lunes, 18 de febrero de 2008

POESIA BOLIVIANA EN EL FESTIVAL DE MEDELLIN

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En el Festival de Medellin también los poetas bolivianos dejaron su voz. Y fueron:




De manera arbitraria dejo una sucinta muestra de su coraje, talento y fuerza expresiva, fruto de una cultura milenaria y de un presente oprimido que unge oleos de poesía para una esperanza no arrodillada, no vencida.


Víktor Gómez




Leonardo García Pabón (Bolivia, 1953)


De Del oscuro sol del invierno

(Fragmento)

V

Al fin de una vida baldía, después de tantos seres queridos enterrados sin justicia, no del dolor vienen estos murmullos sino del impreciso nido del miedo.

Lo que no limpió la sangre o la espada se llevó los ojos de mi padre y me dejó una mirada de tinieblas y temblores.



Leonardo García Pabón es poeta, crítico, guionista y realizador cinematográfico. Obra: Paso cerrado (1979), Discurso de tu imagen y tu presencia (1982), Río subterráneo (1984) y Agua, palabras, arena (1988).




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Marcelo Arduz Ruiz (Bolivia, 1954)
1
Abres la puerta : Entran los montes lejanos Y el sol con campos en flor.
2
Un rayo de sol Se posa en mi dedo Aleteando cual mariposa.
3
Pende de árbol en árbol Una cinta azul para inaugurar El más bello de los días.
4
Como manantial Mana un árbol De sus raíces
5
La madrugada encantada Desata el agua del río y tiende las verdes colinas

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Marcelo Arduz Ruiz. Ha publicado entre otros, los siguientes libros: Estrellas en el día (1977), Bolívar del Ande (1980), Tras el vidrio del cielo (1983), La tierra en uno (1985), Quinze antipoemas de amor e desenhos (1989), Intihuyphipacha (1991), y Hojas solares (1993).




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Blanca Wiethüchter (Bolivia, 1947)
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Poemas inéditos para PROMETEO
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Huesos de un día
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Como un amante el miedo vuelve. Mansa se esconde en la huesa de una voz para buscar las palabras precisas que harán crecer el árbol en la frente en claro olvido de sus miserias.



*
No persigo la imagen reflejada en el agua sí la dicha del pez en el mar que desconoce la embestida del reflejo de la imagen que regresa.


*
¿Y si es niebla la piedra que arrastra al subsuelo de los huesos?


*
Cuando el día se torna del lado perverso está lejos el mar y la piedra la sola como un pájaro en su nido me sueña amando.


*
Cuando mi animal duerme desaparecen los ruidos del deseo. Cautivo el vuelo del día me hace pensar que soy hueso a pesar de ser ceniza.


*
Fatigar el cuerpo hasta llegar al silencio ahí está esa otra arrodillada pidiendo la palabra.


*
Oir la noche es oir las olas lamer con furia las voces y callar.


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Blanca Wiethüchter ha publicado los libros de poemas: Asistir Al Tiempo (1975), Travesía (1978), Noviembre 79 (1979), Madera Viva y Arbol Difunto (1982), Territorial (1983), En Los Negros Labios Encantados (1989), El Verde no es un Color (1992), El Rigor de la Llama (1994), La Lagarta (1995), Sayariy (1995) y Qantatai (1996), y los libros de relatos Memoria Solicitada (1989), En el aire de navegación de las montañas (1992) y A manera de Prólogo (1993).


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También ha publicado libros de ensayo, entre los que destacamos La Estructura de lo Imaginario en la Obra Poética de Jaime Saenz (1976). Ha trabajado el teatro y en algunas producciones de video.



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Martha Gantier (Bolivia, 1957)


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Potosí


De tanto esperarteacurrucada entre las mantasde mis dioses rotosme crecieron ciudadescon ojos de vicuña.
Extraños hombresentraron a mi cuerpo,en mi cielo nacieronestrelllas mestizasy mis lágrimasbrincaron al yunque de herreros blancos.
Ninguna sangre tuya,ninguna sed,ni siquiera la del karkanchoasoman a la margen de mi río.
Un aliento de copagiraempaña mis calles
Ay! De tanto esperarte.

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Los retratos

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En cada piedrahay el rostro de algún diosy el más allá está frente a nosotroscada guijarro es el verso frustrado de los que ya se fueron,en cada montañahay un amor eternizado.
eso ya lo sabían esos indios de plumas coloridas.

