lunes, 28 de enero de 2013

Poemas de Fernando Menéndez del libro Un hombre por venir

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Un hombre por venir
Fernando Menéndez
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(Icaria, 2008)
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Dice Fernando Menéndez que es una persona lenta. Que su escritura y procesos de corrección y puesta en papel es lenta. En su libro, Un hombre por venir, además de esa morosidad, se advierte un trabajo de vaciamiento y justeza expresiva que evita la grandilocuencia, el efecto seductor de la retórica al servicio de la elocuencia y el efectismo de las frases esbozadas como slogan para llevar a su terreno al lector. ¿Qué nos ofrece esta poética casi silenciosa, casi inmóvil? Quizá el goce, el temblor, la aventura de ver, de tocar, de respirar lo suficiente. No hay concesión. Es una escritura poco elegante, poco adornada. Y en su música a sotto voce, lo susurrado por el aire, lo aproximado por la nieve o la sombra, lo encendido por la sílaba es una muy necesaria palabra. La que ha sido liberada del poder del líder, el juez, la doctora. Una palabra sutil y afilada, como el bisturí de un cirujano. Tumores que recorren el lenguaje, aquí el asunto se resuelve con higiene. Si se trata de salvar la vida, si lo que se espera es un hombre por venir.

V. G.
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Lo que está en boca de todos. Lo que mastican los esclavos camino del autobús.
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El hiperrealismo de la pornografía al mezclarse con cualquier vocación.
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Los árboles en invierno son un ejemplo de resistencia.
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Cuelgo de ellos mis puntos débiles.
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Fui con los aerosoles al lugar de la explosión. Disparé al aire un violeta. La gente me tomó por obsceno, por esperanzado  
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La nieve, dijo a los suyos, es una cosa muy rápida que parece lenta.
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