domingo, 12 de julio de 2015

Reseña de Ángel Luis Luján al libro ASTILLAS,de Miguel Ángel Curiel

Miguel Ángel Curiel, Astillas. Madrid: Calambur, 2015. 76 págs.


            Sin abandonar el estilo personal que le ha valido un puesto destacado en el panorama lírico español, Miguel Ángel Curiel ha cerrado el ciclo de los elementos (agua, aire, tierra), o por mejor decir lo ha entrecerrado–pues lo elemental sigue siendo la base de su poetizar–, y ha centrado su nuevo libro, si podemos fijar algo de todo lo que sugiere, en el problema de la identidad y la comunicación, temas que ya habían aparecido en otras entregas.




            


















             




                   Como siempre en su poesía, el hecho de estar en el mundo se presenta como enigma y nos vamos moviendo a lo largo del poemario por entre signos contradictorios, contrastantes, aporéticos. El primer poema nos sitúa ya en el espacio donde el hombre se enfrenta a la nada, como en el célebre poema de Montale (“Forse un mattino andando in un'aria di vetro”), donde el sujeto lírico esperaba,“con un terror de borracho”, encontrar la nada al volverse a mirar. Pero en Curiel no se trata de un vacío ontológico  exactamente sino de una figuración de la identidad: damos a los demás la ilusión de existir, pero es solo un espejismo; dentro hay un hueco, un sol de soledad, que calcina el interior y brilla solo hacia el exterior. Este sol-estrella se constituye en símbolo central del libro, y lo encontramos de nuevo en la “estrella del vino” como soporte de una embriaguez vital (11), el sol como la luz de la muerte (14), las estrellas como una cosecha de luz sacada de la negrura (16). En este último ejemplo el elemento “luz” que calcina o aniquila se une a otro elemento muy presente en todo el poemario, el de la orfandad universal, aquí en forma de “ser desangelado” (16), que se repite en el poema inmediatamente posterior: el hombre como ángel descarnado. Y en ambos poemas hallamos de nuevo una constante en la poesía de Curiel, la presencia del color blanco (“Hombre desnudo en la nieve” se titula el poema)como un cromatismo de la pureza de la desaparición, nunca sabemos exactamente si  negativo o positivo. El problema de la identidad se va trenzando, pues, en nuestra lectura a base de estas figuraciones que insisten en la luz blanca que ilumina lo otro, pero no su origen, dejando una soledad de seres caídos de algún estado angélico. Rilke y Celan, evidentemente, por entre bambalinas.

            Resulta, sin embargo, nueva la figuración de la identidad por medio de símbolos vegetales negativos, en especial la imagen reiterada de árboles secos. En “Trasmoz” encontramos la idea de la desasistencia angélica unida a la de la vegetación muerta: “Hombres sin ángeles / agarrados / a ramas secas, / a las raíces / de su yo” (12). Aquí comprobamos que el origen vacío del yo, su soledad radical, se confunde con un exterior muerto, al contrario de lo que ocurría con las imágenes de la luz. Más interesante a este respecto es el poema “Dehesa” (33), donde el sujeto poético se identifica con el árbol arrancado: “y me sequé de pie / como un tú que tiene ramas”. Este desdoblamiento supone un intento de retorno a las raíces, pero el origen vuelve a aparecer como una luz muerta: “El tú que mete / la cabeza en la tierra / para ver la casa, lo abierto / de los ojos que se encienden / con el sol frío”. También puede tratarse aquí del “sol frío” de la muerte, ya que asistimos a un enterramiento, pero la lectura es, sin duda, mucho más rica y difícilmente comunicable.





























Esta idea, que acaba de aparecer, de que existe un “tú” en todo proceso de comprensión de uno mismo y de que es la mirada el soporte de esa comprensión sirve para enlazar el problema de la identidad con el de la comunicación. Ese salir del “yo” hacia fuera (el dar luz a los otros) para entenderse desemboca en realidad en una comunicación fallida que el poeta nos revela por medio de la imagen del “peso”: “ese tú en el que estamos encerrados todos, el yo es muy primigenio,pero lo que pesa en uno es el tú, el tú que llevamos a la nieve” (19). La imagen de la gravedad del existir entendiendo se extiende por todo el poemario, y así encontramos versos como: “Se lleva a sí mismo / como un peso muerto” (9), o “(Qué peso / si es claridad)” (67). La enorme tarea de comprender y darse a comprender está sometida al juego móvil e inaprensible de los signos. Lo que el poeta dice, lo que cree una “fortuna” –la amistad, el amor– es desmentido por la escritura o la lectura del libro, que lo convierte en una “desventura” (10). Y es que, como se nos dice en el poema “Hombre desnudo en la nieve”, clave para entender muchos planteamientos del poemario, “todos los signos encierran lo abierto. No serían signos si no fuera así”. Con un léxico claramente heideggeriano, el poeta apuesta por la paradoja: “encerrar lo abierto” puede querer decir, en consonancia con el filósofo alemán, que los signos contienen la apertura del ser o, al contrario, que cierran la posibilidad de acceder a la apertura del ser. La declaración que habla sobre el poder de los signos es ella misma contradictoria. De ahí que en la figuración de la Sibila el poeta acabe proclamando: “canto sin saber qué digo” (34). El hecho de que los signos se muevan a su capricho se ve aquí como una liberación, que, como no podía ser de otra manera, es una liberación paradójica: “Y ella, la ponderosa, / la que nada dice / porque ya lo ha dicho todo...”. El vacío del silencio es en realidad el peso de haberlo dicho todo, haber abarcado todo lo abierto con los signos  y haberse quedado en la nada.

            No es extraño, pues, que abunde la paradoja en Astillas, quizá más que en otras entregas del poeta, y así nos encontramos con que “El muerto no tiene sed”, pero inmediatamente “su sed / es lo que le diferencia / de nuestra sed” (14), o la nube que “dentro lleva / todo lo que no lleva” (15), o “el lugar amarillo es negro” (38). Las contradictorias “estrellas negras” (33) nos recuerdan al “sol negro de la melancolía” de Nerval. En alguna ocasión a la paradoja se une el juego conceptual: “el doloroso e indoloro mundo, / donde el ser se vuelve res” (50). Al hecho de que el mundo se presente simultáneamente como “doloroso e indoloro”, se une la imposible verdad, ya puramente lingüística, de que “ser” y “res” sean una reflejo formal de la otra: el ser y la nada son dos imágenes de la misma palabra, a la vez que no podemos apartar la idea de que el mundo degrada al “ser” hasta la categoría de ganado. Como queda claro en el poema que da título al libro: “Lo borroso del ser / es lo mas claro / y la ceniza / otra nieve” (52).








            Las derivaciones y paronomasias son igualmente consecuencia de ese deslizamiento incontrolado de los signos: los “soles solos”; de especial relevancia es el juego con “ojos”, “ojeras”, “ojeriza”, que se repite en varios textos al ser los ojos, como ya hemos visto, el medio para iluminar lo otro. En otra ocasión (“París”, 22) el poeta se entrega a un juego de combinatoria lingüística.

            Muchos más podría comentarse de este poemario, que se abre a la perplejidad de que algo exista y se pueda decir. Curiel nos arranca a cada momento de un suelo que creíamos firme para recordarnos a través de imágenes poderosas y contradictorias que “nunca sabré / la hoja que soy” (55), o, con más contudencia, que “no hace falta estar allí / para no ser este / que soy tras las cabras” (31); la presencia y la ausencia son categorías que ya no nos sirven, quizá el lenguaje tampoco, pero el intento de nombrar lo innombrable hace que el pensamiento pierda también su calidad de pensable y nos encontremos arrojados a la pura percepción de existir, una estética de lo que queda cuando nos hemos asomado a la nada.

