martes, 24 de julio de 2007

José Angel Valente. Para siempre: la sombra (marzo, 2001)

La Fundación Telefónica presenta la exposición y el libro José Angel Valente. Para siempre. La sombra, que se edita con carácter póstumo. El resultado de la unión del libro y de la exposición responde a la tercera de las colaboraciones que el poeta llevó a cabo con el fotógrafo Manuel Falces.



José Ángel Valente es considerado uno de los últimos grandes poetas en lengua castellana. Aunque pensaba que el poeta, en principio, no escribe para nadie, admitía que, a la postre, lo hacía para una inmensa mayoría. De ahí que su palabra poética supiera moverse con un estilo propio entre un hermetismo apenas asequible y el amplio universo de las emociones, compartido por la mayor parte de sus lectores. Sin embargo, la emoción en Valente está exenta de todo sentimentalismo pasajero, puesto que la realidad, «el tiempo de miseria», imponen al poeta un verbo «con atributos de claridad». En los comienzos, sus poemas se adscribían al realismo social característico de la «Generación del 50», pero más tarde fue decantándose hacia los arcanos de la lira intelectual y al estudio de la poesía como búsqueda de lo profundamente humano, con ayuda de la mística.



Por su trayectoria, la «carrera del corredor solitario» como él mismo la definió, recibió diversos galardones, entre los que cabe destacar el Premio Nacional de Poesía, el Premio Nacional de las Letras y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1998, que compartió con la escritora también fallecida Carmen Martín Gaite. Murió en Ginebra el 18 de julio de 2000 y sus cenizas fueron enterradas en su localidad natal, Orense, donde lo nombraron hijo predilecto de la ciudad.


La primera colaboración entre Manuel Falces, fotógrafo, y José Ángel Valente vio los frutos en 1990 con Cabo de Gata. La memoria y la luz. El segundo libro, Las ínsulas extrañas: lugares andaluces de San Juan de la Cruz, es un recorrido por el mismo itinerario que realizó el místico carmelita por tierras andaluzas, desde Jaén hasta Granada, durante el cual Valente realizó una serie de anotaciones. En este viaje, Falces tomó la instantánea más emblemática del poeta que se incluyó en el libro El vuelo alto y ligero (Universidad de Salamanca/Patrimonio Nacional, 1998), premio Reina Sofía de Poesía. La tercera colaboración entre Valente y Falces alumbró el libro, por fin édito, que el lector tendrá en el mes de marzo entre sus manos: Valente. Para siempre. La sombra, un juego de complicidades –en palabras de Falces– que contiene pequeños fragmentos vitales del poeta, episodios suyos cuando estuvo convaleciente, fotografías tomadas en la mesa sobre la que escribió poemas musicales en colaboración con Mauricio Sotelo, algunas instantáneas tomadas durante la Bienal de Venecia, etc. La exposición complementa el libro al mostrar en una misma sala todas las fotografías caligrafiadas de la edición.



Las fronteras no existían para Valente, siempre afanado en ofrecer una visión múltiple, un solo cuerpo artístico casi siempre más intelectual que emotivo. «Lo literario para Valente –afirma Falces– era el cielo abierto de la Estética». Ejemplo de ello es la reflexión que surgió a partir del discurso pronunciado ante la Reina Dª Sofía en el Salón de Columnas del Palacio Real, con motivo de la entrega del Séptimo Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, instituido por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, en un acto que se celebró el 14 de enero del 1999. La palabra fue, una vez más, el lugar de encuentro de las artes y de la creación del mundo, donde tuvieron cabida tanto las alusiones a los Salmos como a El Jardín de las delicias de El Bosco. Valente incorporó a su disertación dos párrafos de Tres lecciones de tinieblas en torno al verbo y a la palabra. Este discurso fue el germen de la recopilación poemática El vuelo alto y ligero, editado por la Universidad de Salamanca con motivo del Premio y también de Valente. Para siempre. La sombra. La idea original del libro se concretó durante la entrega del discurso, pero había venido fraguándose desde el año anterior.




Valente. Para siempre. La sombra, surgió bajo la forma de una serie de conversaciones que el poeta y el fotógrafo venían manteniendo desde 1998. A partir de poemas muy cortos cuyos referentes eran lugares concretos del universo poético de Valente (imágenes de Almería, Venecia, Berlín, etc), la idea fue tomando la apariencia de discurso, siguiendo un método que Falces denomina como el método de trabajo de la mirada compartida, un itinerario en primera persona jalonado con cincuenta y siete fotografías, treinta y una de las cuales aparecen caligrafiadas por el propio autor. «Valente escribió con tinta negra sobre el original y, a diferencia del primer libro, donde escribió sobre papel vegetal, lo ha hecho directamente sobre la fotografía», ha declarado Falces a este boletín. Para el fotógrafo, la obra de Valente puede ser considerada como «un espacio», entendido como «concepto literario de la palabra poética, imagen que pertenece a la geografía de lo poético». Este espacio poético viene constituido por «una serie de textos que forman un todo, cuerpo y alma» y que encuentran su continente en el libro y la exposición que presentó la Fundación Telefónica.




POETICAS _ de _ VALENTE

--
Ut pintura (1979)
--
Mucha poesía ha sentido la tentación del silencio. Porque el poema tiende por naturaleza al silencio. O lo contiene como materia natural. Poética: arte de la composición del silencio. Un poema no existe si no se oye, antes que la palabra, su silencio.
--
Poética
--

Dragón
(acoplado a la trucha
engendra el elefante).
--
TENDENCIA Y ESTILO
--
[...]Cuando un autor se reconoce más por su tendencia que por su estilo, hay razones para sospechar, primero, de su calidad literaria y, segundo, de su capacidad real para servir a la tendencia en cuestión. Por supuesto, no hablo del estilo como de un agregado formal o un elemento autónomo de la obra de arte: esa es la posición de base, más o menos extremada, de todo formalismo. El estilo no es más que la capacidad del medio verbal para producirse en cada momento en función de un determinado contenido de realidad y para no existir en la obra más que en función de ese contenido. El estilo, así considerado, puede ser víctima de dos elementos apriorísticos: de un a priori estético y de un a priori ideológico. Ambos liquidan de raíz toda posibilidad de que la obra artística se produzca. El a priori estético hace prevalecer la autonomía del medio verbal: el estilo desaparece entonces y se convierte en manera. El a priori ideológico hace prevalecer la autonomía del tema: el estilo desaparece asimismo y se convierte en esquematismo demostrativo. Se trata de dos mecanismos de abstracción que en último término, aunque por distintas vías, coinciden en escamotear el posible contenido de realidad de la obra literaria. y justamente en la capacidad de alojar ese contenido y de producirse única y exclusivamente en función de él y no en virtud de supuestas categorías estéticas o en razón de la oportunidad o incluso necesidad de ciertos temas reside la virtud del estilo.

*
-
Fragmentos de un libro futuro: última osadia del poeta
-
Y todos los poemas que he escrito
[...]
Me conducen por lentos corredores
de lenta sombra hacia qué reino oscuro
[...]
me dan la clave del enigma
en la pregunta misma sin respuesta
que hace nacer la luz de mis pupilas ciegas
... /...
Tu súbita presencia.
Toda tu luz irrumpe duradera, dura
como la piedra.
Vienes
tan inmóvil, tan adentro de ti.
Lo hondo.
En tu sola existencia,
tu sola luz, estás
ardiendo para siempre


No hay comentarios: