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«El hombre no perdió lugar porque la poesía lo perdió. La poesía perdió lugar, o nunca lo tuvo, porque el hombre se desajustó. Digo, hoy nosotros no podemos, creo yo, plantear alternativas o salidas artísticas o estéticas que no refieran a una generalidad. Es como querer hacer poesía fuera de la Tierra. Si yo pienso a la poesía como un producto humano, aunque sea vehículo de otro tipo de voces, y aunque se pueda considerar a la poesía como vehículo de un habla extraña -un habla de la divinidad, un Don, o como se quiera plantear- tiene que pasar por el medio que es lo humano. Porque lo humano es justamente una posición de mediación entre dos órdenes; y si uno no recoloca o resignificación al hombre como mediador entre los órdenes, la poesía va a estar siempre fuera de lugar. Siempre va a estar fuera de lugar, porque antes tenía el lugar de la mediación; cuando se pone en el lugar de la no mediación o cuando quiere ser otra cosa que mediación, ahí se pierde. Yo estoy por reponer o resignificar el lugar de la mediación. Es ahí donde se da el problema para mí».
Eduardo Milán
2 comentarios:
El ojo del poeta es un gran angular que fotografía escenas
del mundo.
Es en su palabra
testimonio del entorno,
desde el grano de arena
a la montaña.
Buenas reflexiones.
Milán siempre mueve a la reflexión
y eso es importante.
Ana:
Desconfiar a veces de lo evidente supone atreverse a pensar que no sólo lo representado o lo oficial, que no solo lo acordado es lo real.
Por eso, si queremos ver por nuestros propios ojos hemos de quitarnos las gafas que nos (im)ponen.
Eduardo Milán es inquietante. Porque contra la quietud del esclavo está la movilidad del nómada, la fuga del loco, la aventura del ser.
Un beset
Viktor
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