miércoles, 28 de enero de 2009

EVA FERNANDEZ Y BELEN GOPEGUI: DIÁLOGOS en la Libreria Primado

En Libreria Primado, 23 de enero 2009
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En la Librería Primado (Avda Primado Reig, 102; Valencia)

a partir de las 7 de la tarde

este sábado 31

diálogo con

Belén Gopegui ("El padre de Blancanieves", "Lo real", "El lado frío de la almohada"...)

y Eva Fernández (con su primera novela "Inmediatamente después").



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Para mi, un retrato de una generación es un retrato de lo común de una gran mayoría de personas. El Jarama, novela con la que se comparó Historias del Kronen, reflejó a la clase media española que se había ido acomodando a la grisura del franquismo. Ferlosio nos remite a "la explotación y deshumanización de esa clase trabajadora que permitiría la bárbara acumulación del capital en que se asentaría el despegue de la economía española"7 ; muestra a ese pueblo domesticado que exigía el General Franco.

Creo por tanto que estos personajes no son representativos de un segmento mayoritario de la juventud de los noventa, porque si lo fueran, quizá, por las autopistas ya se conduciría en sentido contrario. Y digo: si es que hubieran llegado
cobrar existencia, porque a mi estos personajes me parecen hologramas, personajes como la Princesa Leila en la Guerra de las Galaxias cuando la proyecta un R2D2 escacharrado que ha escogido proyectar solo un cara de su geometría, la mercantil: ese joven rompecorazones que sólo se mueve gastando gasolina, mientras ejerce su dureza, o esa joven espectacular –yendo a Beatriz- lesbiana, modernísima, y muy culta, que se atreve a alejarse de sus padres y coquetear con las drogas. Un dechado de rebeldías para quinceañeros ambos dos.


EVA FERNANDEZ

(fragmento del ensayo "Sobre el materialismo y dos novelas de la llamada Generación X")








Quizá haya llegado el momento de combatir también desde el lugar en donde se producen las ficciones. ¿Tiene sentido mostrar con la ficción una opresión que de sobra conocemos y en la que a veces participamos? Tal vez tenga sentido. Lo que parece claro es que esa crítica tal como se hace la mayoría de las veces desde el interior del capitalismo no moviliza ningún resorte en la imaginación de quien la recibe. Lo que parece claro es que desconocemos cuáles son los resortes que necesitamos movilizar. ¿Seríamos capaces de dejar atrás, mediante ficciones no melodramáticas, pero tampoco ambiguas, los valores individualistas, consumistas, irresponsables del mundo de hoy? Apenas lo hemos intentado.



(Belén Gopegui: "Sobre Los horacios y los curiacios: hipótesis para un arte coordinado")

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