viernes, 18 de febrero de 2011

WALLACE STEVENS: DOS POEMAS TARDIOS (precedidos de dos adagios)

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- los dos adagios -
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"Fuera de esta misma luz,

fuera de la mente central,
nosotros hacemos una morada en el aire del anochecer,
en el que estar ahí juntos es suficiente."
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"La poesía es un faisán que desaparece entre la maleza"


W. Stevens


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Montaña en julio
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Nosotros vivimos en una constelación
de trozos y de tonos,
no en un único mundo,
en cosas bien dichas en música,
al piano o el habla,
igual que en una página de poesía...
Pensadores sin pensamientos finales
en un cosmos siempre incipiente,
tal como, cuando escalamos un monte,
Vermont de pronto queda junto.
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July Mountain
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We live in a constellation
Of patches and of pitches,
Not in a single world,
In things said well in music,
On the piano, and in speech,
As in a page of poetry-
Thinkers without final thoughts
In an always incipient cosmos,
The way, when we climb a mountain,
Vermont throws itself together.
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Of mere being
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The palm at the end of the mind,
Beyond the last thought, rises
In the bronze decor,
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A gold-feathered bird
Sings in the palm, without human meaning,
Without human feeling, a foreing song.
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You know then that it is not the reason
That makes us happy or unhappy.
The bird sings. Its feathers shine.
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The palm stands on the edge of space.
The wind moves slowly in the branches.
The bird's fire-fangled feather dangle down.
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Del mero ser
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La palmera al final de la mente,
pasado el último pensamiento, se eleva
en la decoración de bronce,
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un pájaro de dorado plumaje
en la palmera canta, sin significado humano,
sin sentimiento humano, un extranjero son.
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Sabes entonces que él no es la razón
que nos hace felices o infelices.
Canta el pájaro. Sus plumas brillan.
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La palmera se alza al borde del espacio.
El viento pasa lento por las ramas.
El plumaje del pájaro, forjado a fuego, queda colgando.
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Poemas extractados del libro editado por Lumen en enero 2010, cuyas versiones en castellano corren a cargo de Daniel Aguirre.
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Más sobre Wallace Stevens en el blog de Sopa de poetes,
acá.
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acullá

y en la web:
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aquí

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acullí
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y también

ahí
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jueves, 17 de febrero de 2011

EDUARDO MILAN: DURANTE

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El camino Ullán
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Por Luis Felipe Fabre
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El camino Ullán puede entenderse como una suerte de «road poem»: una escritura que transita a la alta velocidad del ahora que inmediatamente deja de serlo. Porque hay que decirlo: existen pocos proyectos poéticos tan preocupados por el ahora, el presente, la realidad más inmediata, como la obra de Eduardo Milán.
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continua AQUÍ











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es osadía decir algo para dar paso, paso cierto, a la poesía, cuando está se sirve del insurgente Eduardo Milán, poeta que avanza, trocha por trocha, desaconsejablemente por la estrecha vertiente del vértigo que viene rodeando el abismo del habla, la imposibilidad, el necesario respirar y resistir.

Hueso que osa al descubrirse bajo la piel, tan vulnerable, usura del silencio rota en esa fractura que es la palabra poética: aquí no hay monedas para el equilibrista, si cae como si llega al otro extremo, queda en umbría y fugaz resuello. Otra cosa será que luego alguien pueda cruzar sin miedo o con miedo pero sin cobardía, por donde sugiere la sombra de su dactilografía. Cruzar y descrucificar las palabras, devolverlas sanadas a los niños que aún no huérfanos, las esperan junto al pan y el beso. Hay esperanza, pero no es ufana, no es victoria, es puro hueso al aire, temblor, resistencia. Durante, ese entre medio, media la fuerza por desarrollarse de los hijos, los hijos de los hijos y su siempre genuina ingenuidad que salvaría al mundo, si fuera po(e)sible.
Si no hay luz, hay tacto...
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Víktor Gómez
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quiero el excedente, el núcleo del exceso
el excedente negativo, lo chupado

médula que habita en hueco el caratú

que sabíamos comer de chicos -no tan chicos
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de la casita de madera clavada en la pared
el pájaro engarzado, por resorte

no por suerte, aparición puntual

daba la hora, si no qué, si no qué


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hay tres puntos intermitentes en la noche
unidos trazan para quien avanza a tientas
con bordes luminosos, México nocturna
vista de arriba desde el avión que aterriza
un mapa en la oscuridad
oriento con el corazón un paso cierto

detrás del paso cierto un paso cierto
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si no son mis hijos nadie más podría
por los que no me pierdo, luciernagas no son

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Eduardo Milán
El camino ullán seguido de Durante
Amargord Ediciones, 2009
Colección Trasanlántica
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Impagable, magnífica la labor del poeta Juan Soros, que dirige esta colección, muy muy recomendable por la calidad de todos y cada uno de los volúmenes que han ido sumandose y exponiendo la inmensa riqueza y heterodoxia de las poéticas que las Américas nos
hablan hoy, contra toda suerte de reduccionismos, etiquetajes, apropiaciones indebidas, manoseos mercantilistas y otras flaquezas. Así, la Colección Transatlántica es hoy por hoy una fuente prodigiosa de la que se benefician todos los que respetan y cultivan la lectura abisal.
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miércoles, 16 de febrero de 2011

