martes, 25 de marzo de 2008

EDMOND JABES: apuntes sobre El Desierto

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Miro largo rato a los seres, las cosas, antes de verlos; después me acostumbro a su presencia y desaparecen sin hacer ruido.

E. Jabès



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¿Y si el desierto no fuese más que polvo de cielo destruido?




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Cuando has conocido el desierto, le quedas deudor para siempre por una prueba benéfica, la que te prescribe olvidar. El silencio del desierto te desnuda. Y con eso te vuelves tú mismo. O sea nada. Pero una nada que escucha.




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La experiencia del desierto fue, para mí, dominante. Entre cielo y arena, entre el Todo y la Nada, hay una cuestión candente, ardiente. Arde y no se consume. Arde por si misma, en el vacío. La experiencia del desierto también es la escucha, la escucha extrema.




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El desierto es bastante más que una práctica del silencio y de la escucha. Es una abertura eterna.




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Las dunas son, acaso, polvo de millones de tumbas;


nuestros verdaderos lechos de eternidad, al abrigo de indiscretos.




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Ya no hay regreso posible para aquel que se ha hundido en el desierto. Venido de otro lugar, el otro lugar es su horizonte germinado.


"Arena es la pregunta. Arena es la respuesta. Es ilimitado nuestro desierto." Escribía Reb Semama. Sostenía un poco de arena en cada mano: "por un lado, las preguntas; por el otro, las respuestas. Tienen el mismo peso de polvo." decía también.




Edmon Jabès

ELISEO DIEGO: marinero de versos precisos



Ligero va el tullido allí en su silla
con sus ruedas vivientes calle abajo.
Las tristes manos fuertes su trabajo
volvieron en la cosa más sencilla.

Mi corazón a oscuras maravilla
esta ruina de hombre, este colgajo:
lo que la suerte cercenó de un tajo
achicarlo no pudo ni lo humilla.

Luz en la luz de la mañana hiriente,
con el pavor de lo que no se nombra
que me traspasa y que me esfuma siento.
La gloria está en sus ojos de inocente:
si él es la realidad, yo sólo sombra:
suyo es el esplendor del sufrimiento.



ELISEO DIEGO

(1920-1994)


'es un marinero de versos precisos y navegante de preciosos relatos que en cada línea supo sortear con maestría y habilidad las exigencias del oleaje de nuestra lengua castellana'

LA MARCHA DE LOS 150000000 (fragmento)

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CANTO VIII



Tengo el recuerdo de haber dormido contigo
y dormido a cuclillas mis manos sobre el caliz
profundo de tus dedos devorándote el día. Contigo,
hermano negro, hermano niño, hermano polvo, contigo
y acallando las sílabas de luna
del perdón, de la rabia, la aceituna, el olor de la piedra.

Contigo relampagueando tu silencio de venas

Contigo suspendiendo las axilas sobre el fuego

contigo atravesando las corolas del granero

(yo, contigo: profundamente contigo)


Enrique Falcón