es así -se pregunta, mientras bracea como una cigüeña... Si no repartes alguna hostia, ¿para qué tanto esfuerzo y tanta bilis, tanto hacerse mala sangre, tanta puta rabia contenida, tanto dolor desperdiciado...? (Y, al recordárselo a sí mismo y recordárselo al otro, arreciaba con la lluvia de manotazos que se estaba sacudiendo, y que más se parecía ya a una somanta de palos, que a un ejercicio de calentamiento gimnástico...)

    ...

 

    Esa renuncia a la autonomía de la inteligencia plurilingüe -impuesta y trágica, a veces: como en el caso de Tomás Moro; e interesada y libre, en otros-, esa general sumisión de los humanistas al orden impuesto en la ciudad por los comerciantes, más o menos claro, en las repúblicas del norte de Italia, en Inglaterra y en las repúblicas comerciales de la Europa protestante, no rige, en general, para Castilla, pasto preferido de hidalgos, curas y pícaros...

    En Castilla, como es sabido, los poetas confunden -y, de alguna manera, no la conciben de otra forma- la creación con la "acción", el arte no es reflexión, sino actividad; por lo que la poesía pertenece, para nosotros, sin excepción, a la esfera de la "materia real"; como en los casos -en tantos sentidos, dispares y paradigmáticos- de Garcilaso de la Vega y de San Juan de la Cruz. Hecho que, tal vez, explica y provoca la brevedad y la concisión -marcada por cierta urgencia vital- de su producción; así como la tensión y la intensidad existencial que son características de sus respectivas obras...

    Es, sin duda, la realidad asimétrica, anti burguesa, de la Castilla en que viven y padecen, la que determina, e informa sustancialmente, la obra creada, criatura, a la postre, de la realidad misma... Cuando los desamparados se olvidan del tiempo, se quedan sin nadie del otro lado -le había dicho también, a modo de enigma... (¿De dónde coño sacará esas ideas...?)

 

    De cualquier forma, jamás llegó a cuajar una verdadera alternativa "plurilingüe" -no sujeta a la disciplina de las castas monolingües- en los emergentes imperios nacionales; opción que debería haber ocupado de modo autónomo, reclamándolo para sí, el ámbito social de la disidencia reflexiva y de la especulación ligada a la vida en la Nueva República, como pretendieron algunos humanistas utópicos, al reemprender el camino iniciado por Platón...

    Y, aún menos, en Castilla, donde Erasmo y el emperador Carlos fueron inmediatamente derrotados -la ciudad castellana está volcada con pasión inaudita a la tenaz e intensa tarea de destrucción de sí misma... El humanista castellano es un exiliado, dentro y fuera de Castilla, y los artistas -desde Fernando de Rojas, Garcilaso o san Juan de la Cruz, hasta Miguel de Cervantes o Mateo Alemán- optarán casi siempre -atrapados por el conflicto entre inteligencia y realidad, entre la disolución nihilista y la melancólica fe humanista- por convertirse en avezados francotiradores del arte; sometidos constantemente a la tensión del vivir para la muerte, víctimas, por lo general, de un exceso de racionalidad, en una realidad que los atormenta y martiriza...

    El caso de Lope de Vega, que escribe aquello de

... porque como las paga el vulgo, es justo

hablarle en necio para darle gusto...

    Y del resto de artistas orgánicos, al servicio de la monarquía castiza de los Austria -durante el prolongado período de decadencia castellana-, no constituiría, en última instancia, otra cosa que un remedo -ocasionalmente geniales, como los arbitristas fueron su caricatura contrahecha y patética- de la función de los intelectuales especializados dentro de la ciudad burguesa...

