Tierra eterna
Sola y eterna, tierra de arados, de sementeras y de olivar,
mil veces regada con sudores de hombres, con cuidados,
con maldiciones, con desesperaciones de hombres,
hermosura diaria, espejo y descanso nuestro.
Nunca cansas, siempre lista, inscrita una y otra vez
por hierros y por huellas, volcada por rejas al sol y a la lluvia,
a todo tempero, siempre con la dádiva conforme al trabajo,
medida a nuestros huesos.
¡Ay de los que te olvidaren, de los que en su piel
y en sus ojos pierdan tu recuerdo, de los que no se refresquen
contigo, de los que te pierdan de alma!
Del malagueño J.A. Muñoz Rojas
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