JULIA OTXOA: TAXUS BACCATA (selección)

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Taxus baccata
(Selección)

Julia Otxoa García

Asistiendo a la barbarie cotidiana, el instante tiene la turbulenta inseguridad de lo inestable y amenazador.

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En mi inexperiencia del horror futuro, me reconforta pensar que también a mis antepasados les tocó vivir un tiempo semejante. En su recuerdo me fortalezco.

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La Historia como ser circular, el presente como resistencia poética en la repetición.
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Pensábamos de niños que las montañas estaban ahí para la eternidad, que aquellos gigantes no morirían nunca, luego supimos que estábamos equivocados, las montañas también mueren como el más frágil de los hombres.
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¿Dónde estuvimos que nos perdimos tanto? ¿Quiénes fuimos que ahora no nos reconocemos? Dinastía de gallos decapitados tiñendo la hierba.

¿Por qué siguen corriendo los sueños rotos? Desapareceres en el dolor, tus heridas me borran.
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Leer en otro idioma, leer en otro idioma, ser el otro, verme desde fuera.
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Los hijos del guarda me persiguen, mis ojos no distinguen las sombras del día o de la noche, deambulo dentro de mí misma huyendo del camino.

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Mi hambre es de nomadismo.
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Escojo ser en el margen como única posibilidad de existencia.
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El desasosiego de ver crecer el desierto, hace temblar en agosto el corazón de los manzanos.
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La constante interrogación del desarraigo, del extrañamiento del ser en el mundo.

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Sólo después de la fiebre y el dolor de las preguntas sin respuesta se puede hallar la serenidad en el total desvalimiento. Desde la humildad de la ignorancia, el misterio del ser se convierte entonces en cobijo.
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Los campanarios tocan limpiamente a fuego, los hospitales abren sus puertas, la ciudad entera huele a formol y cloroformo, y hay una luz ardiente en cada mosca posada con ávido rigor en las heridas.
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Densas sombras en lugar de aire, geometría de espanto y baba negra, era veloz la pureza afilando los rostros hasta la calavera.
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Nombrar la realidad política de mi país con un lenguaje alejado de la costumbre, por ejemplo a través del lenguaje especializado de los forenses.

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Ante el caótico ruido del mundo, siento la necesidad de centrarme en lo leve, lo sutil, lo aparentemente insignificante, aquello que no brilla y no es voceado por los vendedores al uso. La poesía de lo invisible.
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Tú, el enamorado del mundo, el gran cansado, apoya tu vida sobre mis labios.

(fuente: Cervantes Virtual)