Poca cosa en el mundo con utilidad
todavía: la luna, María. Una
sobre otra con su luz vacía, el cuarto
menguante cada vez con menos cosas, los
muslos menguantes cada vez con menos manos, el
óvalo del rostro que rueda por la sombra. "Espérame
un año y verás: será distinto por la estrella el
destino". Luna de estío, estilo de brillar barroco, el
hueco de la noche se hace día, dices. Pero lo que no
dices y tal vez deberías es que no hay talismán que
frene el maleficio de no estar contigo, aquí
en la maleza de sonidos voló el ave que consuela.
[VUELTA NÚM. 175, 1991
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