 

    Pero el aleteo de las cigüeñas al borde de sus nidos, o cuando tantean las corrientes, o cuando se desperezan y reclaman la atención de su pareja, empinadas sobre las altas chimeneas abandonadas (en equilibrio inestable permanente sobre las viejas espadañas de las iglesias, en su infancia, o sobre las torres y los torreones de los palacios y de las fortificaciones), o encima de los robustos contrafuertes de ladrillo, o entre los enormes brazos metálicos en cruz (metálica) de las grúas -como el chillido carnicero de las gaviotas, riñendo por la pitanza- no requieren explicación alguna... Las cigüeñas -las gaviotas- son esclavas del instinto; que se sepa, no han sido condenadas a la pena eterna de la conciencia (del libre albedrío, dicen) No buscan en el alba la Blanca Vela del Ser, no necesitan razones que expliquen el pasado o el presente (son dueñas del tiempo), ni exploran el sentido de su torpe aleteo (aunque, bien mirado, ¿quién sabe...?) mayúscula: En mayúscula: Cas-ti-lla coma: , re-al-men-te-no-ha-ha-bi-do-a-pe-nas-lo-que-se-di-ce-ver-da-de-ra-po-e-sí-a coma: , sin-con-fron-ta-ción-ni-pu-te-o coma: , por-e-so-nos-re-sul-ta-tan-a-je-na-e-sa-o-tra-po-e-sí-a-que-es-pu-ra-ex-po-si-ción-ar-mó-ni-ca-y-ob-je-ti-va-de-los-pa-tro-nes-es-té-ti-cos-o-de-los-con-cep-tos-ar-tís-ti-cos-pro-pios-de-u-na-é-po-ca-o-de-u-na-ge-ne-ra-ción coma: , si-ex-cep-tua-mos-al-gu-nos-po-e-tas-pe-trar-quis-tas coma: , los-po-e-tas-i-lus-tra-dos-o-el-so-li-ta-rio-in-ten-to-de-Juan-Ra-món-Ji-mé-nez coma: , y-po-cos-más puntos suspensivos: ...

 

    [Un horizonte mutilado]

 

 

                    ... "Pero es a Dios a quien él nunca ha querido escuchar.../... Al aceptarse así, sin curiosidad por Dios y sin problemas, el hombre ya no es otra cosa que ese inerte autómata, generador de aburrimiento y de locura, del que ha desertado toda clase de conciencia..." Los Tarahumara, Antonin Artaud

 

    mayúscula: Sa-gra-da-ex-pre-sión-de-la-in-ven-ción-y-de-la-es-pe-cu-la-ción coma: , la-po-e-sí-a coma: , sin-un-po-co-de-in-ten-ción coma: , se-con-vier-te coma: , por-lo-ge-ne-ral coma: , en-u-na-e-nor-me-pa-ja-cul-tu-ral-a-cuen-ta-de-la-cla-se-me-dia-cul-ti-va-da coma: , siem-pre-dis-pues-ta-a-se-guir-tra-gan-do-lo-que-le-e-chen coma: , lo-mis-mo-u-na-so-na-ta-que-un-so-ne-to coma: , un-con-cier-to-en mayúscula: El mayúscula: Re-al coma: , o-las-dos-cien-tas-ca-se-tas-de-la mayúscula: Fe-ria-del mayúscula: Li-bro puntos suspensivos: ... mayúscula: Sin-pu-te-o-no-hay-ar-te puntos suspensivos: ... -escribió, silabeando las palabras y los signos, en su cuaderno de notas...

    Todo quedaba tan diáfanamente claro inmerso en aquella oscuridad, todo tan perfectamente explicado y transparente, ante aquel horizonte mutilado, precisamente ante aquel sucio horizonte lechoso (y no otro, sin concesiones...) Un horizonte despojado de cualquier grandeza, zarrapastroso y mugriento, testigo mudo del esfuerzo baldío -estéril, hasta la extenuación- de la planicie para transmutar su propia reseca sustancia -la escoria y la inmundicia acumuladas por siglos de furia y siesta sobre este poblachón manchego-, a cambio (eso es todo) de decenas de miles de rectángulos de vacío, como ataúdes expuestos a la noche... Como un inmenso costillar devorado por la negra lepra del tiempo, podredumbre espantosa que nos consume, por dentro y por fuera, mortal oscuridad que nos acosa y nos amenaza en pleno día, a pleno sol... Los domingos, a la hora del aperitivo -o los días de paga, en la marisquería de la esquina, engullendo sin parar raciones y raciones de patatas bravas, sepia y calamares, o tragando chipirones hasta vomitar-, o esperando el autobús, o embobados frente al televisor, los sábados por la tarde, o frente a un Macdonald -por una hamburguesa gigante a dos cincuenta más el vale descuento del detergente Lapollablanca (sic.) Sin descanso. Sin tregua. Con esa duda cabrona que nos consume, por dentro y por fuera, sin que las cosas, los vacíos rectángulos, el coche nuevo, las finas pieles o los confortables salones acierten a llenar el pozo negro de esa desazón sin nombre, negra también, como la negra noche; que corroe el alma, y la desgasta, por dentro y por fuera, sin descanso, sin tregua. La duda cabrona que nos atrapa con los calzones en la mano, atónitos, pasmados frente a las grises pantallas repletas de nada, sin que nuestras pólizas, ni nuestras cuentas corrientes, basten y nos defiendan de la lenta destrucción de la luz, o del aún más negro vómito, porque nos han sentado mal los chipirones fritos o los calamares rebozados a la romana...

