hay que hablar de todo sin callar,
pero con el lenguaje que tenga un destino.
José Hierro dijo que escribía espaciadamente
porque:
"cuando no tengo nada que decir no lo digo,
y cuando tengo algo que decir
y no sé cómo decirlo, tampoco lo digo".
Hay que hablar también de los cambios,
aunque las cosas cambian menos de lo que parece.
Los acontecimientos son vertiginosos,
salen a montones
en las primeras páginas de los diarios,
pero en cambio,
la historia es lenta.
Las palabras deben dejar testimonio
y cumplir su misión.
Si hablamos de migración,
debemos de hacer palpable el drama de los fugados
de los países pobres a los países ricos,
que es un cambio de no tener nada a una esclavitud.
Los inmigrantes vienen a conocer nuevas formas de morir,
y debemos preguntar
si Europa será capaz de prescindir de su soberbia
y darles un trato humano a estos hijos
de otras culturas que vienen inermes.
Yo tengo mis dudas.
Las comunidades son racistas
y los políticos son capaces
de lo que sea para no perder un voto,
aunque sea el voto de un racista.
Las palabras están al servicio de estas causas
y hay que precisarlas.
Hay palabras que me espantan
como la palabras PUREZA,
porque era la palabra favorita de la inquisición
para echar a la gente a la hoguera...
Yo prefiero hablar de autenticidad
como se hace en el flamenco,
y eso sirve tanto para el arte como para la vida.
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