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Llegó a orillas del mar, en la playa de La Malvarrosa, está mañana, aún rompiendo el sol con carmesí temblor el horizonte y dándole vida serena a las casitas, las palmeras y la avenida, en una botella translúcida, un poema de Rafael Pérez Estrada (quien ya dijera muchos años atrás "el mar era la parte real de los sueños). Un poema es una playa en sí mismo. Al que se puede llegar por tierra, mar o por el aire. En estos días de creciente indignación y revueltas a nivel mundial, y por fin, desperezándose en España una heterogénea población, inexplicablemente anestesiada, El responsable nos recuerda los porqué y los hasta cuando de la poesía de la acción, y las acciones de la poesía. Cada ciudadano vive en su corazón una revuelta, una pugna entre las coherencias del amor, la libertad y la justicia y la dictadura del yo y sus avaricias y patologías. Dos certidumbres, pequeñas esperancitas:
El buen poema hace bien cuando llega a abrirse al corazón e inundarlo del si y del no. Y en consciencia, Actuar.
Los jóvenes son el motor, ayer 15 de octubre eran mayoría, de la polis.
Y una carencia advierto. Hacen falta acompañando esta constelación mundial de indignados artistas que le den música, letras, colores.
V. G.
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.EL RESPONSABLE
Extraño a todo hábito o costumbre, vivía ajeno a cuanto llama la atención a los hombres públicos, y se bastaba con estar sentado a oscuras en lugares discretos: Un corazón luminoso late en el universo cerrado de mi tórax –decía constantemente. Por lo demás se mostraba tranquilo: Cuando yo muera –aseguraba– vendrán el Alcalde, los concejales y la banda de música, con la tuba, la tromba y el clarinete, y abrirán mi pecho. Entonces verán todos la luz rosácea de mi corazón; y el Alcalde iluminará con ella un campanario, una plaza y un jardín. Y al fin podré dormir apagado y tranquilo, discreto y silencioso, sin tanta responsabilidad como ahora tengo.
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.Poema de Rafael Pérez Estrada, extractado de Bajo el cielo indeciso (Ediciones Calambur)
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