-     Todo, de cualquier forma, sucede a lo lejos -le decía al otro, sin atreverse a mirar... Todo, en medio de esa sucia y cenicienta calígine (todo transcurre fuera de nuestro alcance, sin esperanza de réplica) Y nos pilla solos, completamente solos, y nos acojona con esa soledad que encoge el alma de puro miedo y espanto. Un negro -aún más negro- terror que nos hace perversos, que nos reseca el corazón y nos sorbe el tuétano, espanto por el que mataríamos y violaríamos, sin contemplaciones, del modo más salvaje y despiadado, con una atrocidad calculada y sádica, por una elemental venganza de la felicidad aparente de los otros... (Como verdaderos hijoputas sin alma, díselo ya sin miedo...)

    Todo sucede a lo lejos, de día, en medio de esa sucia calima, al pie de los rectángulos de vacío, como erguidos ataúdes velados por el sucio manto que nos cubre, entre las delirantes idas y venidas de ninguna a ninguna parte a comprar o a vender cuatro baratijas, a vender nuestras almas, a endosarnos -sin pensar- las cuatro putas mentiras con las que nos embaucamos unos a otros y nos entretenemos, o -lo que es más probable- a engañar el tiempo con las otras cuatro gilipolleces que hacemos (ocupaciones, las llamamos), como si en ellas nos fuese (de verdad) la vida; mezclado todo en una estrepitosa y mentecata gritería (que llega ahora como un sordo rumor, como un hociqueo amortiguado por la distancia, como un ahogado gruñido a punto de extinguirse) Clamor inconfundible de las ciudades contempladas desde lo alto: lenta cocción de los sueños y nervioso (porcino) bullir de millones de hocicos erráticos... (Olisqueamos -¡Oing!, ¡oing!, ¡oing!-, primero, con desconfianza el negro cemento nocturno...

-     Y nos restregamos, luego -¡Oing!, ¡oing!, ¡oing!-, en el pálido cemento solar...)

 

    Por lomas suaves, escombreras, arrumbaderos de basura y de quincalla, antiguos atochales (más escombros, más basura) terraplenes (ruedan los sueños soñados), polvorientos jaramagos, negros filamentos que se disparan como cintas de asfalto, que se buscan, que se pierden, que se encuentran, que finalmente se abrazan y se separan de nuevo, y las amplias avenidas que confunden los hechos, todo atestigua el orden arrancado (a duras penas arrancado) al horizonte (mutilado), a las colinas peladas, al barbecho, a la riberas baldías del humilde Manzanares (empeño estéril de la Gran Cerda, inútil esfuerzo por dejar de ser lo que se es sin remisión posible, o la ilusión de un reptil decrépito e inmóvil -ciudad camaleón- siempre a la busca, al acecho de sus desprevenidas víctimas) Arrabales de un Madrid incompleto (torso truncado) y descabalado -caricatura monstruosa del noble y real burgo que nunca fue, que anhela ser, pero que se destruye al soñarse... Esputos de ciudad puta, camaleónica y hambrona, en otros tiempos (no volverán, dicen), digno caserón por un lapso de tres años de asedio (no pasarán) y de acoso de otra oscuridad, aún más oscura y mortal (pasaron), que -a esta hora (la del alba sería)- se orla con una diadema violácea, acentuando así el escalofrío de los últimos bloques de cemento, de las últimas farolas encendidas, de las últimas casas bajas, de los espinos y de los senderos vacíos, de los poblados (humeantes), del barro gris. Disposición (mezcolanza) y desconcierto de (hormiguero) pocilga, ahogado gruñido y la neblina, y la escarcha (aplastadas contra la cochambre) en las techumbres...

