sábado, 25 de agosto de 2007

Poéticas electrónicas: una aproximación al estudio semiótico de la “e-poesía” (IV)

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Según Bootz (1997) el “texto-escrito” es aquél creado por el autor y que está estructurado según una lógica propia y específica de ese autor. El “texto para ver” (“texte-à-voir”), es aquél que es aprehendido, captado, capturado, por el lector. Se inserta en el tiempo, esto es, en la duración de la lectura individual, en un instante concreto y preciso, al menos para el lector. A partir de este “texte-à-voir”, el lector se forja una imagen mental, un “texto-leído”, que es el espacio de la construcción del sentido. En síntesis, el “texto-escrito” está caracterizado por una estructura aplicada por el autor a una serie de códigos informáticos y a una serie de informaciones digitales. Este texto es un generador, intemporal, que produce los “textos para ver”, que sí están situados en el tiempo. La suma de un contexto a este “texto para ver” produce una imagen mental, el “texto-leído”, que activa la producción de sentido para el lector. La lectura se convierte, entonces, en un acto individual, único, subjetivo. Dos lectores podrán “capturar” dos “textos para ver” diferentes, que se correspondan a dos generaciones distintas de un mismo “texto-escrito”. Estos conceptos parecen muy útiles para dar cuenta de una manera completa de una cuestión que es central a propósito de la relación entre la literatura y la informática, como es la interactividad. Si ésta consigue introducir el lector en el texto, nos podemos a su vez preguntar si el lector no puede tambíen intervenir en el texto, intervenir en él, de forma irreversible. Por lo que respecta a la literatura electrónica, dicha “reintervención” se sitúa más bien en el nivel del “texto para ver” que no en el “texto-leído”.

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