ÁNGEL LUIS LUJAN 

sábado, 4 de julio de 2015

¡Justicia poética ya! Contra la discriminación sexista y los abusos de poder en la cultura

blog del amasijo: España: ¡Justicia poética ya!: Reunidas ya más de 1377 firmas!



Extractado del blog: "Justicia poética ya!
"Lo siento, la poesía femenina en España no está a la altura de la masculina. No hay mujeres poetas comparables a lo que suponen en la novela Ana María Matute o Martín Gaite (...). Desde la generación del 98 y todo el siglo XX no hay ninguna gran poeta, ninguna (...). Hay muchas que están bien, como Elena Medel, pero no se la puede considerar, por una Medel hay cinco hombres equivalentes".
Estas declaraciones de Jesús García Sánchez –más conocido como Chus Visor– fueron publicadas el 25 de junio de 2015 en el suplemento‘El Cultural’ del diario El Mundo.
Dado que Jesús García Sánchez es el editor y propietario de Visor Libros, uno de los sellos de poesía más importantes de España desde hace 45 años, y el primero en distribución en Hispanoamérica; que el editor participa como miembro del jurado de numerosos  premios de poesía (*) concedidos por instituciones públicas, cuya dotación se paga con el dinero de los impuestos de la ciudadanía; y que dichas instituciones tienen acordada con Jesús García Sánchez la publicación en su editorial de los libros ganadores, consideramos:
Que el criterio de este editor merma la igualdad de oportunidades para las mujeres poetas en la consecución de premios sustentados por fondos públicos y consecuentes publicaciones y, por tanto, debería invalidarlo para el papel de miembro de cualquier jurado de premios de esta índole.
La cuestión no es menor si se tiene en cuenta que, en el pasado, opiniones como las del editor de Visor han conducido a que la historia de la literatura invisibilice la creación de autoras cuya obra es de calidad igual o superior a la de muchos autores omnipresentes en libros de texto, reconocimientos y nombres de calles o escuelas.
También si se considera que las mujeres poetas han sufrido y sufren actualmente en la literatura similar discriminación a la que se produce en todos los ámbitos del arte, la cultura y la educación, perpetuando la injusticia de un canon excluyente que no refleja la realidad de la creación contemporánea.
De hecho, es el mismo criterio de Jesús García Sánchez el que explica que sólo el 15% de los libros de poesía y el 30% de los de narrativa, publicados en español, estén escritos por mujeres; que, de los 52 Premios Nacionales de Poesía que se han concedido en España hasta ahora, sólo cuatro hayan sido otorgados a mujeres. A lo que se añade que, una vez publicados, esos libros apenas reciben la atención de la crítica. En lo que a la poesía respecta, sólo hay que echar un vistazo a las antologías para confirmar que la presencia de mujeres es ínfima (no sobrepasa el 8%).
Y eso a pesar de que lo más importante que ha sucedido en la poesía española de las últimas décadas ha sido la irrupción de una gran cantidad de poetas mujeres, con una fuerza, una ambición y una profundidad en su discurso poético como nunca se había conocido antes. Es más, se podría afirmar que esa saludable presencia de las mujeres poetas es el acontecimiento más importante que ha sucedido en las letras españolas desde la Generación del 27, generación en la que ya había grandes mujeres poetas, pioneras que también fueron entonces silenciadas.
Las palabras de Jesús García Sánchez, en definitiva, ayudan a borrar de la Historia a poetas imprescindibles para comprender la cultura española, como son (y sólo citamos a algunas de finales del siglo XIX y del siglo XX) Rosalía de Castro, Concha Espina, Rosa Chacel, Concha Méndez, Ángela Figuera, María Zambrano, Carmen Conde, Gloria Fuertes, Ana María Moix…
La consecuencia más perversa de esta discriminación es la ausencia de las mujeres en los libros de texto: no sólo se expropia a las mujeres su legítimo derecho a ser reconocidas como creadoras, como parte generadora de Historia y de pensamiento, sino que se educa a las generaciones futuras en la ignorancia de que existe una genealogía y una tradición que les pertenece y que les es usurpada.
Nuestro tiempo ya no permite tal expolio humano y cultural. La experiencia de la poesía, de la cultura en todas sus manifestaciones, no puede seguir siendo sólo la experiencia que refleja una mitad del mundo. Hacer entrega a los jóvenes de una herencia sesgada dinamita las bases de una sociedad que se dice democrática.
Por todo, pedimos a las instituciones públicas que estén a la altura de una época en la que el sexismo es un insulto a la dignidad de toda la ciudadanía, y tomen medidas como:
1. No contar con ningún miembro de jurado de premios públicos de poesía con un criterio clara y públicamente sesgado contra la poesía escrita por mujeres, pues tal contratación iría en contra del artículo 14 de la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
2. Asegurar que intereses del negocio editorial no rigen el destino de los fondos públicos, pues eso puede ir en detrimento de la transparencia y la justicia de la concesión de dichos galardones.
3. Que asuman, con los aquí firmantes, la reivindicación de una justicia poética e histórica, a favor de la poesía escrita por mujeres.
Consideramos que estas acciones favorecerían que voces como la de este editor ya no sean más que el eco, cada vez más lejano, de otra época, de otras letras.
 Las personas firmantes de este comunicado no reclamamos cuotas; aspiramos a que haya transparencia en la concesión de premios con fondos públicos, paridad en los jurados que los otorgan y rotación de sus componentes. ¡Justicia poética ya!

