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Hemos recibido un don. Memoria. Pero todavía en la verdad de lo oral, no en la caligrafía ni en la prescripción, todavía en el nervio óptico, en su sintaxis inaprensible, un relámpago preciso sobre lo real remueve el corazón de la materia, nos comunica lo inaudible y desde ese fulgor de discrección somos emparejados para una visible fuga de lo sustancial. La vida, misteriosamente mineral, acuerda con el silencio y la ausencia un pacto: el poema quiere cumplir su anti-oficio, se abre en cicatriz carbón, nos anuda a la tierra como ningún otro imán. No por si mismo, sino por lo que le hace decir el mundo.Salto.
Víktor Gómez
De cicatriz carbón
Cicatrizan estos motores
en la palabra o el grito,
animales de la llamada,
del carbón dulce bajo la tierra.
Donde sólo ruinas,
donde hablan dos chimeneas
y se vierten los Circos,
las Compañías Explotadoras,
las manos de herrumbre,
las herramientas.
Había una enorme grieta,
entraron muchos hombres
de hambre y fuerza,
sus intensos olores,
sus pájaros en completo
hacinamiento.
Desnudar
la savia
en el contorno.
Lo que es
cae en gotas,
sin dispersarse.
A
a
a
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De casetas
Abierta la baldosa
oscura en la gavilla,
sombra del bidón
que se proyecta,
oreja mordida
por el perro oculto,
en los sacos
de transporte,
escuchar la mitad
de sus gritos,
clausurado el hangar
se reproducen,
cerrada la puerta
no hay manos que
destapen la mezcla
de sus cantos,
el barril rebosante
de ambrosía,
con fruición libar
los platos,
embudo con olor
a combustible,
sabor de la loza
abandonada.
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Oteiza. Homenaje a Mallarmé
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Sales de plata, quemadas por el sol. Salir de la mina, al aire. Cruzar el umbral. Salir del cuerpo. De la muerte. Un texto que profundiza en la condición mineral de la escritura como decía Cabral de Melo. Las sales de plata reaccionan a la luz, forman el negativo. La palabra impresa, negro sobre blanco, como negativo de la experiencia. Concavidad, huella de un vacío. Como la caja Homenaje a Mallarmé de Oteiza, da forma al vacío. Sale. Del interior de la mina, del interior de la caseta, cerrada a cal y canto. Los poemas de Esther Ramón, acompañados por fotografías de Mark Bentley, cuestionan la ausencia y la escritura. Ni son ilustrados por las imágenes ni las describen. Fotografía y poema son dos medios usados con una misma conciencia crítica, como explica la poeta en la nota final: “Se trata de fotografías de un tiempo que no sucedió, que fue creado a posteriori, puesto que Mark ensambla diferentes imágenes para crear un solo individuo o Frankenstein que evidencia o muestra −como el poema− sus cortes y cicatrices para señalar, tal vez, las nuestras. O para brindarnos un espacio intacto, inexplorado y un tiempo paralelo y no medido donde existir. Detrás.” Ambos procedimientos dicen el esto ha sido de Barthes. En el afuera los poemas musitan, no se sabe si estos espacios están ocupados. Habitados. Nos dicen: Esto ha sido habitado.
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Portbou –Colección trasanlántica
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