sábado, 20 de octubre de 2007

EDUARDO MILAN: RESISTIR. INSISTENCIAS SOBRE EL PRESENTE POETICO (I)

SOBREVIVIR (I)
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NO HAY NOVEDAD: los poetas escriben para sobrevivir. La recitada de Rimbaud anunció: "La verdadera vida está en otra parte". Pero ya no hay verdadera vida para el poeta en el crepúsculo del siglo. Y lo que es peor: ya no hay otra parte. Y las paradojar continuan. Una de Novalis: "El paraiso está en todas partes o en ninguna". Tal vez haya que concluir, desgraciadamente para aquel fino espíritu del romanticismo alemán, que, bueno, en realidad no hay paraiso. Y así vamos por delante, negando aquí y desconfiando allí de una serie de propuestas que el ser humano poético se tomó el trabajo de concebir para hacernos un poco más felices. Todo lo que tenemos es el presente: sofocante, implacable, filoso como una lámina, pero esto es todo, al menos por ahora.





Los abanderados del presente no pensaron, no pudieron haber pensadoqué significa exactamente vivir encerrados entre las cuatro paredes del presente, como si hubieramos sido pintados. La cuadratura de nuestra vivencia tiene algo de arte, de artificio: por algo se dice, y no solo en alusión a la representación de nuestra existencia, que vivimos en la sociedad del espectáculo. Esto es un escenario: estamos encuadrados. La posibilidad de salirnos del marco, de desmarcarnos era, en un sentido temporal, la utopía. Era una promesa de devenir no solamente lineal sino también hacia arriba, hacia abajo o hacia el costado. El arte de nuestro siglo intentó el gran desmarcaje: la unión arte-vida,que era una forma de salirnos del cuadro. Fracasó: el regreso a las formas de fachada niega, entre otras cosas, el movimiento de la vida, el error, lo imprevisible, lo incontrolable. El regreso a las formas canónigas en arte no sólo significa el relativo agotamiento del repertorio formal de la vanguardia: significa, antes que nada, que todo está bajo control, que nuestra visión del mundo está controlada, que nada queda librado al azar, ni siquiera librado a la parte de lo fortuito estético que tiene el azar: lo sublime.



(Primera parte de 2 del artículo de Eduardo Milán "sobrevivir")











Resistir para Milán es hacerse fuerte, pero no resistencia al cambio, sino a la inerte inercia; es hacerse leve, pero no resistencia pasiva, sino vigilante escucha a la voz del aura. Resistir no es dejarse estar sino echarse a andar, errar. Errar es humano, demasiado humano, pero cuando el errante se conoce en su errar, su senda es divina, no está perdido, sólo anda demorado, haciendo tiempo,. rastreando algún hilo de voz, buscando para volver.




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Resistir al nihilismo con una insistencia que no es desvarío sino errar encaminado a la búsqueda del sentido; porque el futuro será poético o no será: "Cuando la razón y la verdad entran en cuestionamiento la que verdaderamente debe alterarse es la poesía, dada su condición de puente hacia la verdad o de otro respecto de la razón."




Parecen variables, pero en una ecuación vital cuya representación es una trayectoria donde el movimiento se demuestra errando para volver a dar en el centro, resistir, insistir y existir son tautologías constantes. Para los poetas, las oposiciones totales son falsas apariencias o mejor, auténticos secretos a voces; coicidentia oppositorum, la serpiente se ha mordido la cola: admirable caso de un hombre de palabra el de Milán, que literalmente cuando resiste no se amilana.




Alberto Sauret


Departamento Académico de
Estudios Generales, ITAM

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