(*) En todos los premios de poesía que se detallan a continuación, y en ocasiones durante más de un cuarto de siglo, Chus Visor ha formado parte del Jurado, aunque no esté expresamente señalado en las bases: Emilio Alarcos, Principado de Asturias (7.200€); Fray Luis de León, Diputación de Cuenca (6.000€); Generación del 27, Diputación de Málaga (15.000€); Tiflos, ONCE (6.000€); Internacional de Poesía Hermanos Argensola, Ayuntamiento de Barbastro, Huesca (6.000€); Ciudad de Burgos, Ayuntamiento de Burgos (7.200€); Ciudad de Melilla, Ciudad Autónoma de Melilla (18.000€); Jaime Gil de Biedma, Diputación de Segovia (13.000€); Premios del Tren, Fundación de los Ferrocarriles Españoles (6.000, 3.000 y 500€). Casa de América de Poesía Americana, Casa de América en Madrid (3.000€): Casa de América es la única institución oficial en España que se ocupa en exclusiva de las relaciones entre España y el resto de los países iberoamericanos. Financiada mayoritariamente por fondos públicos del Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Relaciones Exteriores, así como por un consorcio de empresas españoles con intereses en la región. Chus Visor dirige la revista ‘La Estafeta del Viento’ de Casa de América. Visor Libros publica la colección La Estafeta del Viento: 17 antologías “La poesía del siglo XX”, de 17 países americanos.


* EL MANIFIESTO 'JUSTICIA POÉTICA ¡YA!' HA SIDO PUBLICADO A MODO DE PETICIÓN PÚBLICA EN LA WEB CHANGE.ORG. PULSA AQUÍ PARA FIRMAR ESTA PETICIÓN.

* LISTADO DE ADHESIONES DE PERSONAS DEL MUNDO DE LA CULTURA AL MANIFIESTO 'JUSTICIA POÉTICA ¡YA!' (SI QUIERES PARTICIPAR ESCRIBE A genialogias@gmail.com INDICANDO TU NOMBRE, APELLIDO Y DEDICACIÓN. EL LISTADO DE FIRMAS SE IRÁ ACTUALIZANDO A DIARIO).