lunes, 9 de julio de 2007

ELENA ESCRIBANO: TEORIA DE LA INSPIRACION (II)


Entre la inspiración como don divino, como búsqueda intelectual o como manada de musas…o “madre prostituida” hay demasiada distancia de tono y profundidad. ¿Por qué tantas diferencias entre unos y otros? ¿A qué se le tiene tanto miedo?

Desde el Romanticismo a nuestros días hemos andado un largo camino en la poesía lírica que ha ido desde la exaltación del yo más absoluto, a considerar el yo poético como un ente de ficción. En este ocultamiento del yo, en ese pudor que parece que arrastra todo poeta contemporáneo, en ese miedo o en esa delicadeza, que prefiere no imponer el yo del poeta y sólo sugerirlo como personaje, tímido personaje que quiere ser conocido pero no demasiado, se encuentra una de las claves de la poesía del S. XX y actual. El simbolismo y sus velos para ocultar, al mismo tiempo que desvela a los iniciados, el yo lírico, el pudor afectivo, el yo social como ente revolucionario frente al yo íntimo-individual, el monólogo dramático, la metapoesía, y posteriormente, el poeta como “fingidor” o más abiertamente como ente de ficción, son la misma cosa: el miedo que se tiene ante lo inevitable: mostrar las cicatrices del poeta o su emoción, en un mundo racionalista en el que esas cosas se llevan en silencio y lo más discretamente que se pueda.




En este contexto nadie desea ser “señalado” por la Musa, ni menos aún que se sepa que le visita a altas horas de la madrugada. La inspiración ha acabado siendo esa relación vergonzante que se lleva como se puede, y que no se sabe como presentar a los conocidos más presentables: “Aquí mi amiga”…o… “Mi compañera” si es algo progre, y en muchos casos el silencio desconcertante o salvador.

Pero la relación existe. Siempre ha existido. Existe la inspiración, nadie que la haya conocido una sola vez en su vida puede negarla. Y los lectores también huelen su presencia porque, cuando realmente se muestra en un poema, éste adquiere una categoría superior a la de “bueno” o “perfecto”, es sencillamente inefable. Es eso que nadie sabe lo que es pero que se encuentra incluso en poemas de técnica defectuosa, pero da igual, son grandes poemas. Sin embargo, por adecuado que sea el ritmo, por exacto el lenguaje…si no está atravesado por ella resultará grato, inteligente, bueno incluso, pero no será un gran poema.
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El problema tal vez sea el nombre: inspiración. Nombre desgastado por el uso, pero sin embargo absolutamente revelador desde mi punto de vista.






Inspirar significa “atraer el aire exterior a los pulmones”. Se necesita para ello un ser capaz de mezclar su yo íntimo, su aliento –que ha recorrido por los glóbulos rojos de su sangre alimentándola–, con el exterior; de él recoge el aliento y a él lo devuelve. Se comunican el interior y el exterior, lo más profundo de nuestro ser entra en contacto permanente con el exterior del ser. De él se alimenta, a él devuelve lo utilizado. Se hace un, en un acto tan sencillo y repetitivo que todos aquí lo hacemos sin darnos cuenta de que, a la vez, estamos mezclándonos, refrescándonos, alimentándonos unos y otros de la misma materia que compartimos a pesar de las distinta individualidades.

La inspiración tiene su materia orgánica en el aire del tiempo que nos rodea a todos y en la tradición. No hay inspiración atemporal. Machado lo dijo muy bien: la poesía es la palabra esencial en el tiempo. Y es el poeta el que inspira ese aire común, esa forma de entender la vida que tiene cada generación como evolución de la tradición y como búsqueda revolucionaria, y lo hace suyo, lo introduce alimentando su ser, refrescando su sangre, y devolviendo en forma de poema lo que fue un latido, un descubrimiento, una “ocurrencia”.




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Elena Escribano con su amigo el poeta Angel Gonzalez en Valencia, 2007






Porque en el momento de la inspiración está funcionando a la vez todo lo que somos, todo lo que nuestro ser ha sido capaz de metabolizar a lo largo de nuestra vida: la tradición literaria, el “aire” de nuestro tiempo, el ritmo de la música, todas nuestras lecturas y escrituras, películas, canciones, y fracturas, desde el yo más íntimo al más social. Y en ese momento, cuanto mejor se haya trabajado el oficio de poeta, cuanto más afinada se tenga la voz, mejor sonará ese verso primero que dicen nos regalan los dioses pero que hemos de trabajar, y mucho, para que surja pleno de significados y de belleza.

Sí, creo en la inspiración, pero nada puede hacer por ella misma sin el trabajo continuado, el conocimiento de la tradición el estudio serio y la autocrítica rigurosa.

Sin ella sólo tendremos versos bien manufacturados, versos de artesanos del verso, correctos e inteligentes en el mejor de los casos, pero faltos de eso que nadie sabe qué es aunque siga llamándose inspiración.

Y como creo que me he puesto muy seria, quisiera acabar con un poema anónimo que me he encontrado encima de la mesa esta mañana, tal vez lo haya dejado la Musa de los lunes, pero que le agradezco profundamente por irle al pelo a todo esto que les acabo de contar.


Dice así:

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LA INSPIRACIÓN


Se busca un poeta que emocione
a un lector que se ha quedado sin palabras.

Me sirven los poetas ya expirados,
inspirados, ex - pirados
o pirados ya directamente,
siempre que me lleven arrastrada
o en volandas
desde el primero al último
de los versos de un poema,

Me va la línea clara o el silencio
siempre que digan algo con aquella inteligencia
que convierte la barra de los bares
en un campo de combate de distinta artillería,
o me dejen sin aliento cuando adensan
–apenas unos cuantos sustantivos–
la sustancia de lo que siempre ando buscando
y cambia tanto a lo largo de la vida.

En el fondo la poesía
es así de imprescindible.
A mí al menos me permite respirar.

Artículo de Elena Escribano


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Es por esa facilidad que tiene Elena Escribano de atraparnos como la araña en su red y dejarno indefensos ante su pasión por la poesía por lo que un Taller de Poesía Universitario acaba convirtiendose en un vivaz grupo poético, de lo más libre, vario y singular y sus clases en un con-versar con la poesía de todos los tiempos y la escucha de muchos lectores con instinto órfico.


V.G.











1 comentario:

Robert Albert dijo...

He leido atentamente el tema de la inspiración. Me pareció leer en otro Blog una frase de Angel Gonzalez (creo) que decía algo así como que escribir una poesía sería algo parecido a tener un orgasmo.
En ese caso muy acertado pienso, que encontrarse con la inspiración, antes del orgasmo o eyaculación és como el masturbarse, todo el mundo lo hace, pero nadie quiere reconocerlo. Y a nadie le gusta que le señalen con el dedo de que tiene encuentros con la Musa o se masturba en privado, aunque sean cosas naturales del ser humano y respondan a distintos placeres.

Tambien pienso que no siempre la Musa es compañera de lo bueno, ni cuando aparece la Musa se le cantan versos a la luna, ni nos ponemos malla de trovador, ni subimos a imposibles pegasos como diria R. Dario. A veces puede ser tambien una dura lucha con "ella", tal como si el poeta fuera un esquizofrénico de la palabra, y puede dar nacimiento a los versos más crueles, reales o tristes. No sé, yo lo pienso así, y así lo dejé reflejado en este poema que ahora le digo, me gustaría que lo leyera y me diera su opinión más sincera.

venga un abrazo poéticamente desconocido. Robert.

http://bizarrelovefiambre.blogspot.com/2008/02/poema-de-amor-la-musa-que-no-existe_18.html