martes, 13 de enero de 2009

JUAN CARLOS MESTRE: SUEÑO Y REALIDAD, ESTO ES, LA POESÍA

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Ninguna obra debería, creo yo, ser valorada por su procedimiento técnico, sino por la actitud de lo que representa su acto mental, su autonomía como objeto, su capacidad de poner en marcha de nuevo la contemplación, la piedad, la misericordia, en suma, la resistencia al mal que justifique su presencia en el mundo y signifique algún tipo de aporte a la lucha por la dignidad humana, último fin de todo acto que aspire a lo estético, a la ética de la sonoridad, al elogio de la naturaleza moral de las palabras.

Juan Carlos Mestre, en una entrevista leída en ISLAKOKOTERO, aquí


J. Carlos Mestre, Alexandra Domínguez y Victoriano Crémer, durante su última exposición en la galería leonesa Ármaga, el pasado invierno

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Un abrir los ojos, desde la poesía de J. Carlos Mestre, deja oir al ave pájaro
como pincela lo inadvertido, como acumula en el sueño la verdad que salta
por encima de los simulacros y nos trota en un galope noctivago sin riendas
hacia el imposible necesario. Mal que le pese a los dioses, aquí se sueña.
Es verdad cada espuma y cada trébol
y la crin del violonchelo, acorde al tambor de uñas blancas
como el pan tierno,
¿sólo musica son o son el pan de nuestra inmortalidad?.



El poeta es traído en un caballo nieve...
La imaginación que tiene una llave es como un faro en la niebla para el que
en la deriva desiste de toda esperanza y de pronto es guiado por una luz:
no le lleva sino a donde ya sabía el corazón,
no le obliga ni le salva ni le exilia aunque sí,
aunque es un si a todo lo invisible, a todo lo irreal, a toda la bondad del Arce
y las fuentes.



Notario de la ebriedad y los ayunos, bendice su canto cada huérfano o mendigo.
Pierde el amo, se extravía el coronel, abdica la tirana, se suicida la serpiente.


Si "las estrellas son para quien las trabaja"
oficia este humilde Ángel desde los años sin término
un techo a nuestra cuna,
una nana a nuestro insomnio, como aposento inviolable de la ternura,
como justo Casal de los desterrados.





Víktor Gómez











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ASAMBLEA

Queridos compañeros carpinteros y ebanistas,
les traigo el saludo solidario de los metafísicos,
también para nosotros la situación se ha hecho insostenible,
los afiliados se niegan a seguir pagando cuotas,
a partir de este momento la lírica no existe,
con el permiso de ustedes la poesía
ha decidido dar por terminadas sus funciones este invierno,
no lo tomen a mal,
pero aún quisieramos pedirles una cosa,
mis viejos camaradas amigos los árboles
acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional.


Juan Carlos Mestre
Las estrellas para quien las trabaja




JESUS APARICIO GONZÁLEZ: diálogos con el temblor


La perfección de su mano retiene
este amanecer deshabitado de pájaros.
En la quietud la sombra
se sabe eterna. Sin herida
ni esperanza la tierra es sólo ausencia.
Nada. El silencio está sin alimento.
El ser tambien descansa.
Papel en blanco. Luz
en barbecho.

Jésus Aparicio González



Recibí a finales del 2008 el poemario de Jesús Aparicio y vengo leyéndolo despacito en horas de asueto o perdidamente en algún Café de la ciudad. Valoro el potencial positivo, ilusionante, resistente de su temblor ante la vida, ante los límites y desastres. Entiendo desde sus textos una voluntad soberana de iluminar la mañana con la claridad apasionada del verso, con la esperanza humana de la intrahistoria gobernada en justa belleza por los dones del espíritu y una inteligencia dada al bien común, a la entrega y al esfuerzo por mejorarse uno y aportar al presente una voluntad de paz y equilibrio. Difícil tarea, en tiempos aciagos. Valiente su salir a la calle con estas "cuartillas de náufrago" a darnos contra el desánimo, coraje y frente a las torpezas y olvidos, memoria de los bienes y solvencia de lo vivido. El poemario no elude ni disimula lo atroz o lo enigmático de muchas situaciones vitales o sociales. Es su manera de situarse, de renombrar, lo que le confiere ese gozoso morar, esa solidaria y cercana escucha, tan a propósito, tan sin rencores o reservas. Es pues un sol el de sus páginas, irredento: "Mas no se rinde / mi sol de infancia". Y una sabiduria, de ingenuidad después de la experiencia y lo fatal, un defender la niñez como reserva de verdad y capacidad de mirar el mundo, que nos interpela.

Gracias, compa, por el regalo.


Víktor Gómez



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El increado

A Salvatore Quasimodo


Seré polvo
apenas perceptible
que pase fugaz
sin posarse en nada.
Nada me debes.
Pero exijo el don
de nombrar mi vacío
y hacerlo en secreto,
la gracia de saberme
rocío entre las peñas
que no puede aguantar
la luz del sol,
el consuelo de haber
vestido de lluvia
el rostro de la amada.
Concédeme mi día.



©Jesús Aparicio González
(Guadalajara, 1961)
Las cuartillas del náufrago
Ed. Vitruvio