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Elejía de Juckumary
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La memoria de la piedra
Silencio dolorosoaroma de ausencia,hueso muerto piel marchita,cántaros heridos,oscuridad de tumbasen sus vientres.Ayer la piedra tenía olfatohoy el olfato tiene una piedrapolvo huérfano asomaa la memoria del granitocuchillos de silencioatraviezan el asfaltose retuerse el alquitrán,a medio díael calorle recuerda a la gravaque un día fue piedray escuchó el paso de guanacos y vicuñasde guerreros y tal vezel silbido de algún juglar enamorado.




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Mónica Velásquez Guzmán (Bolivia)



Cerrada la cicatriz
el día de los triángulos
con raíces en la tierranació una niña luna
para llenar el hueco de un nombre
Magdalena.
Desvestida de niñez
desnuda en su nuevo cuerpo
con el alma aún de juguete
con los sueños curiosos de humedad
cambia de piel como de nombre
oculta en sí misma
su infancia, la primera muerte.
Desde un sobre blanco
caen en tinta china
las Magdalenas que fuiste
Magdalena juego de carrusel
Magdalena autorretrato
Magdalena bajo tus ojos
las lágrimas bailan
para verte
---------------- morir.


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Siete conjuros contra la tristeza


Podría ahora vender tu cuerpo al peor postor
vigilar personalmente que se empapen tus sábanas
y que gires y grites y gimas toda la noche
entre piernas inclementes abrirte ante mil extraños
encargarme de que te guste hasta que lo implores
pasarte por la piel los que demoran el latido,
----- los que llegan pronto,
----- los que tienen miedo
----- los que se van
podría llenarte de lentejuelas y escotes de esquina
darte un disfraz, una lengua insaciable, unas manos que aprieten
una paciencia terca de los dedos en tus nervios
un líquido inundando cada tanto tu vientre hambriento
podría mandarte quien te sacie
entonces, tal vez, se te iría el horror a lo vulnerable.
*

Ahora mismo podría meterte en los banquetes,
a gotas, diluido caramelo rozando tus labios
entibiando dulce tu garganta feroz
despacio, un picante apenas dirigido a los lacrimales del ardor
equilibrar cilantros y canela
mientras toman su tiempo las cerezas que endulzan la carne
cubren tu escalofrío las sopas invernales
mientras la frescura de lechugas y toronjas abiertas...
un litro de naranjas para la contorsión de la lengua
medallones de pavo y dátiles de lejanías
soya a granel, tibia manzana en su crocante envoltura
el hambre cubierta por capas
-más – pedirías –golosa
todas las cantidades multiplicaría por tu solo pedir
más de todo hasta cubrir el cuerpo, el cuarto, el mundo
más relojes y más anillos y más a todas horas,
entonces, tal vez, se te iría el vacío.

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Mónica Velásquez Bolivia, 1972. Licenciada en Letras por la Universidad Mayor de San Andrés en Bolivia y doctora en literatura hispanoamericana por El Colegio de México, México, 2004. Actualmente es docente de la Universidad Mayor de San Andrés y la Universidad Católica Boliviana. Ha publicado los poemarios: Tres nombres para un lugar, 1995; Fronteras de doble filo, 1998 y El viento que doblega en los naufragios, 2004. Y, como compiladora, la Antología de poesía boliviana del siglo XX: Ordenar la danza, 2004. Además de varios ensayos de crítica y teoría literaria.



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4 comentarios:

AQ dijo...

Lo que a veces a los humanos nos hace sentir humanos es leer lo que escribió alguien de quien te separan miles de kilometros y ver que siente lo mismo que tu.

Sandra Rubio dijo...

viktor, que lindo ese comentario que me dejó.
Esas palabras alientan, y a veces son necesarias cuando creemos que lo demás a nuestro alrededor esta consumido.
Y por cierto, le agradezco su sinceridad. Yo siempre paso por aquí, para iluminarme. Un abrazo,
Sandra

Víktor Gómez Valentinos dijo...

A Querejeta:

caro amigo, lo has dicho tal como lo siento. Gracias. Es muy saludable esa empatía, ese latido afín. Especialmente si late con ellas y ellos, poetas de Bolivia, hermanas y hermanos.


Tu Viktor

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Sandra:

agradezco de corazón tus palabras, balsamo en estos días de zozobra, en tiempos sombríos para aquellos a los que no podemos ni ver.

Un beso,

Viktor