ELENA ESCRIBANO: ASTERION O LA ENCRUCIJADA DE LA PASION

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En el ciclo de Poesía que se expone en el Palau de la Música de Valencia, este año intervino la poeta Elena Escribano. Su incesante búsqueda en las galerías de la consciencia humana por donde corren imparables la pasión, la locura, el deseo, la esperanza, el miedo, la ira, el sacrificio, la muerte, deviene su último poemario, inédito y casi cerrado, del que anticipo los tres poemas con los que comienza. El depurado estilo que auna clasicismo heleno-romano con la agudeza femenina de subvertir los mitos de una cultura masculina para enriquecerlos con una nueva mirada permiten una visión más turbadora por próxima a ese real indecible que llamamos humana existencia y que se soporta sobre las bases de un lenguaje con el que apenas somos capaces de entendernos, conocernos y una impredecible vulnerabilidad en la dependencia de los otros, que es casi una condena, y no llega a ser una salvación en tantas experiencias y en tantos desencuentros como los que marcan nuestros presente. Lirismo, intensidad, abisal travesía por el alma, la mente, el cuerpo, que son uno y unitariamente respiran y chocan y se esquivan y se embisten. Ahí, un ritmo versal, una cadencia y una musicalidad propia de lo inesperado, también de lo artesanalmente calculado y convenientemente disimulado.
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Lejos de la telebasura comercial y del cine más irresponsable en el que casi siempre los héroes vencen a los malos y se quedan con la chica, Elena Escribano prefiere ir a la médula del dolor vivo de hoy, esa dificultad casi insalvable por la que los enamorados fracasan en sus intentos de vida en común y son dislocados de sus sueños, de su deseo, por una áspera realidad y suceción de contratiempos y contraveniencias.
La apuesta, no obstante, el desafio, es seguir amando, seguir apasionadamente yendo contra el mundo por un sólo instante de plenitud, de imposibilidad rozada, de logro efímero. Si bien, es posible advertir un peso determinante, un hilo de oro que une lo posible y lo imposible, que está por unos momentos en manos de ella... junto al abismo.
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Víktor Gómez
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(MINOS)

Tú sabes que él no solía mirarte.

Le atraían más las otras jóvenes

de breve andar y risas anchas como cristales rotos,

los otros jóvenes

de ojos entornados como sonrisas o cancelas,

también los niños,

era el rey.

Como hombre, contigo, era el silencio,

como esposo contigo era una espalda,

era un muro en tu lecho,

era una tapia sin jardín y sin manzanos.

Con los demás la violencia o la apatía.

Hastiado ya de todo

muy pocas cosas le llevaban a la cumbre de sí mismo.

Sólo aquel toro nacido en las aguas más profundas,

como tributo en su belleza al altar de Poseidón

le devolvió a su pecho el redoblado galope de la sangre.

Traicionó su juramento y ofendió al dios.

No pudo sacrificarlo.

Tan hermoso era.







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(EL DESCUBRIMIENTO)

Él rey pasaba en el establo las horas y los días.

No le importaban el estiércol aún caliente,

las sonrisas maliciosas de sus siervos,

la suciedad en sus sandalias.

Tú no podías tolerar esta nueva ofensa.

Cuando le viste al galope una mañana entre los jóvenes de su guardia

atravesaste el umbral

y estaba al fondo.

Ovillado en un manto de nieve

oliendo aún a sal y a profundidades tan claras

que todo él era luz

mansamente descansaba en el heno.

No pudiste evitarlo.

Hubieras querido huir

cuando abrió sus ojos de agua

y te miró desde el fondo marino

de su origen.

Poseidón supo en ese momento exacto

que tú serías su venganza.

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(LA BÚSQUEDA)

De nada le servían seducciones aprendidas tras el altar de Afrodita,

ni los secretos conjuros oscuramente salmodiados de su hermana, la maga Circe,

ni sus manos

temblando

entre el suavísimo pelo blanco de su lomo,

por su delicado vientre,

en aquel sexo que ella presentía

más cálido que el aire del siroco en el otoño,

más poderoso que la venganza de Poseidón.

Un amanecer huyó hacia los campos

buscando el rocío que atrapa la esencia de la tierra,

y se bañó en el verde tiritante de los prados y se llevó

el sabor más intenso de la hierba pegado a su piel.

y era en vano.

Otra noche

bailó entre las algas de las profundidades marinas,

dejó que la sal fijara en su cuerpo

el profundo sabor de las caracolas

y se fue a abrazarlo tan perdida,

tan dolorosamente enamorada

que su rechazo

no supuso ni una queja

ni aumentó en un punto

su desolación.

Locura.

Insistencia ciega.

Huida hasta el fondo mismo

de los pozos de culebras.

Imaginar otras salidas.

No cejar en el empeño.

La maldición de un dios.

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Elena Escribano, poeta

Sobre Reincidencias, aquí

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MAURICE BLANCHOT: El paso (no) más allá

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¿cómo puede ser que, hablando, se hable así? La idea de perder lo que no se tiene, los días, las noches y después, perder la pérdida, torpemente llamada muerte. Perder el poder de perder no es, gracias al juego de lo negativo, tener o más bien, y ni siquiera conseguir el no-poder bajo una forma que se inscriba contra toda forma.
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Escuchando, no las palabras, sino el sufrimiento que atraviesa, de palabra en palabra, sin fin, las palabras.
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Maurice Blanchot,
El paso (no) más allá
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