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Estos anónimos japoneses son los encargados de enfriar y limpiar los reactores de la terriblemente dañada Central Nuclear de Fukushima. Se juegan la vida. Y son anónimos. Y su muerte será o no anónima, aún es pronto para saberlo. La muerte de los anónimos es una historia desatendida, un permanente pulso entre el olvido y la negación del olvido. Que Daniel Bellón incida en este poema de verso mínimo es significativo. Vuelve a tensarse en el poema la posibilidad de decir y la necesidad de no copiar la realidad tanto como de ser parte de esa realidad que es el mundo, mucho más irresumible y mucho más inetiquetable de lo que nos hacen creer a menudo. Aunque hay cuestiones que son tan precisas como un poema bien escrito. Véase, para muestra, un botón:
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A los 50 de Fukushima (y a todos los demás trabajadores que se juegan la vida)
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Unos
imaginan
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otros
diseñan
organizan
planifican
ordenan
negocian
clarifican
estudian
evitan
gestionan
resuelven
estructuran
articulan
especulan
regulan
evalúan
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pero cuando la cosa se pone mala
mala de verdad mala muy mala
desastrosa y peligrosamente mala
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así de mala
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siempre pringan los mismos
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Un poema de Daniel Bellón
Visto en Islas en la Red
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y en MLRS
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