jueves, 17 de abril de 2008

Alicia Martinez: Tras las huellas de Nínive perdida

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Un adiós nunca vale un beso
Mejor dejarlo al vuelo
Un adiós es siempre un beso
Sólo uno
En el centro del dolor

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Siempre pensé que la poesía es la anónima huella de muchos, la herencia imborrable que una madre puede dejar escrita a una hija en el ciclo siempre inconcluso del ser de palabras, palabras no vendidas.

Descubro recientemente a una poeta anónima.
Un regalo inesperado que comparto.

Víktor Gómez




Estoy cansada de estar
encaramada a mi cabeza
vigía de mi propia vida
espía de mi derrota
envidia de mi victoria



Alegre de poder
desde el abismo
verme ahí arriba
y de saberme capaz
de un regicidio



Tranquila de saber
que ahí abajo
saben del suicidio



Consolada de vivir

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Alicia Martinez


Periodista, reside en Valencia,
treintañera, excelente lectora,
saber escuchar y escribe
artículos de opinión
extrañamente interesantes,
ahora se le puede
leer en Que.es
y en


2 comentarios:

ALICIA MARTÍNEZ dijo...

Gracias Víktor. Es poesía ya amarilleada, recordada y rescatada directamente de la servilleta encafetada. Mi ordenador estalló y perdí quince años de mi vida y con ellos el rastro de palabras que había dejado para no perderme. Algo queda, sin embargo. En bruto. Y su función es la misma: miguitas de palabras en el bosque de la red... para no perdeme, para no perderlas.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Si, razón tienes y tomo nota. También es más. Ese más que son las señas, las señas de nuestro nomadeo, eso que quieren algunos llamar identidad.

Un beset

Viktor