miércoles, 23 de enero de 2008

GONZALO ROJAS: “Yo soy herida, yo soy un poeta fisiológico”

Gonzalo Rojas nació en Lebú (Chile) en el año 1917. Ha recibido numerosos premios internacionales entre los que se cuentan el Premio Sociedad de Escritores de Chile por Poesía inédita (1946), el Premio Reina Sofía de Poesía de España, el Premio Octavio Paz de México y el José Hernández de Argentina, además del Premio Nacional de Literatura de Chile en 1992 y del Premio Cervantes de Literatura 2003. Basta con leerlo para acercarnos a este poeta que es todos los poetas a la vez. A la iluminación de su poesía y a su discurso de piedra inagotable. Esta entrevista pretende conocer un poco más a este poeta chileno que es uno de los poetas pilares de nuestra lengua.
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Entrevista para Letralia de Augusto Rodríguez
Escritor ecuatoriano (Guayaquil, 1979). Ha publicado los poemarios Ausencia (Santiago de Chile, 1999), Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005) y La bestia que me habita (2005). Sus textos aparecen en varias antologías locales y del extranjero. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez (2005), el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005) y Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2005). Es el fundador del grupo cultural guayaquileño Buseta de papel.

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—Gonzalo, cuénteme de su infancia y cómo empieza a escribir poesía.
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—Cuando era niño era asmático y de paso tartamudo, así que se me dificultaba hablar. No hablaba pero la palabra la sentía muy dentro mío (esto lo digo sin ánimo de pretensión). Soy un animal esdrujulario. Todo empieza por una dinámica personal. Me estimulaba los sonidos, la iluminación. Estaban allí, en mí. Yo me considero un poeta pasable nada más. Yo solo vivo la vida y la poesía. Es decir, esta relación vida y poesía. Sólo que la transfiguro nada más. Como dice Goethe: un poeta de circunstancias. La palabra se me encendía, se me mostraba desafiante, me transportaba. Mire, amigo mío, yo no creo que la palabra tenga que nacer de mentes sórdidas o confundidas que sólo confundan la poesía. Y los que estén confundidos que no escriban y vayan al doctor o al psiquiatra, igual ellos no te ayudan a solucionar tu problema, me entiende. La palabra debe ser un ente vivo y sólo escribir desde la sinceridad y de lo que te fue dado. No busquen otras cosas. Hay que ser honesto, sincero, verdadero con uno mismo, me entiende, real. Yo creo eso, yo no soy brujo ni nada que se le parezca.




Gonzalo Rojas, con J.C. Mestre y Antonio Gamoneda
—¿Qué me puede decir de su paso por el grupo Mandrágora?
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—El año 1938 unos jóvenes liderados por Braulio Arenas, pensaron que era importante un ejercicio literario que tuviera como centro el surrealismo. Y a partir de ello expusieron y dieron conferencias en el Salón de Honor de la Universidad de Chile, esto fue en el año 1938. Yo entré en este grupo en el mes de septiembre de ese año. Sin ningún interés surrealista, mas bien por curiosidad y porque había leído en serio a los dadaístas. En el año 1941, es decir años después me retiré de ese grupo. No me interesó. No tengo ninguna reserva contra ellos. Me fui porque nada tenían que ver con los movimientos surrealistas de Perú con César Moro o Emilio Adolfo Westphalen a la cabeza o de los argentinos, que era liderado por un médico y poeta argentino Aldo Pellegrini que sí tenían un pensamiento surrealista de verdad.
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—¿Cómo fue su relación con Teillier, Lihn, Anguita y con los poetas chilenos de su época?
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—Teillier y Lihn son más jóvenes que yo. Anguita que era del 1914 y yo del 1917, es decir somos más cercanos. Anguita realmente tenía talento. Su obra es a ratos cercana a la mía, pero a la vez distante. Mire, en la poesía chilena sólo hay tres grandes poetas que son: Vicente Huidobro que conocí y lo quise bastante. Fue el único que en verdad nos liberó. Puso libertad en nuestras cabezas de jóvenes principiantes de 20 años. El segundo fue Pablo de Rokha, pueden decir lo que sea de él, que era rudo, cruel, desmedido, pero fue el único que puso en marcha los istmos, la vanguardia y sobre todo la ruralidad como lo hizo el mexicano Rulfo pero en prosa. El otro poeta es por supuesto Pablo Neruda, que a los quince años escribía con una cierta madurez, es el más precoz de todos; él leyó bien a los poetas franceses, no hay duda. Su gran libro es Residencia en la Tierra, pero escribió cien libros más muy malos. ¿A quién se le ocurre escribir 140 libros, por Dios? Lo que pasa, amigo, es que acá los chilenos somos muy generosos. Todo lo que es nuestro lo alabamos. Decimos que toda la poesía de este lado del continente es decisiva pero no es así, somos pasables no más. Pasables nada más, repito, amigo mío. Sólo hemos tenido tres grandes poetas y nada más.