    Al contemplarla así (monstruosa quimera porcicamaleónica), se estremece, espectador único del fenómeno, observador furtivo del instante en que el monstruo se despereza y agita lenta e inexorablemente su pulso helado, el riego sanguíneo que se desparrama por las negras arterias, por los cinturones, por las avenidas, por los bulevares, hasta alcanzar los más finos capilares de las calles, de las travesías, de los callejones y de las orinadas esquinas, en el centro de su cansado corazón (aún somnoliento) Sólo por tres años urbe digna -en los libros y en la memoria de unos pocos, permanece-, vórtice solitario, soñado (construcción de un sueño), huracán de brazos y de puños cerrados (condenado a la destrucción)

    Y en este horizonte de sucesos del espíritu (en que el tiempo se detiene) embotado por el frío y el cansancio (en este paréntesis de discontinuidad, en la continuidad del espacio y del tiempo) se comprende por qué la mayor vileza que cabe es tener miedo (miedo de ese engendro, mitad reptil, mitad paquidermo, voraz y carnicero) Miedo de los cientos de miles de destinos indescifrables que se adivinan (miedosos también) detrás de cada uno de esos puntos de luz (entre los rectángulos avariciosos de vacío y de oscuridad, a lo lejos, entre la calígine)

    Miedo al silencio (a escuchar el miedo de la tierra) Miedo del amor, miedo de la delicada ternura, miedo del miedo a no tener el valor suficiente para mandar a tomar por el culo a todo(s) lo(s) que nos tiene(n) bien jodidos, miedo a sentir piedad o compasión de los que tienen miedo, miedo de la orgullosa esperanza (que espera contra toda evidencia) Miedo de la ofrenda desinteresada, del sacrificio honesto, miedo a admitir todas esas verdades sin las cuales no hubiésemos perdurado como especie, sin las que no duraríamos ni un minuto frente a este horizonte mutilado, o ante la descorazonadora futilidad (del griterío) de los segmentos verticales de vacío (roídos de luz) Como ataúdes tachonados expuestos a la noche...

 

    mayúscula: Ver-da-des-que-a-ca-so-nos-re-ve-la-rí-an-có-mo-es-po-si-ble-vi-vir-sin-a-mar-ni-ser-a-ma-dos puntos suspensivos: ... (se interrumpe el flujo natural de las sílabas, duda un segundo: ¿Cómo es posible? o ¿cómo no es posible? -se pregunta... Y continúa escribiendo...) mayúscula: Que-nos-a-yu-da-rí-an-a-ven-cer-es-te-ho-rror-por-las-mu-che-dum-bres-que-hor-mi-gue-an-en-e-sos-rec-tán-gu-los-de-luz coma: , o-a-ven-cer-tal-vez-es-te-de-se-o-in-sa-no-de-a-plas-tar-a-to-dos-y-a-ca-da-u-no-de-e-llos coma: , sin-sa-ber-por-qué puntos suspensivos: ... Alza, de nuevo, la vista del papel y con su mirada fija más allá (más acá) de la roñosa líquida materialidad de los cristales polvorientos contempla (otro día, otro amanecer) el lento despertar del mundo a su alrededor (y le atrapa -otro día, otro amanecer- la acerada tristeza -incorruptible, impronunciable- de la cara oculta de la Luna) Cierra el cuaderno (que nos ayudaría a aceptar sin temor este frío grisamanece sobre Madrid) y lo arroja (¡zas!) sobre la mesa (y este ensordecedor griterío) Con el golpe (¡zas!) seco de la libreta sobre la mesa, se corta también el hilo de sus pensamientos (¡Hay que prepararse!...)

    Mira el cuaderno, lo abre, lo cierra, con aire cansado se abrocha la pluma estilográfica al bolsillo superior izquierdo del uniforme, mira al techo, cierra los ojos, se los restriega con los nudillos vueltos de las manos (pronto vendrá, hay que prepararse...) Se levanta, se moja la cara y se echa agua fría por la nuca en el cubo de cinc (todo sucede en este frío grisamanece, ma sarà mia colpa se cosi è...) Primero, se seca el pescuezo con el paño de la tía Luna y, después, la frente, los ojos, las mejillas, el mentón, las manos, por orden... Cuidadosamente (ya viene...) lo extiende doblado sobre el respaldo de la silla y se acerca a los cristales del ventanal, ahí están las luces blancas y deslumbrantes de los faros (en punto); despeja de su frente los últimos nubarrones de sueño con las manos abiertas, y se atusa el pelo echándoselo hacia atrás, sobre la nuca húmeda aún, se mira las ojeras, estira la piel gastada y disimula los pliegues delatores, un segundo más y estará listo para el cambio de turno (se vuelve sobre sus pasos, recoge de la mesa el tomo de Humanismo y Renacimiento en España, de Domingo Ynduráin, y lo lleva al rincón donde se amontonan sus libros, lo tira encima de Miseria de la Filosofía, de Karl Marx, dobla el cuaderno, lo abre, lo cierra y lo guarda en el bolsillo interior de la gabardina azul, toma su taza -Julian, está escrito, sin tilde- y escurre los últimos posos del té, añade más agua, la noche se ha disuelto ya en la luz)

    Desde la curva, llega el zumbido de un motor de explosión (aquí está, puntualmente) Unos pocos segundos y sonarán tres golpes de claxon (¡piií, piií, piií!, antes de que el chorro de luz lo deslumbre completamente, ¡piií, piií, piií!...) Innecesaria -repetida- ritual insistencia (¡piií, piií, piií!) para que Julián abra las dos hojas -seis enormes quicios y decenas de oxidados roblones- del portalón de entrada (los dos saben que él sabe que lo hace cada mañana sin falta, y que, en cuanto él entre, cerrará e iniciará su particular travesía de la aurora)

    ...

-     Hoy, vendrá el marido de la tía Luna a por esos tablones -le dice, y señala un montón de largueros ocultos por un trozo de lona grasiento y desastrado... ¡No lo olvides; déjale pasar, pero que no lo vea nadie aquí dentro!...

-     ¡Tranqui, tío!... Donworri!...

-     Don't worry? ¿Seguro...?

-     Que sí, tío, pero si es un cachondo, ese gitano, pues no viene el otro día y empieza a predicarme, el jodío... ¡Quería convertirme!... Se pasó más de una hora, ahí mismo, donde tú estás, hablándome de los viajeros a Emaús... Que si habían tenido la verdad a su alcance, que si habían estado caminando junto a ella y no la habían reconocido, de tan simple y sencilla que era... Y no sé qué coño más, con la verdad arriba y abajo, es un cachondo, el jodío... ¡Y cómo entiende de ferralla, el colega!...

-     Bueno, Donworri... ¡Hasta luego!...

-     No tardes mucho hoy (hace como si se lo rogase, aunque sabe que Julián sabe que él sabe que jamás se ha retrasado) Es que tengo que ir con mi mujer a por el deuvedé, antes de que nos cierren...

-     ¿Un deuvedé...? ¿No era un microondas...?

-     ¡Eso fue hace dos meses!... ¡Esto es cojonudo, tío!... Se ven las películas de puta madre, como en el cine, y en un mazo de idiomas...

-     ¡Pero si tú no sabes ninguno, salvo el inglés, claro! -añade con afectuosa maldad...

-     ¡Bah!, ¿y qué...? No te quiero ni contar, cuando lleguen mis cuñados... ¡Se van a enterar!...

-     Bueno, eso, sí -reconoce, Julián... Tus cuñados se van a quedar de piedra, cuando les pongas a Indiana Jones en alemán...

