jueves, 7 de junio de 2007

VER Y NO VER, por Victor I. Stoichita

El ferrocarril, 1873 de Edouard Manet


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En 1874, el año de la primavera de la exposición de los impresionistas, Manet presenta una de sus obras en el Salón parisino. El impacto es, como siempre, grande. Algunos años después se habla de ello todavía:
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El ferroarrial. Este cuado muestra a una niñita que mira entre rejas. Su hermana mayor está sentada a su lado. No hay ningún ferrocarril.
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Lo que el título del cuadro anuncia no se muestra. No es que el ferrocarril no esté allí, sino que s u imagen queda velada, escondida, inaccesible. La tensión entre lo que el título promete y lo que se ve en el cuadro impulsa al espectador a buscar una explicación.
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Una mujer está sentada y mira de frente. Su mirada, aunque algo perdida y pensativa, parece salir a nuestro encuentro. De pie, junto a ella, una niña nos da la espalda y nos introduce en el interior del cuadro. Una reja negra nos impide el acceso al fondo. La clara y densa atmósfera de vapor de una locomotora lo invade todo. En el centro de la imagen las rejas y el vapor forman un obstáculo que hay que interpretar como una censura. La pequeña se agarra con su mano izquierda a la reja y parece esconder su cabeza entre dos barrotes. Su curiosidad es evidente, su fustración también.
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El espectador se ve arrastrado por estas dos maneras de mirar, hacia adentro y a la vez, hacia fuera de la imagen. El cuadro presenta un desdoblamiento, pero al mismo tiempo es coherente consigo mismo.
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Resulta curioso el hecho de que Manet, pese a reiteradas recomendaciones, no enviara su obra a la exposición de los impresionistas, donde seguramente habría disfrutado de un puesto de honor, sino al Salón, y este gesto simbólico no carece de importancia.
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Esta obra está en abierto diálogo con la tradición europea de las pinturas que tematizan la vista, y a la vez supone, creo, una confrontación con la poética impresionista que estaba naciendo.
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Las consideraciones que siguen tienden hacia un doble objetivo: mostrar cómo el cuadro de Edouard dialoga con la tradición y como fueron recibidas sus iniciativas entre los jóvenes colegas impresionistas.
Victor I. Stoichita

1 comentario:

Ana María Espinosa dijo...

Qué prometedor el día
cuando se comienza la mañana
de viernes con linternas solares
y este impresionante cuadro
de Manet.
Solidaridad y arte de la mano.