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—En su poema “Carbón” se abarca la relación padre-hijo, que a mí personalmente me interesa mucho ¿Qué me puede decir de esto?
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—Es un poema que habla de la distancia. Mi padre muere cuando yo tenía 4 años. Él vive en mi mente. Y hasta acá sigo oliendo la mina de carbón bajo el mar. Lo oigo en vilo. Lo oigo a mi padre y por eso escribí ese poema sobre mi padre, desde la distancia.
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—¿Se considera un poeta que escriba sobre erotismo?
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—Yo no soy un poeta erótico. Yo escribo desde la palabra para exaltar el cuerpo. El poeta español Cernuda escribió una vez: Hay cuerpo, y eso es lo que hay: Cuerpo. Para mí el placer es algo sagrado. El parto es algo sagrado. El orgasmo es algo sagrado. Pero hay necios que creen otras cosas sobre el orgasmo, ese minuto bello y hermoso es para mí algo sagrado, repito. Hay otros poetas que escriben sobre erotismo, yo soy un poeta que escribe sobre el cuerpo.








—En uno de sus poemas se repite el mismo verso, todo es herida; Gonzalo, ¿el mundo sigue siendo una herida?
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—No es para tanto, amigo mío. Eso lo escribí hace mucho. La vida no es tan completa, es verdad. Ella es mutilación y de ahí se abre la herida. Yo soy herida, yo soy un poeta incompleto, como tú seguramente, somos incompletos, aprendices, inconclusos como el resto de los seres humanos.
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—Usted ha ganado el Premio Cervantes y es eterno aspirante al Premio Nobel. ¿Qué opina de eso?
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—Pues que los premios son tonterías, no sirven para nada. No significan ni deben significar nada, me entiende. Por qué no le dieron el Premio a Kafka o a Fiódor Mijáilovich Dostoievski. Debería haber un premio que se llame Premio Kafka o Premio Fiódor Mijáilovich Dostoievski pero no lo hay. Son tonterías que la gente se inventa. Y lo que es peor es un riesgo porque confunden al lector o al resto. Ya se cree que por ganarlo tal escritor se es más importante... eso es mentira. Y claro, a los que no ganan no se los ve igual, puras tonterías que no sirven para NADA.
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—¿En qué proyectos literarios se encuentra Gonzalo Rojas?
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—Mi último libro se llama Esquizo, que acaba de ser publicado hace pocas semanas. Yo no soy esquizofrénico ni mucho menos. Aunque sí creo que el poeta escribe como dice Baudelaire para un hipócrita lector. Para mí el poeta es todos los hombres a la vez. Cuando nace tiene esa universalidad. Después es maltratado, humillado, descompuesto, desbaratado por eso que llamamos colegios o liceos que lo echan a perder. Pierde su gracia, que le fue dada desde del inicio. Por eso yo afirmo que soy un poeta fisiológico.

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Dos poemas

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¿Qué se ama cuando se ama?
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¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es?
¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible? Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

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El fornicio


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Te besara en la punta de las pestañas y en los pezones,
te turbulentamente besara,
mi vergonzosa, en esos muslos
de individua blanca, tocara esos pies
para otro vuelo más aire que ese aire
felino de tu fragancia, te dijera española
mía, francesa mía, inglesa, ragazza,
nórdica boreal, espuma
de la diáspora del Génesis...

¿Qué más
te dijera por dentro?

¿griega,mi egipcia, romana
por el mármol?

¿fenicia,cartaginesa, o loca, locamente andaluza
en el arco de morir
con todos los pétalos abiertos,
tensa
la cítara de Dios, en la danza
del fornicio?

Te oyera aullar,
te fuera mordiendo hasta las últimas
amapolas, mi posesa, te todavía
enloqueciera allí, en el frescor
ciego, te nadara
en la inmensidad
insaciable de la lascivia,
riera
frenético el frenesí con tus dientes, me
arrebatara el opio de tu piel hasta lo ebúrneo
de otra pureza, oyera cantar las esferas
estallantes como Pitágoras,
te lamiera,
te olfateara como el leóna su leona,
para el sol,
fálicamente mía,
¡te amara!

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Gonzalo Rojas

4 comentarios:

Jesús Ge dijo...

Viktor, este texto del Fornicio de Gonzalo es de mis preferidos. ES un texto maravilloso, lo tengo incluido en una carpeta de Poesía Erótica que de vez en cuando recito por ahí.
Otra afinidad no azarosa.
Un abrazo.
Jesús Ge.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Pero, ¿tú y yo no nos conocíamos de antes?

De verdad, a veces tengo la sensación de que eres un antiguo amigo, más remoto que el primer amigo imaginario que tuve (se llamaba Lily y...)

En fin, ya comentaremos de esto cara a cara.

Por cierto, ¿no es injusto lo poco que se habla de éste poeta, de su osadía, de su genialidad, de su estética contraconvencional y su profundidad de campo?



Un abrazote,

Viktor

Ana María Espinosa dijo...

Víktor:

Vivir es una herida
¿Cuántas veces hemos hecho
poemas, cruzado comentarios
sobre el tema éste, tan compartido
por muchos, tan profundo en Gonzalo Rojas?.

¿Dónde están esos poemas que escribimos?:
Sanando heridas, seguro.

¿Cuántos poemas de esas heridas
sangrantes llenarán el futuro, cuántos?

Sandra Rubio dijo...

Ese poema del fornicio, no lo conocía, y me llegado hondo.
Muy interesante la entrevista. En su blog uno de siente como en casa. Un abrazo!