-     ¡No jodas, tío!... ¡Vaya idea, tío!... ¡Indiana Jones, en alemán; lo tengo que preguntar!...

-     Anda, vete a tomar por culo y no te quedes conmigo... ¡Hasta luego!... Da dos pasos y se vuelve, una vez más, hacia su compañero:

-     ¡Se me olvidaba! -le explica... Lo del convenio de este año está encima de la mesa, ayer vino el de ugeté, al poco de irte, la subida es sólo del dos por ciento...

-     ¡Cabrones!...

 

    Decenas de millones de hombres, de mujeres y de niños (de mujeres, de hombres y de niños, de niños, de mujeres y de hombres, de seres humanos y de seres humanas, en general, de seres humanas y de seres humanos, en particular, de niños/as, en general, de jóvenes estudiantes/as sometidos/as a la diaria, particular tortura, en general, del transporte escolar) Centenares de millones de ciudadanos/as europeos/as -etcétera/o, etcétera/o- pierden, cada día, alrededor de doscientos treinta y cinco millones de horas en desplazamientos cortos, dicho de otro modo, principalmente, en ir de sus casas al centro de trabajo (por las mañanas/os...) y en volver de sus centros de trabajo a sus casas (por las tardes/as...)

 

    235.000.000 h. : 24 h. (un día) = 9.791.667 días (perdidos cada día)

    9.791.667 días (perdidos cada día): 365 días (un año) = 26.827 años (perdidos cada día)

 

    (Et caetera, et caetera...) ¡Casi treinta milenios!... Cientos de imperios y de antiguas civilizaciones -decenas y decenas de Romas, Babilonias, Egiptos, Persias, Hélades, Micenas, Tartesos y Atlántidas perdidos para siempre- perdidos en un solo día estúpida y cabreantemente, sin remedio; sin posibilidad de enmienda... (¡No hay vuelta atrás, queridísimos colegas!...) ¡Perdidos para siempre, cada día!... (Multiplica: dos horas de atascos -una por la mañana y otra por la tarde... Cinco días a la semana -sin contar las palizas de los domingos... Cuatro, casi cinco, semanas al mes... Doce meses al año... Total: seiscientas horas al año... Que hacen veinticinco días completos... ¡Un año de vida -tirado, sin más-, cada doce años!... ¡Siete años de vida en una vida!...

-     ¡Cabrones!...) Oh, vieja Europa, estás herida de muerte...

 

 

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LETRA DE LA CANCIÓN PARA LA PRÓXIMA

QUINCENA MUSICAL DE LA FÁBRICA2

(La traducción se entregará en el siguiente ensayo)

Le Triomphe de L'anarchie

Tu veux bâtir des cités idéales

Détruit d'abord les monstruosités

Gouvernement, caserne, cathédrale,

Qui sont pour toi autant d'absurdité

Dès aujourd'hui vivons le communisme

Ne nous groupons que par affinité

Notre bonheur naîtra de l'altruisme

Que nos désirs soient des réalités

Debout, debout, compagnon de misère

L'heure est venue

Il faut nous révolter.

Que le sang coule et rougisse la terre

Mais que ce soit pour notre liberté.

C'est reculer que d'être stationnaire

On le devient de trop philosopher.

Debout, debout, vieux révolutionnaires (bis)

Et l'anarchie enfin va triompher. (bis)

Empare toi maintenant de l'usine

Du capital ne soit plus serviteur

Reprend l'outil e reprend la machine

Tout est à tous, rien n'est à l'exploiteur

Et ne produit que par nécessitée,

Entend, répond, mais ne soit pas sectaire

Ton avenir est dans la vérité.

Place pour tous au banquet de la vie

Notre appétit seul peut se limiter

Que pour chacun la table soit servie.

Debout, debout, vieux révolutionnaires (bis)

Et l'anarchie enfin va triompher. (bis)

 

AVISO:

Si llegáis tarde al ensayo y la puerta está cerrada, podéis dar unas cuantas voces por el portón trasero, ya sabéis, bajo la ventana del cobertizo de uralita.

(¡No tiréis piedrecitas!)



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