miércoles, 5 de agosto de 2009

JAVIER GIL: Badajo

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Como el badajo toca la campana,

así el hombre chocando con la vida,

musicando los límites del mundo,

se arrastra friccionando por la tierra.

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Qué inconsciencia la suya, percutir

sin saber, en verdad, que ha percutido.

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Javier Gil Martín (Madrid) me envió hoy "lento naufragio", una bella plaquette con poemas suyos, ed. Libros del escorpión azul, de donde rapté este "Badajo".

Esa morosidad que verdea la piedra hasta el duende brillo cuando el agua que pasa revela, esa precisión que la luz por entre las hojas del platanera permite sobre el fondo, la tarde, la fronda viva y el armonioso caserón estival, esa verdad, suya, que asumo y me religa, del decir tan sabio y humilde, con letras propias y misterios presentidos o intuitivas certidumbres del existir, esa no fatiga, pero durísimo ejercicio de escribir no líneas, sino pequeñas chinitas que salen como balas y van rebotando por la superficie tranparente y calma, ese poetizar de Javier, tan espaciado, tan humanamente conciliador y a la vez inquietante, ponzoñoso como el veneno del escorpión ante las amenazas (o límites) de la convivencia...

lento naufragio, es, para mí, su lector, un cofre con siete mares dentro y una música cuya armonía riñe con la armonía, en resistencia a la banalidad y al desastre de nuestro tiempo.

Víktor Gómez



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