lunes, 23 de febrero de 2009

AMBROSIO GALLEGO. Anzuelos de vida: Pescar para pensar

Ambrosio Gallego:

desconocido poeta, amigo de mi queridísimo Miguel Ángel Curiel, me llega una carta tuya, qué intuí por conversaciones y merodeos con nuestro común compañero que traería un cierto rumor de hojas liberadas de su rama, amarillas de sol y en codificada e insurrecta revelación de ese no saber sabiendo, que acucia versos y miradas sobre un mundo extraño e incendiado de urgencias.

a esas urgencias acuden tus poemas con cierta parsimonia y no poco énfasis en lo visible, como quien se afana por ver y sobre lo visto, horada, duda, revuelve, dándole a su silencio no miedo ni desaprobación ni desdén, si no el más caro, el más leal de los abrazos, el de la poesía. 

emergen, así, tu canción y tu conmocionada palabra, del temblor de una puta vieja, del errar de de una yonqui moribunda, de la certidumbre de las fugas y la ceniza, del calcinado futuro que será un fenix en tu pecho o en mis labios al re-citar tu poema, nada es simplemente ayer.

humilde piedra, sostiene una casa habitada por instantes de sombra o lucidez, donde se dialoga con lo mínimo, donde se escucha lo inútil, con tal fervor de paz para nosotros, si fuera paz para los que a la intemperie aún rondan la noche sin pan y colchones en la calle

Aguardando sobre tersa roca,
lanzo al remanso otro anzuelo

el poeta que nos invita al vivir de plata del pez liberado del anzuelo propone otra pesca y se suma en el caudal de la poesía acomercial y desbanalizada a un pensar no racional, a una poesía que reequilibre en la música de las aguas y el sofoco de los perseguidos para un concierto nuevo.

estamos en tiempos de orfandad y llega Ambrosio a darme sin porque un abrazo y una casa y un anzuelo sin víctima y una hora de relectura desde otro reconocer lo entrevisto, así como quien brinda y eleva su vino por el diálogo, por la esperanza de encuentro entre la lectura y el poema...

Tú pides siempre la penúltima copa
como el pintor que nunca acaba su obra,
como la obra que nunca acaba el mundo.

brindemos, brindemos,  Ambrosio, en tu nombre que encierra un benigno secreto y en nombre de los que beben sin sed, sin prisa, por el goce de la amistad y la celebración de la utopía que nombra un no-lugar para todos los rincones de la tierra.

Víktor Gómez

 



ÉTICA

 

                                         Sábado, 29 de julio.

                                         Esperando la noche entre calles

                                         estrechas y orinadas.

 

Una yonqui apoyada en su muerte.

Su puerta pesa en mi sien,

y la evito.

Cambio de acera

como quien cambia de sabor.

No sé qué hacer, tal vez nada quiera hacer.

La veo encogerse como esos días de octubre,

y es verano, un verano de brazos abiertos.

 

Yo, de ella, odiaría mi temor,

creería que nunca me dolió la vida.

 

Y no sabría decirle qué programa, qué imagen

me durmió la piel de gallina.


Ambrosio Gallego


De su libro, LLueve en paz, ver aquí

Y sobre 10 de Barcelona, aquí

 

 

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